CAPITULO 4

2745 Words
—¡Señora, no esperaba fueras tan buena! Cuando ella escuchaba la palabra señora, se sentía incómoda. No tenía nada que ver con ese hombre, entonces, ¿Por qué debería ocupar el puesto de señora? Si algún día él tiene a alguien de quien enamorarse, ella renunciara a su puesto sin dudarlo. —No me llames señora, solo llámame Thalia— dijo sonriente. —Bueno… — Piero vacilo — No me parece adecuado. Thalia dijo con insatisfacción — Si optas por llamarme, señora, entonces yo me referiré a ustedes por sus apellidos y también los llamaré, señor. Bruce dijo apresurado — Por mi parte está bien, me gusta más llamarte Thalia. Ella asintió con la cabeza — Así es, me siento más cómoda si dejan de llamarme, señora. No tengo amigos aquí, y ustedes son mis nuevos amigos. ¿No deberíamos llamarnos por nuestros nombres? Piero todavía dudaba, pensando si era una buena idea, pero Bruce accedió rápidamente. —Ok, ahora, ¿qué tal una revancha? — mientras hablaba, hizo un lanzamiento y Bruce se echó a reír. Una semana después, Máximo aún no regresaba, pero a Thalia no le importaba en absoluto. Antes, estaba confundida sin saber qué hacer, pero después de la compañía de Bruce y Piero, ya no se sentía tan sola. Casi olvidándose de su fulano esposo. Se sentía como si no estuviera casada. De vez en cuando todavía piensa en Paolo, y cada vez que piensa en su desaparición, le duele el corazón. Los días que habían compartido parecían una ilusión, un sueño del cual no quería despertar; sin embargo, aun así, tenía que despertar al final, y enfrentar la realidad de que había desaparecido. Tomo de su mesita de noche, una bola de cristal, en ella había una pareja, uno era Paolo y el otro era ella, se abrazaban bajo la nieve. Presiono el botón y una melodía romántica resonó en la habitación. El ritmo relajante la transportaba a sus días de felicidad con él. Recordando lo felices que habían sido y las promesas incumplidas, sus ojos se humedecieron. Parpadeando fue al baño a lavarse la cara y cuando volvió a entrar en la habitación, vio a su marido sosteniendo con curiosidad la bola de cristal. Ella sin pensar se apresuró hacia delante y estaba a punto de arrebatársela. —¡Dámelo! ¡Es mío! — su tono era duro, como si la persona frente a ella le hubiera robado algún tesoro. —Es solo una bola de cristal, ¿Y que si no te la quiero devolver? — levanto las cejas y la miro provocándola. La chica de la bola de cristal es muy parecida a ella y el chico también resultaba familiar, pero en ese momento Máximo no podía recordar a quien. La había tomado por simple curiosidad, pero al ver que a ella parecía importarle, quiso demostrar su supremacía. —¡Te dije que me lo dieras! — ella agarró su brazo y estuvo a punto de tomarla, pero él era más alto que ella y tuvo una reacción rápida, por lo que la alzo sobre su cabeza. —¡Lo diré de nuevo, devuélvemelo! — Advirtió Thalia son saña — Si no lo haces, no responderé de mis actos. —¿Qué harás? ¿Qué pasa si no quiero? — le intereso su actitud y quiso ver que sería capaz de hacer lo que ella le pedía. Thalia apretó los dientes y lo ignoro, salto para tratar de alcanzarla, no obstante él levantó el brazo aún más, ella siguió saltando, pero sin tener éxito, en unos minutos estuvo sin aliento y la bola de cristal todavía estaba en su mano. —La chica eres tú, pero… ¿Quién es él? — pregunto curioso — Si me lo dices, te lo devolveré. Ella hizo una mueca, tomo el brazo de Máximo y lo mordió sin compasión. El hombre gritó de dolor y tiro la bola. Esta cayó pesadamente al suelo. —¡Te dije que no respondería! — grito y quiso ir por la bola. Máximo miró las marcas en su brazo y dijo con una sonrisa burlona. —Te recuerdo que eres mi esposa, por lo que no permitiré que conserves cosas de otros hombres. Tomo la bola de cristal y la arrojo por la ventana, —¡¿Cómo te atreves?! — ella rugió en voz alta — ¡Te mataré! Ella corrió hacia él, él sonrió burlándose y la esquivo. Ella cocho contra el borde la mesa, ignorando el dolor y negándose a admitir la derrota, corrió de nuevo hacia él. Máximo volvió a sonreír y la vio desplomarse en el suelo por el dolor y sin aliento. Se echó a llorar. —¡Te odio! — ella lo miro con lágrimas en los ojos. Pero él no se conmovió de su dolor y sus palabras, en cambio, se burló — ¡El uno al otro!. Ella se dio la vuelta y salió de la habitación. Corrió escaleras abajo, sin importarle las lágrimas en sus mejillas, solo quería encontrar la bola de cristal que él había tirado. El ama de llaves se acercó a ella y pregunto — Señora, ¿Qué sucede, perdió algo? Yo la ayudaré a encontrarlo. Hace un momento ella y los sirvientes escucharon la pelea de