—Señora Virginia, la niña necesita una transfusión sanguínea de inmediato porque su vida corre peligro, tiene anemia. —El primer pensamiento que tuve no era el de una madre, para mis adentros desee que no viviera, pero instantes después cambie de parecer. Me arrepentí al ver a Oliver sentado en una silla poniendo el brazo para donar sangre. Me atacó un sentimiento de culpa, fuí y me arrodillé a sus pies y le dije: —¡Te juro que no sabía que estaba embarazada! Tienes que creerme. Sé que te sientes traicionado pero te estoy siendo muy sincera. ¡Yo no sabía! —Las enfermeras me agarraron y me levantaron porque me llevaban a la habitación de recuperación. Él alcanzo a acariciar mi rostro y dijo: —Ya lo hablaremos por ahora solo me importa que mi sangre sea compatible para poder donar y que
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