El grito fue escuchado por el ama de llaves, quien se apresuró a subir al segundo piso. —Señora, ¿está bien? Máximo la miro con una sonrisa divertida y Thalia respondió para tranquilizar a la mujer afuera. —¡Todo está bien, Elena! ¡Puedes irte! —Señora, si necesita algo llámeme. —Está bien — dijo y miro al hombre con ojos hostiles —¿No sabes tocar la puerta? —Esta es mi casa, mi dormitorio, ¿por qué debería llamar a la puerta? — dijo con suficiencia, pero sus ojos no podían apartarse de su cuerpo desnudo. Fue entonces cuando Thalia recordó que estaba desnuda, por lo que se apresuró a tomar la toalla a su lado. —¡Lárgate! —¿Por qué debería? Aquí la que debería irse eres tú. ¡Esta es mi casa! — Máximo parecía divertirse molestándola. Thalia no pudo soportar su burla. Se levantó de