Prólogo - Noche Alocada
Una... Dos.... Cinco... Ya iban mucho más de trece vasos de cerveza los que Park Jimin había bebido sin parar, y de hecho él seguía ingiriendo alcohol a montones. Y vaya sorpresa que estaba siendo aquello, pues esa estaba siendo su primera noche en desveló y sobre todo en ingerir alguna bebida alcohólica. Realmente no la estaba pasando nada mal como él lo habría creído, no hace mucho estaba rehúso a ser arrastrado a dicha fiestita, pero pobre de él que no contaba con amigos tranquilos -en todos los sentidos-, pues estos queridos mejores amigos habían sido algo así como muy, muy molestamente insistentes casi por dos semanas, y bien, Jimin solo se vio obligado a aceptar, obligado porque él no era un chico de fiestas de ese estilo. Para nada. Lo suyo era lo tranquilo; como una boda, una reunión con amigos, salidas a restaurantes... Las cosas más sencillas y aburridas que ningún adolescente en estos tiempos quería realizar, siendo Jimin casi el único en su especie.
Pero ahí estaba él, disfrutando de la muy alocada fiesta en casa de algun universitario del que no tenia ni idea.
—¡Hey, Jimin!, ¿¡aún te sigue pareciendo buena idea estar en casa y no aquí!?— Le gritó uno de esos amigos insistentes, Taehyung había alzado la voz por obvias razones; Los ridículo tono alto de la música era ensordecedor. El menor solo asintió sin saber que se le fue dicho mientras sostenía una botella de lo primero que encontró en una de las mesas de bebidas.
—No te lo quiero decir, pero te lo dije— Ahora fue un pálido chico que le habló, este fue inteligente y acercó sus labios a los oídos contrarios para ser escuchado. Park con la poca cordura que aun tenia puso los ojos en blanco de manera divertida y lo lanzó lejos. Min Yoongi sonrió ladino mientras se alejaba en busca de "ponche de frutas sin alcohol".
... Llegó un momento en la fiesta donde el alcohol ya había sido suficiente y las luces solo eran borrones desenfocados, en donde el cuerpo se movía sin noción del tiempo o con cordura. Simplemente cada quien iba por su lado, realizando una que otra locura impensable, locuras que nunca se cumplirían estando sobrios. Ellos se separaron... Ya nadie sabía del paradero del otro o lo que le estaba pasando; las sustancias ingeridas no les permitía pensar en preocuparse o alguna cosa parecida por los que eran sus amigos... Esta noche se trataba de disfrutar, estaba pasando. Pero puede que uno, o dos, tal vez muchos más, lo estuvieran pasando demasiado bien.