Capítulo 2

2695 Words
— Dom, diré algo desde el fondo de mi corazón – sonrió Claire mientras le quitaba la pizza al rubio. — Dime – sonrió mirándola. — Tú amas a Morgan, la amas, y no hables aún – puso un dedo en los labios del rubio – Sé qué la traidora maldita te trato mal estando en estado crítico en el hospital, pero, no hubieras ido a su casa si no sintieras algo por ella aún. Y no me vengas con esas cosas de “confió en ella” porque sin amor no hay confianza, tal vez ya no sientas ese amor, pero le tienes cariño en lo más profundo de ti. No me lo niegues, porque conozco cada faceta tuya y se que aun le tienes cariño. Domenico la miró con una sonrisa, no le dijo nada porque comenzó a hablar de ir de compras. Tenía razón, puede que ya no ame a Morgan como antes, se queda con los recuerdos buenos de su pasado juntos, no todo fue desgracia para los dos. […] — Te diré algo pequeña – dijo Freddy dándole un trago a su cerveza – Él fue por algo a tu casa, algo importante, porque en todos estos años no se habían dirigido la palabra a menos que fuera necesario ¿o me equivoco? — No. — Ni llamada, ni mensaje, ni una salida a un bar, ustedes pasaron a ser desconocidos – la miró – Y si hubiera querido decírtelo, te llamaría, pero fue directo a tu casa. No fue solo para preguntar qué tal iba tu maldito día, Domenico fue porque era algo más importante que tu bienestar. Morgan suspiro, masajeó sus sienes y miró su cerveza. Siente que ya la cagó y no sabe cómo repararlo. Más bien siente que con Domenico siempre hace todo mal, no hace más que decepcionarlo. — Y para desgracia no estaba sola – dice bebiendo su cerveza. — Eso fue lo peor. —Domenico fue a mi casa a verme y lo primero que ve es un tipo semidenudo – volvió a suspirar – Sea lo que sea que haya querido, la cague rápido. — Sin duda la cagaste. — Como siempre. — Pero – la miró – Puedes remediarlo. — ¿Cómo? Domenico ya no regresó, no sé que puedo hacer Freddy. Pasó una mano por su cabello, se estaba comenzando a desesperar, ningún hombre la ponía así, Domenico seguía teniendo efecto en ella sin dudarlo. — Morgan deja de pensar así, porque sólo yo sé cuánto amas a ese rubio – Morgan lo miró – Tu amor por él sigue siendo profundo y único, pero ya no hiciste nada por ustedes. Pero ahora puedes hacerlo. — Estoy esperando que me digas como. — Vas a levantar tu culo, subir a tu auto y conducir a Quántico, si de verdad quieres recuperarlo, hazle ver que le importas aún, y ¿cómo harás eso? Enfrentándolo cara a cara. Es hora de que tengas ovarios y te enfrentes a él. Freddy tenía razón, si de verdad quiere recuperar a Domenico, debe hacerle ver que aún es importante para él. Le demostrara que cambió, que lo sigue amando y que está dispuesta a todo. […] Claire y Domenico terminaban su entrenamiento, se habían cambiado y duchado, cuando requerían ir a una de las juntas para hablar del rendimiento de los chicos. Domenico estaba buscando su billetera, tenía hambre y quería comer algo antes de ir a esa junta. — ¿Podemos ir a comer antes de ir a esa jodida junta? – dijo. — Tal vez lo hagamos después – sonrió Claire mirando quien estaba en la recepción. — ¿Por qué? – la miró. — Si algo se de verdad, es que Domenico el sexy italiano, siempre deja intriga a toda la gente. Domenico estaba mirando raro a su amiga. — Claire ¿de qué mierda hablas? — Hablo de eso – señaló detrás suyo – Benner está pidiendo verte – le sonrió. — No jodas – susurro al ver que Morgan estaba en recepción, un par de segundos después la chica lo señaló y supo que lo estaba buscando. — Ve y habla con ella, ya está aquí, sabes que debió dejar su orgullo para que viniera hasta aquí para verte – dijo Claire. — Ya sé – susurro. — Te veré más tarde – beso su mejilla y se fue. Domenico se acercó a Morgan, su corazón latía con fuerza, estaba muy nervioso, no creyó que ella fuera a verlo. Sin duda, aún podía sorprenderlo sin tener que estar juntos. Lucia tan hermosa con unos pantalones negros, botas, una cmisa blanca, toso perfectamente arreglado como uniforme de milicia, su cabello n***o estaba amarrado en una coleta, tenía sus lentes oscuros sobre el cabello, sus labios rojos lo hicieron querer besarla como la hacía antes, pero controlo toda la avalancha de emociones en su interior. — Hola – sonrió Morgan – Espero no interrumpir nada. — De hecho, me libras de una reunión aburrida – los dos se sonrieron. No había tensión. No había bochorno. Eran ellos dos, después de años, frente a frente. — Hay un restaurante cerca ¿podemos ir? – ofreció Morgan sin saber qué más decir. — Claro – aceptó mirándola con una sonrisa. Salieron de Quantico y caminaron solo una calle, ninguno decía nada, se miraban de reojo, Morgan sentía la fragancia