Capítulo 1

4087 Words
— Lo sentimos señor Glin — dijo la mujer de traje que estaba frente a él. – Aunque trae buenas referencias, la agencia es muy poco susceptible cuando se trata de hombres o mujeres solteras.  Lo sabía, simplemente lo sabía… No podría ser padre por esa razón.  — Aunque usted está divorciado, es un punto rojo en su expediente – dijo el hombre cuando miró la reacción del rubio – Me temo que le será imposible ser padre señor Glin. Pudo escuchar su corazón romperse en ese momento. Tras una breve despedida, tomó sus papeles y se marchó de la tercera agencia de donde lo rechazaban. Su única solución era el mismo bar de siempre, donde podía encontrar “paz” miro su whisky tratando de encontrar respuestas.  Lo único que pedía en esa vida era poder ser padre, la idea de casarse y formar una familia quedó atrás cuando ella lo traicionó de la peor manera. Quedó hastiado del amor.  — Malas noticias, supongo – dijo Jay sentándose a su lado, Domenico soltó un gran suspiro. – Eso es un sí.  Su amigo Jay era ex policía, ahora trabajaba en una agencia de seguridad privada.  — Misma razón ¿verdad? – dijo David quien estaba atendiendo el bar.  David era un traficante, dueño del bar, le gustaba tener todo bajo control en su territorio.  — Será mejor que me haga a la idea de estar sólo el resto de mi vida – suspiró amargo, se terminó su trago y los miró a ambos – Ser padre era un sueño dorado, pensar en que se haría realidad era mucha magia de Disney.  — No hables así amigo – dijo Jay – Encontraremos…  — Ya no es posible, fueron su misma respuesta, aunque en esta dijeron que el ser divorciado era un punto rojo en mi expediente – sacó su billetera – Olvidenlo, ser padre no es y no será para mí. Dejó un par de billetes sobre la barra y se fue del bar.  Comenzó a caminar por las calles, los primeros días de diciembre llegaban a la ciudad, con ello las primeras nevadas que manchaba las calles de nieve, ver a los niños jugar felices en la nieve era lo que más le encantaba. Uno de ellos podría ser su hijo o hija, pero ahora solo quedará en sus sueños.  Su deseo de ser padre llegó desde que estuvo con ella, la idea de ser una familia le alegraba y le llenaba de paz. Desde su último operativo con la mafia rusa que fue caída desde los cimientos, le ofrecieron un puesto alto en el FBI, el cual rechazó por completo, aunque la idea de tener un gran puesto le gustaba, él solo quería formar una familia. Estaba por cumplir 40 años, quería llegar a casa y que alguien lo recibiera.  Ahora solo era un informante y era profesor en Quantico central de Londres del FBI. Con el deseo ferviente de ser padre, pero era algo que no cumpliría.  Se sienta en una de las bancas del parque, cubriéndose con su abrigo por la fría brisa del viento, estar en casa ya le era asfixiante, se cruzó de piernas y dejó pasar el tiempo, las personas y la vida entera. Había llegado ese punto en su vida que ya no tenía sentido seguir adelante. Todo le fastidiaba.  Sus pensamientos fueron interrumpidos por el rugir de un motor de un auto deportivo rojo. Bajaron la ventanilla y pudo ver a su mejor amigo, el hombre que considera su hermano.  — ¿Qué haces aquí perro? Sube.  — Quiero estar solo Warren – dijo Domenico. – Otro día.  — Nada de otro día, sube por las buenas cabrón.  Domenico suspiró y subió al auto, se puso el cinturón y miró hacia enfrente.  — Jay me comentó lo que pasó – dijo Warren. – Lo siento Dom, creí que esta vez sería diferente.  — Mira Warren, no me apetece hablar del tema, quiero olvidarme de una vez por todas que ser padre no será para mí – lo miró. – Por favor, no quiero ser grosero contigo, pero deja de hablar del tema. — Está bien, dejaré de hablar del tema.  Y así fue, Warren habló sobre otras cosas haciendo que Domenico olvidara el tema de la agencia de adopción, cuando llegaron a su casa ordenó pizza y se sentaron a hablar sobre sus viejos tiempos en la Central de operación de Londres. Recuerda cuando llegaron juntos, dos novatos de 23 años queriendo ser agentes especiales a lo Tom Cruice en Misión Imposible. Ahora eran adultos de 35 y 38 años que ayudaban a los novatos a ser agentes.  — Se siente raro mirar al pasado – sonrió Domenico terminándose la cerveza.  — Sin duda alguna – sonrió Warren. – ¿Qué harás ahora Dom? Ya que la agencia te rechazó.  Domenico lo miró un momento, no le gustaría saber su plan de huida.  — Pienso en irme – suspiró – Adelantar mi retiro, tomar ese dinero e irme de aquí, tal vez me halle en algún lugar o solo haré algo para ocupar mi mente – sonrió triste – El amor jamás fue para mí ¿no? Isis y yo nos divorciamos a los 4 meses de casados y ya no volví a hacer nada más. Warren se sentó a su lado, pasando su cabello de lado y mirándolo.    — Ni con Morgan, se notaba su química.  Warren sabe bien que Morgan es una fibra sensible en Domenico, que a pesar de haber pasado ya 3 años de lo ocurrido, sigue siendo algo que duele. — Si, pero Morgan solo nos usó para cobrar venganza contra su familia. Tú bien supiste que pasó en ese operativo, me dejo morir para conseguir lo suyo, a ese grado llegó nuestra química. Morgan era la mujer que lo había traicionado de la peor manera. La detestaba. Pero también la seguía queriendo, su odio y amor eran iguales.   — Pero al final se disculpó.  Warren sabe lo que pasó, y sabe que Morgan estaba arrepentida pero el orgullo de su hermano había sido aplastado y no la perdonaría por nada. Lo lamentaba, hubieran sido una gran pareja. Saben bien que un hijo de ellos dos hubiera sido indestructible.  — Y dijo que me debía un gran favor – soltó una amarga risa. – Esa hija de puta, me alegra que se haya quedado en el otro puto extremo de Londres. Así no tengo que verla, ni a ella ni a sus secuaces. Todos esos sentimientos, esa química se fue por el retrete cuando me fui de ahí – suspiró. – Nada es para siempre amigo. — Tienes razón – susurró.  Morgan no dijo nada más, pero comenzó a pensar… Puede que ese amor y química ya no esté, pero si le debe un favor, deberá cobrarlo para su bien. Morgan lo utilizó en su momento, era hora de que él le pagará con la misma moneda usándola para su beneficio, sin mencionar que tal vez esa segunda oportunidad funcionaria para que ambos se dieran cuenta que juntos podrían contra todo, más no contra ellos.  — Espera – lo miró. – Repite lo que quieres que haga. — Cobra el favor que te debe esa perra – lo miró. – Morgan dijo textualmente que te debía y una muy grande, pues hay lo tienes. Úsala tal y como ella te usó.  Cuando se lo dijo, esperaba que se riera o algo por el estilo, pero no dijo nada, se quedó callado y pensó en la loca pero buena idea de su hermano. No podía estar tan mal, estaba ignorando que su corazón latió de nuevo con esa fugaz idea de verla de nuevo.  Esa noche volvió al bar donde la mayoría de sus amigos estaban ahí y pudo comentarles la idea de su amigo.  — No lo sé, no me gusta que vuelvas con la loca – dijo David. – Recordemos como te dejo.  — Cierto – dijo James. – Además ¿Por qué Morgan? Hay muchas mujeres en el mundo.  Pero nadie era Morgan Bener, la mujer que él quería… — ¿Quién? Nadie quiere hacer está locura. — v***a – susurro David. – Estás chingado.  — ¿Y porqué no yo? – dijo Claire. Domenico la miró, acarició su mejilla y le sonrió. Su mejor amiga, su confidente, la mujer que ama como una hermana.  — Nena, serías la primera que tomaría como pareja, sino gritaras a los cuatro vientos que eres lesbiana, nadie creera que te volviste heterosexual de la noche a la mañana. — Tuche – susurró. — Es Morgan o me hago la idea a dejar de ser padre.  Sus amigos lo miraron, todos podían notar el destello de esperanza en los ojos de Domenico. Aunque diga que la odia con el alma saben bien que su corazón aún late por Morgan.  — A ver, si la ponemos a ella, tenemos que hacer muchas cosas legales – dijo Claire. – Nada será real, su matrimonio será un simple contrato. A menos que quieras regresar con ella.  Domenico tomó su trago de whisky, su corazón se acelero al escuchar eso pero volvió a ignorarlo.  — Claro que no – negó de inmediato. – No regresaría con ella después de lo que hizo.  — Pues ahí está – dijo Jay. – Claire tiene un punto, tenemos que hacer cosas legales, conociendo a la perra es mejor tenerla con correa que suelta. — Acuerdo prenupcial – dijo James. – Y un acuerdo donde ponga que ustedes estarán casados hasta que puedan adoptar, en cuanto el bebé esté en su poder, la custodia completa sería para Domenico y su matrimonio terminaría.  — Sí, pero que haya dinero de por medio – dijo Claire. – Ofrécele 20 mil, así cuando todo acabe los dos ganaran. Tú podrás formar una familia y Morgan seguirá con su vida.  — Conozco un buen abogado – dijo David. – Nos ha sacado de muchas y muy pesadas, le diré que se contacte contigo, y hablas con él, para que cuando llegue el momento haya un juez que avala todo.  Domenico sonrió al ver como sus amigos se organizaron para que obtuviera lo que tanto deseaba. Esos eran los mejores amigos. Aunque algo cosquillear en su interior, algo que ignoraba, pero sabe bien que es.  — Me parece bien – dijo Domenico con una sonrisa. – Todo será bajo un contrato, solo que por mi lado si quiero ser padre y Morgan solo ayudará. — Y así cobras tu favor – sonrió Claire.  — Y todos ganan.  Era buena idea, todo sería un simple contrato. Todo estaría en un papel y al terminar todo, cada uno seguiría con sus vidas.   Suena bastante bien, solo falta que ella quiera aceptar.  Domenico pensó varios días en cómo llegar a su casa. Morgan es una Sargento de la unidad de terrorismo, dejo el FBI cuando acabo la misión con los rusos, se infiltro en la mafia e incluso se metió con el líder para obtener lo que quería, venganza. Sin importar los daños que dejara y entre esos daños estaba él.  Admite que se enamoró de ella a primera vista, una mujer poderosa, manipuladora e intimidante, hizo que se postrara a sus pies sin tener que decirlo. Su amor fue intenso y él realmente creía que era real todo, pero solo lo utilizó y lo dejó tirado una vez que ya no le fue útil.  “ — Entonces ¿nada fue real? – dijo Domenico con el corazón roto. Él amaba a Morgan con toda su alma, hizo muchas cosas por ella, dejó a su esposa por ella porque la amaba y ahora le dice que nada fue real. — Ricitos, nada fue real, estás en el puto FBI, nos entrenan para manipular, que iluso que te hayas creido nuestra relación.  No podía creer lo fría que podía ser. — ¿No te importa que me estes jodiendo la puta vida, verdad? — Oh querido – acaricio su mejilla. – Gracias por todo esto, te debo un gran favor por esto, y tómalo en serio, cuando necesites algo lo que sea, asesinar a alguien, desaparecer a alguien, montar una masacre, lo que sea, yo te ayudaré – le dio un guiño. – Nos vemos ricitos.” Esa fue la última vez que la vio de frente y que habló con ella.  