Accidente

1154 Words
Luisa se acerca con el té hasta la mesa ─Aquí tiene. ¿algo más que desee ordenar, o espera a alguien? Su postura es firme y elegante, acorde con el lugar. Samantha deja de mirar por la ventana y se gira hacia ella. ─Llame a su jefe por favor. ─dice mirándola directamente a los ojos, de cierta manera la hace sentir incómoda. ─Me disculpo si hice o, dije algo que la moleste, no volverá a suceder. ─susurra discretamente, mientras ve al gerente con disimulo. ─Si estás segura del gran servicio que das, ¿porque te preocupa que quiera hablar con él gerente ahora? ─pregunta enfatizando en el "ahora". Al ver la conversación algo seria y la manera en la que Luisa lo ve, el gerente no tarda en acercarse con amabilidad. ─Buen día, de antemano déjame decirle que es un privilegio poder atenderla, ¿está todo bien? —pregunta acercándose amable, aunque su sonrisa se ve forzada, no importa cuánto intente disimular. Luisa baja la mirada rogando a la tierra que se la trague y la escupa del otro lado del planeta. ─Muy bien, de hecho... ─dice, dándole un sorbo a su té. ─le pedí a la señorita que me acompañe por unos minutos, mientras tomo mi té. Luisa levanta su mirada a Samanta confundida. ─Pero... me ha dicho que, aunque le encantaría, está trabajando. ─dice enarcando una ceja. ─Así es. ─posa su mano sobre el hombro de Luisa, es evidente en la manera asqueada en la que ella ve la mano del gerente, que no está cómoda. ─de hecho, ya casi es tu descanso, puedes tomarlo ahora si deseas ─dice casi empujándola a su asiento. Sin poder negarse, nerviosa y algo intimidada por la mujer y el temor a perder su trabajo acepta. Toma asiento con delicadeza, intenta tocar la mesa lo menos posible. ─¿Cuántas horas trabajas aquí? ─pregunta mirando nuevamente a la ventana en cuanto el gerente se aleja. ─do... doce horas señora ─responde nerviosa. ─¿Es buena, la paga? ─¿disculpe? ─abre los ojos como platillos. ─Que es lo que hace que trabaje en un lugar donde el gerente no le quita la mirada de encima, al tocar su hombro noté su expresión de repulsión, lo que me dice que la acosa. Así que supongo que la paga es buena. Luisa está cada vez más confundida, ciertamente es acosada por el gerente, además de trabajar muchas más horas de las que le ha dicho. ─Entonces... ¿de cuanto es la paga? ─insiste fijando la mirada sobre ella. ─Me disculpo, le mantiene la mirada. —No sé que se supone que diga. La paga es buena para mi, y el trato no importa mucho si sirve para mantenerme viva, así que... no tengo más que decir señora ─dice levantando su mirada con firmeza. Samanta da el ultimo sorbo a su té, empieza a hurgar en su elegante bolso, mira al gerente, y este disimula mirando a otro lado, ella aprovecha y tiende su mano ─Si buscas empleo en en algún momento, úsala como referencia. —la ve de una manera que jamás nadie la había visto hasta ahora. No hay lástima, hay compasión. Luisa se levanta y guarda discretamente la tarjeta mientras Samanta toma su cartera sacando un billete de 20 para pagar el té ─agradezco el servicio, fue muy bueno. ─sonríe sacando un billete de cien ─su propina ─dice mirando al gerente, asegurándose de que entienda lo que ha dicho aun a pesar de la distancia. Un mensaje de su esposo dándole la ubicación de su hijo, la hace correr. Tan pronto sale del lugar saca su móvil y le marca a su esposo. ─No es ella en absoluto, solo es una desafortunada coincidencia. ─dice subiendo a su auto. ─Estamos en el hospital central, no es grave ─dice y Samanta suelta un suspiro. ─Estaré allí en un par de minutos. Que nadie más que tú haga las suturas, encárgate de eso, no quiero que tenga cicatrices de nada ─cierra la llamada. En el restaurante. ─¿Que era lo que quería? ─pregunta el gerente tocando el cabello de Luisa. ─Solo habló del clima, y del sabor del té. ─responde retrocediendo para evitar ser tocada por el gerente. ─La propina fue muy buena para ser solo por el buen clima. ─dice clavando su mirada en los pechos de ella. ─Solo habló de eso ─dice antes de salir corriendo para atender a las personas que acaban de llegar. En el hospital. Todos corren de un lado al otro en cuanto Samantha camina por los pasillos del hospital, ella es recibida por el jefe de médicos del hospital. ─Es un infortunio verla en estas condiciones ─dice recibiéndola. ─Mi hijo, ¿donde lo tienen? ─pregunta sin prestarle atención a nadie. ─Está en un ala reservada. ─dice caminando de lado de ella. La superioridad y arrogancia con la que camina hace sentir incomodo a todos a su paso, es segura de sí misma, arrogante y egocéntrica, nadie es mejor que ella. ─Su hijo fue traído en ambulancia, al llegar se identificó con su documentación, el accidente fue aparatoso según la policía, pero sus heridas fueron revisadas, no hay fractura, o hemorragias. Tiene heridas superficiales, pero su padre, el Doctor Black es quién hace las suturas, se negó rotundamente a que alguien más lo haga, además su esposo llamó a su abogado y él se encargó de todo el asunto legal. —dice a su paso. Abren las puertas a su paso, una de tantas deja ver a su hijo sentado sobre una cama, con su brazo izquierdo curado, siendo quien sutura, su padre. ─¡Madre! ─exhala poniendo su mirada en blanco. ─Quería sorprenderte, pero la sorprendida soy yo. ─extiende sus brazos y lo abraza con fuerza. Cierra sus ojos con fuerza en tanto lo abraza dejando escapara un suspiro de alivio. ─padre ya terminó, ya podemos irnos. ─dice molesto Dalton. ─El auto tuvo falla mecánica, fue solo eso ─dice Ares a su esposa para su tranquilidad, ya que casi puede escuchar sus pensamientos respecto a lo que sucedió. ─El auto está en el taller y mañana podré pasar en la mañana por él, todo está bien. ─asegura esperando que su madre lo suelte. ─Yo podría pasar por el, no es necesario que vayas tú ─se ofrece su padre, ante la mirada acusadora de su madre. ─Madre por favor no hagas eso... —musita. ─¿hacer qué? ─pregunta con en ceño fruncido. ─Eres mi madre y te amo, así como a mi padre, pero no pretendas llegar y a mi edad tratarme como un niño, porque no lo soy, y lo sabes. Yo iré mañana por el auto en cuanto salga de casa, tú y mi padre están aquí después de meses, dormirán hasta tarde y luego los veré para cenar, es todo. —suelta enfático, molesto y fastidiado al sentir que lo tratan como un niño, aún a su edad.
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