La respuesta de Thalia también fue fría y decisiva. — Quien me gusta, es asunto mío, y no depende de ti, si sigo usando las cosas de otros hombres. — No me desafíes, Thalia, no te gustarán las consecuencias. —Jamás serás mi marido. La única razón por la que sigo aquí es porque Paolo está muerto. Si él todavía estuviera vivo, estoy segura de que… Las palabras de Thalia fueron tragadas por el beso posesivo de Máximo. Thalia lucho contra él y golpeo su pecho con fuerza. Ella corrió hacia la puerta de la habitación, pero fue atrapada por él. Máximo la sujeto por su cintura y la llevo hasta la cama. —¡Suéltame! ¡No te atrevas a tocarme! Esto solo sirvió para incrementar sus deseos y su rabia en igual medida. Quería demostrarle que era suya. Que ella era su mujer y que el único hombre que c