Solo va a cobrar un favor, la usara tal y como lo hizo ella.  Subió a su auto y condujo por Londres hasta llegar al otro lado de la ciudad, esa zona residencial donde hay ricos pretenciosos, familias viviendo. El camino estaba cubierto de nieve, las casas y las luces navideñas le daban un toque casi mágico, su casa estaba solo cubierta de nieve, parece que nadie vive ahí.  Suelta un suspiró, sus manos estaban apretando de más el volante. Estaba un tanto nervioso, no quería ir de nuevo con esa mujer, pero era su única opción y aún confiaba en ella.  No se echaría para atrás, quería ser padre, quería una familia y lo lograría a cualquier costo.  Usará a Morgan justo como ella lo usó a él.  Llegó a su casa, la conocía bien porque más de una vez se plantó frente a esa casa para hablar con ella pero se acobardó.  Su abrigo n***o cubierto de nieve, se mordía el labio con nerviosismo, se encontraba de pie frente a la puerta de la mujer que lo consumio, que amo más que a nada. La mujer por la cual aún tiene sentimientos encontrados. Sin pensarlo más, tocó el timbre y esperó.  Sinceramente pensaba en retirarse y asimilar esa idea de dejar de ser padre, o tal vez, irse del lugar y tomar la palabra de Claire, en un lugar donde no los conocieran y pudieran adoptar. La puerta se abrió y dejó ver a un hombre un poco mayor que él, tal vez un abogado que vestía solo una camisa y boxers. Bien sabía que Morgan había encontrado cierta aventura loca en acostarse con hombres mucho mayores que ella, haciendo lo que mejor hace con los hombres, usarlos y desecharlos cuando saca provecho de ellos.  — Hola – sonrió el hombre de anteojos, lo miró de pies a cabeza… – No eres la pizza que yo pedí.  Domenico suspiró y miró de nuevo al hombre, realmente se está planteando el decir que se equivocó de casa, pero por una estúpida razón quiere al menos decirle la idea y, por desgracia, aún confía en ella.  — ¿Quién es cariño?  Esa voz, esa jodida voz.  Morgan se puso detrás del hombre que seguía mirándolo, en cuanto vio al rubio, su corazón se detuvo. Morgan no supo que hacer, era bochornoso que la viera en esa situación, de algún modo ella quiere verse bien pero nada en ese momento la hace ver bien. — Hola Morgan – le sonrió, tratando de hacer menos incómodo ese reencuentro.  — Domenico – susurró. Morgan estaba perpleja al verlo en su casa. Pero no le importaba mucho, su corazón saltaba de alegría al verlo de nuevo, se le formó una sonrisa casi al instante, sus ojos brillaron con intensidad. — ¿Lo conoces? – dijo el hombre un poco confundido al ver el repentino cambio en Morgan. —Oye, Rick lárgate de mi casa – espetó.  —Como digas – puso los ojos en blanco y se fue de la vista de Domenico. Tal vez a la habitación donde su ropa estaba. Morgan tenía un pantalón rojo de pijama y una camisa que se transparentaba todo. Domenico tuvo que mirarla a la cara, siempre fue débil ante ella y no quería caer como un imbécil otra vez.  — Domenico – lo miró – Hola.  — Oye, lamento interrumpir, pero no tengo como contactarte – encogió los hombros. — Tranquilo, no te preocupes – le sonrió – Y por cierto ese tipo…  Domenico se dio cuenta de que Morgan seguía siendo la misma perra manipuladora que le rompió el corazón, que le destrozó la vida.  — No me interesa – le sonrió – Es tu vida a final de cuentas. Morgan sintió una punzada en el pecho, Domenico sabía que trataba de justificar porque había un hombre semidesnudo en su casa, pero ya no le importaba. Hace años que dejó de importarle Morgan Benner, hasta ahora.  — Claro – susurro. — Me gustaría hablar contigo, si tienes tiempo – ladeo la cabeza – Podemos ir por un café.  — Si quieres podemos preparar algo aquí – ofreció Morgan y en ese momento el hombre apareció con su ropa y sus cosas, incomodando la plática. —Me voy, te llamo después – dijo el hombre dándole un beso en la mejilla – Por cierto, olvide el estuche de mis lentes, si lo encuentras me dices – le sonrió – Adiós Morgan.  Domenico solo sonrió como cortesía cuando el hombre pasó a su lado. Entonces se dio cuenta de la locura que estaba haciendo. Era una mala idea todo eso, no podía caer de nuevo con esa mujer, aunque la odiara, una parte de él todavía sentía algo por ella y no quería recaer de nuevo como un drogadicto o un alcohólico.  Era mejor acabar todo antes de iniciarlo. Por el bien de su salud mental, era mejor alejarse de ella.  — ¿Sabes qué? – le dijo – Esto es mala idea – lo miro – No debí venir aquí, lamento quitarte tu tiempo Morgan. — No Domenico, ya estás aquí, por favor quédate – suplico con la mirada, sus ojos verdes suplicaban porque se quedará. Pero Domenico supo que era pésima idea todo eso.  — No Morgan, la verdad vine creyendo una cosa y ahora me di cuenta de que es pésima idea – suspiro y sonrió. – Será mejor que me vaya, no quiero quitarte el tiempo.  Se dio la vuelta y se fue al auto, cuando entro pudo ver que Morgan aún seguía en la puerta totalmente confundido.  — Fue pésima idea – susurro y se fue del lugar.  Condujo de vuelta a la ciudad, meditando las cosas. Aún sigue sin entender porque quiere que Morgan sea su pase de oro, no es la venganza, ni pagarle con la misma moneda. Algo siempre lo ha atraído a ella, todos esos años ha estado en abstinencia como un drogadicto, ella ha sido la droga más fuerte de su vida y necesita más.  Morgan es como una droga, entre más la consumes, más te jode la vida y te haces dependiente de ella. Esos años lo ha notado. Verla es como si su cuerpo quisiera consumir de nuevo esa droga, aunque sabe que lo matara.  […] — Entonces al final te fuiste – concluyó Claire. Domenico apartó la mirada del entrenamiento de los nuevos reclutas para mirar a la chica de cabello azul que estaba a su lado.  — Claire – comenzó. – Fui con la mentalidad de una mujer que claramente jamás existió – suspiro – La mujer que ame solo fue una ilusión.  — Que lastima – suspiro - ¡Más alto señoritas! Esto no es el preescolar – grito a un par de chicas que no estaban a la par de los demás – Entonces cual es tu plan. Domenico pasó una mano por su cabello, los dos comenzaban a caminar entre los reclutas para ver su desempeño de cerca. — Lo estuve pensando – suspiro – Tal vez pedir mi intercambio, irme a America – la miró. – Tomar tu palabra, te puedes hacer pasar como mi pareja y adoptamos. — No suena mala idea y mi familia está allá. — Por eso mismo lo dije, estarás cerca de la familia – le sonrió - ¿Qué dices? Volvieron a su lugar, mirando a los reclutas.  — Te diré algo – le dio un trago a su botella de agua – Estuve pensando en algo estos días.  — Dime ¿qué pasa por tu cabecita? – sonrió divertido.  — ¿Has oído de los vientres rentados? – Domenico asintió con la cabeza - ¿Por qué no piensas en ello? Es más fácil que adoptar, además, tendrás una parte de ti en ese bebé. Domenico miró a su mejor amiga con curiosidad, si bien había escuchado de eso, pero para él era como embarazar a una simple mujer, no le agrada la idea. Una es gratis y la otra pagas. — Sabes, no suena mala idea – le sonrió – Pero, no sé, tal vez sea – hizo una mueca – No sé Claire. — No, espera, no has oído lo mejor – le sonrió – No será ninguna desconocida, seré yo – Domenico casi se ahoga con su agua – Tranquilo vaquero. — Claire, no, Dios, no – la miró – No te pediría eso jamás.  — No me lo estas pidiendo guapo, eres mi mejor amigo, fuimos alumnos juntos y estuve a tu lado el día de tu boda – le sonrió – Dom, sé el deseo que tienes por ser padre y formar una familia, he estado contigo cada noche planeando tus cosas para las agencias y cuando te rechazaban yo estaba contigo, hemos estado juntos en tantas cosas, te quiero demasiado que quiero hacer realidad tu sueño.  — Claire – susurro. La clase terminó y ambos sonreían, dieron la instrucción para la siguiente clase y salieron de ahí juntos. — Domenico veo en tus ojos el deseo ardiente de ser padre, déjame hacer realidad tu sueño – tomó su mano – No te pido nada a cambio, tú dejaras tu semen en un vasito y yo me inseminare, cargare 9 meses a tu bebé y después seré la mejor tía viendo como te convierte en padre soltero.  Domenico miraba a su mejor amiga con una sonrisa, sentía como el corazón se le derretía con la propuesta. Nadie lo amara tanto como su mejor amiga y de no ser lesbiana sin duda sería la mejor pareja.  — Dios, Claire – la abrazó fuerte – Eres la mejor amiga sin duda.  — Y si no fuera lesbiana, sería una declaración de amor romántica – los dos rieron. — Somo un dúo raro – susurro Domenico limpiando las lágrimas que derramaron sus ojos – Tú eres una lesbiana con mala suerte en las parejas – los dos rieron.  — Soy una lesbiana con buenas parejas de una noche – le guiño un ojo. — Hagamos algo – miro el reloj – Acabemos el entrenamiento de hoy, vamos a casa, hacemos la cena y hablamos del tema.  — Pero dime, ¿será un sí? Porque ya me han roto el corazón otras veces – hizo un puchero. — Odio cuando haces esas cosas, jugas en mi mente – le dio un beso en la frente – Tenemos que hablarlo antes – le sonrió. – Vamos con el entrenamiento rudo. — Te pateare el culo, lo veras.  — Ya quisieras nenita. Domenico se sintió feliz al oír eso, le gustaba que su mejor amiga quisiera ayudarlo a cumplir su sueño, pero una parte de él quiere que Morgan acepte.  {...} Morgan estuvo todo el día pensando en Domenico, no era sorpresa, el rubio de ojos azules siempre estaba en su mente. Más de una vez se plantó a las afueras de su casa con intenciones de arreglar las cosas con él, pero no podía, sabe cuanto la cago y sabe que él sigue sin perdonarla, pero ¿por qué fue a su casa? Tenía demasiada curiosidad y tenía que saber el porque antes de que le carcomiera por dentro.  — Jay – dijo al teléfono. —  Benner ¿Qué ocurre? — ¿Dónde está Domenico? Quiero verlo. — Dom está en Quántico. — ¿Se queda ahí?  Jay pasó una mano por su rostro, odia ser el soplón de su amigo, pero era informante de Morgan y quiera o no, ellos dos necesitan una segunda oportunidad. Solo suplica a Dios que las cosas salgan bien sino cabra su tumba cuando Domenico sepa que fue él quien le dijo.  — Si ¿Por qué?  — Curiosidad, ¿sabes cuando regresa a su casa? — El sábado estará aquí. — Gracias, nos vemos. Corto la llamada y suspiro. No tiene como contactar a Domenico y sabe que, si comienza a indagar por su teléfono celular, Domenico sabrá que ella se quiere comunicar con él y todo se joderá. Por más que le carcomía la curiosidad, deberá esperar… Ha esperado años, puede esperar unos días.
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