de Domenico, la hizo morderse las mejillas al recordar esa fragancia con tanta exactitud cuando lo tenía sobre ella. Domenico mantenía sus manos quitas, quería tomar de la cintura, de la mano, hacer eso que hace años hacían juntos. El silencio no era incómodo, pero podían sentir la tensión entre ellos. Cuando llegaron al restaurante, Domenico le dio el pasó a ella y se sentaron en una mesa que estaba casi al fondo. — ¿Cómo estás Dom? – sonrió mirándolo - ¿Qué tal es entrenar novatos? Morgan no sabía de qué otra forma empezar, así que comenzó por su área laboral. — Es divertido, cada día me sorprendo más – soltó una risita - ¿Y tú? ¿Cómo va tu trabajo, Sargento Benner? — Ya sabes, los mismos anormales de siempre – los dos rieron. Podían decir que no sentían nada, pero esas miradas, esas sonrisas decían muchas cosas, el amor que tanto ocultaban del otro lo transmitían por una mirada, una sonrisa al otro. Sentían como sus corazón volvían a sincronizar sus latidos después de mucho tiempo. Domenico pensó en lo hermosa que seguía viéndose Morgan, que los años la habían favorecido y no importaba cuanto tiempo pasara, ese lunar cerca de su ojo derecho siempre le resultaría sexy. Morgan pensaba en lo bien que se veía Domenico, el entrenamiento, los años, lo hacían ver más sexy que antes. Y no importaba cuanto tiempo pasara, siempre podía perderse en la profundidad del mar azul que tenía en sus ojos. — ¿Quieres ir al grano? – preguntó Domenico – Sé qué quieres saber el porque fui a tu casa el otro día. — Así es, me gustaría saberlo. — ¿Recuerdas aquel momento cuando yo salí del coma y tú me dijiste que todo fue por tu venganza, incluso lo nuestro? Morgan tenso la mandíbula, se repudiaba por decirle eso. — Si. — Bueno, dijiste que me debías una y me gustaría tomar ese favor. Morgan sintió una punzada en su pecho, siempre pensó en esa deuda, pensó en cuando ocurriría y llegó el momento. ¿Segunda oportunidad? Que idiota fue al pensar eso. — ¿A quién debo matar? – dijo mirándolo. — Wooow, tranquilo Morgan – sonrió divertido – No es nada de eso – suspiro – Mira, todo este año he tratado de adoptar, pero me han rechazado. Necesito una pareja y todo en regla para que pueda ser un punto bueno en las agencias – carraspeo un poco – Y, pensé en ti – Morgan sonrió un poco, aun había esperanza para lo suyo – Todo sería parte de un contrato. — ¿Contrato? – preguntó confundida. — Si, un contrato. Si aceptas esto, todo lo nuestro será un contrato y en cuanto den el visto bueno y me den un bebé, el contrato se acaba y volvemos a ser desconocidos como lo hemos sido estos años. Esa pequeña esperanza, se estaba esfumando. Morgan sintió una fuerte punzada en su pecho, estar del otro lado de la moneda no le gustaba, parecía que él le estaba diciendo lo mismo que ella le dijo cuando salió del coma. — ¿Me explicas? Estoy confundida, ¿a qué te refieres con contrato? Domenico sonrió un poco, su corazón latió con fuerza al ver que ella estaba mostrando algo de interés en el contrato. No puede ser iluso y caer de nuevo en su manipulación, pero le hace ilusión que eso pueda resultar bien. — Mira, tenemos que aparentar ser la mejor pareja del mundo, nos casaremos y viviremos juntos para que los supervisores sepan que de verdad queremos adoptar, cuando el largo proceso de la adopción pase y nos den un bebé para adoptar, será totalmente mío, no te involucraras y acabaremos nuestro matrimonio, el contrato terminará seis meses después de que tengamos al bebé. Habrá un espacio en blanco para poner una cifra de dinero que quieras por esto, calculo que será un año y medio o tal vez menos, y serás libre – suspiro – Y tranquila, podrás seguir saliendo con tus “citas” ya que lo nuestro no será real – la miró – Y si no aceptas, buscaré un plan B. — ¿Y cuál es ese plan B? — Un vientre rentado, es lo más factible y fácil para mí. Morgan estaba totalmente sorprendida por lo que le dijo, realmente esperaba que la parte de su favor sería matar a alguien no eso. Un contrato donde estarán juntos, donde Domenico pueda adoptar y formar una familia él solo. Siente escozor en sus ojos, él está devolviéndole el mismo p**o. La está usando, pero a diferencia suya, él sí le está dejando las cosas claras para que no se ilusione, no como ella lo hizo. — Domenico, tengo que pensarlo un poco, por favor. — Claro, tienes todo el tiempo que quieras – suspiro – Pero ya dije, tengo un plan B si no aceptas – la miró – Tú sabes que yo quería formar una familia y la verdad creí que contigo seria posible – sonrió triste – Me lo debes Morgan, solo que esta vez, nuestra relación será parte de un contrato justo como yo solo fui una pieza más para tu venganza. Una puñalada directo al pecho. Nada sería real está vez. — Supongo que me lo merezco – sonrió triste, manteniendo sus lágrimas a raya. — No supones – le sonrió. Domenico realmente estaba comportándose como tal, no le daría una oportunidad más, está vez no iba a caer. Tras un almuerzo corto y rápido en el que Domenico le hablo sobre como es dar clases en Quantico y Morgan diciéndole como es trabajar en la unidad de terrorismo. Salieron del restaurante en silencio, cada uno sumido en su mente hasta que una patrulla se detuvo frente a ellos cortándoles el pasó. — Domenico. — ¿Qué pasa Frank? – dijo Domenico al verlo alterado. — Quieren que asistas un suicidio en el puente. — Demonios – susurro – Vamos. Desde que Domenico llegó ahí, se había vuelto famoso por siempre detener a los suicidas y ahora era siempre a quien llamaban. Al llegar al lugar, Morgan miró que era una chica de pie al borde del puente, se preguntaba si sería capaz de detener a esa chica de no saltar del puente y acabar con su vida. — Situación – dijo Domenico a los oficiales que trataban de calmarla. — Parece que es Cassandra, tiene 23 años, su novio la ha dejado – dijo una oficial. — Gracias – suspiró y se acercó un poco a ella - ¡Hola! – saludo con una sonrisa – Cassandra… — No intente hacerme cambiar de parecer – dijo con la voz temblando. Domenico se acercó un poco más a ella, subió al borde del puente, Morgan estaba apunto de decir algo, pero al ver que solo se sentó a pocos pasos de ella se tranquilizo. — No te haré cambiar de opinión chica – le sonrió. — ¿Entonces qué haces aquí? — Solo quiero saber ¿Por qué estás aquí? Digo, ¿de verdad quieres acabar tu vida aquí? Es feo el arroyo, si yo quisiera terminar mi vida lo haría con una buena vista y no haría un espectáculo de ello. Morgan pasó una mano paso por su rostro, ella jamás fue tan incensible con las personas al borde del suicidio. — ¿Siempre es así? – preguntó al oficial a su lado. — Siempre consigue que bajen – respondió. Tal vez debería dejar que Domenico siga, no le ha dado el mérito de que siga con su estrategia. — Mi novio terminó conmigo – dijo la chica – Dijo que solo fui un juego, que jamás me amo, me trató como basura, como una cualquiera – susurro. — Se lo es pasar por eso – sonrió un poco. — Por favor, eso es mentira. — Mira te contaré mi historia y después tú lo haces, ¿te parece? – la chica asintió – A tu edad yo me case, creí amar a la chica correcta, pero la verdad estaba enamorado de alguien más – suspiró – Por desgracia era una agente que estaba a mi cargo, pero el corazón elige a personas incorrectas ¿no? Domenico llegó a sentirse como esa chica. Al borde cuando pasó lo suyo con Morgan. — Si – susurro la chica. — Te lo digo de verdad, ame a esa mujer con cada célula de mi cuerpo, cada momento a su lado era increíble, me veía formando una familia con ella. Quería una vida a su lado – Morgan sabía que esa persona de quien hablaba era ella misma y ahora se sentía como una mierda – Al final, todo el amor que duró mucho tiempo, se fue a la mierda, dijo que no era nada y que solo fui una pieza más en el rompecabezas. Dolió como no tienes idea. — ¿Y qué hiciste? – la chica se había sentado cerca de Domenico lo cual relajo a la mayoría de oficiales – Deberías odiarla por lo que hizo, eso hago yo. Aunque no es fácil. — Odiar a una persona no es bueno – la miró – No odio a esa persona, aunque si lo hice, mi corazón decía que odiarlo no era algo bueno. Así que me quede con los buenos recuerdos que tuvimos, esas lindas charlas de toda la noche, esos besos robados, esas sonrisas, esas promesas sin cumplirse… porque si me quedara a odiarla solo me amargaría, además si haces eso, con el tiempo todo tu sistema asimila que ese hombre no era para ti y en un momento al verlo será como ver una persona más en el mundo. Ella y yo nos convertimos en perfectos extraños, y fue lo mejor, así ninguno de los dos se amargo y pudimos seguir con nuestras vidas – le sonrió – Ahora Cassandra, te pido que hagas lo mismo, no vale la pena acabar tu vida de este modo por un simple ser humano, el amor de tu vida aun no llega a tu vida, él o ella te está esperando, está esperando tu llegada, así que no te rindas. La chica le sonrió, Domenico le dio un corto abrazo y la ayudó a bajar del puente. Morgan tenía una pequeña sonrisa, estaba orgullosa de él, del hombre en que se había convertido. Ahora sabía que él no la odiaba ni le tenía rencor, de ser así Domenico jamás hubiera ido a su casa a pedirle ese favor. No tiene que pensarlo más, aceptara el trato, sabe que, aunque todo sea parte un contrato, puede reconquistar el corazón de Domenico y cumplir esas promesas que se hicieron en el pasado.
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