la nueva pareja. Todos se lamentaron que unos recién casados fueran tan infelices. Thalia apretó los labios con fuerza, trato de calmar sus emociones, no hablo, solo siguió buscando en la hierba. Sabía que Elena era una buena persona y la trataba muy bien. Incluso sintió el calor de una madre a través de ella, pero en este momento estaba sumamente molesta. Y no quería hablar con ella. Finalmente, en la hierba, vio la bola de cristal, pero solo había fragmentos y ella y Paolo se rompieron en pedazos. Al igual que su corazón en estos momentos. Al igual que sus sueños, ella sostuvo los pedazos y lloro desconsoladamente. El ama de llaves estaba a su lado, confundida. Tan pronto como Piero entro y vio esta escena, corrió hacia Thalia y no puedo evitar preguntar. —Thalia, ¿Qué paso? En ese instante, su localizador sonó. Era Máximo. Él contestó a través del auricular. —¡Jefe! —¡Ven a mi estudio de inmediato! — la voz del otro lado era severa. Piero estaba repentinamente nervioso, no esperaba que Máximo regresara, sus ojos subconscientemente miraron hacia arriba y vio la figura alta y fría mirando desde el balcón. Máximo se dio la vuelta y entro. —Señora… tengo que ver al jefe. — No sabía lo que había pasado, pero sospechaba que las lágrimas de Thalia, tenían mucho que ver con su marido. Thalia mantuvo la mirada en los pedazos rotos del cristal. Algunos cortaron sus dedos, pero no le importaba. Él dudó un momento antes de subir las escaleras y antes de irse le dijo a Elena. —Elena, cuida de sus heridas. —No te preocupes Piero, me ocuparé de inmediato — dijo respetuosamente el ama de llaves. Llamo a la puerta, pero nadie respondió, empujo y después de escanear todo el estudio, no vio rastro de Máximo. Cuando estaba a punto de salir, lo vio caminando hacia él, se paró junto a la puerta y lo espero. Máximo entró al estudio y pregunto sin rodeos —¿Hay alguna noticia de Paolo? —No… — tan pronto como menciono a Paolo, la expresión de Piero se volvió seria de inmediato. En esa gran explosión, la Agencia Internacional de Policía Criminal determino que Paolo murió e incluso se hizo un funeral para él, pero Máximo cree que él no está muerto. No solo lo piensa él, sino todos en el Grupo Royal. Después de escuchar las dos palabras que dijo Piero, Máximo guardo silencio durante mucho tiempo y luego dijo. —Avísale a Bruce que venga inmediatamente. Piero rápidamente presiono el botón de su reloj y estaba a punto de hablar cuando escucho el sonido de un motor rugiendo en la planta baja. Se sorprendió por un momento y luego se dio cuenta de que se trataba de Bruce. Tan pronto salió del auto, vio a Thalia con los ojos rojos e hinchados. —Thalia… ¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras? Dime quien te hizo daño… Un sudor frío brotó en la espalda de Piero. Esta vez probablemente el jefe lo envíe al Sahara. Temiendo que dijera algo imprudente, presiono el botón y dijo. —Bruce, el jefe, está esperándote. ¡Sube de inmediato! No mucho después de la conversación. Lo primero que hizo al entrar, no fue acercarse al jefe, sino continuar diciendo. —Jefe, ¿Qué le pasa a Thalia? Sus ojos están rojos e hinchados… y sus manos están cortadas. ¿Qué sucedió? De pie junto a él, Piero cerro rápidamente los ojos. Este hombre probablemente no valora su vida. Máximo entrecerró los ojos y pregunto severamente. —¿Thalia? ¿Parece que hay mucha cercanía entre ustedes? — frunció el ceño y sonrió de medio lado. La expresión de Bruce se congeló de inmediato y luego se dio cuenta de que había dicho algo incorrecto. —Lo siento señor. Máximo alzo su rostro y los miro a los dos — Quiero que me confirmen la muerte de Paolo. —La muerte de Paolo, Rebeca lo está confirmando, señor… — Bruce no tuvo más remedio que responder. —¿No te pedí que lo hicieras personalmente? ¡¿Cuándo dije que la enviaras a ella?! ¡¿Te atreves a desobedecerme?! Bruce respondió apresuradamente — Le dijimos que no fuera, pero ella insistió, señor. Usted la conoce, una vez que se propone algo, no puede detenerse. La temperatura en el estudio bajo unos grados. Después de mucho tiempo, Máximo tomo su teléfono móvil y cuando estaba a punto de hacer una llamada, la puerta se abrió de repente, miro hacia arriba y vio a Thalia parada en la puerta. Con los ojos rojos por el llanto y lágrimas derramándose en sus mejillas, grito con todas sus fuerzas. —¡Quiero divorciarme de ti! —¡Elena! — llamo Máximo con impaciencia — ¿No dije que nadie puede ingresar a mi estudio sin mi permiso? El ama de llaves en el piso de abajo escucho la pelea y se apresuró a subir. —¡Señor! Luego vio a Thalia de pie en el estudio, mirando a Máximo con rabia y desdén. —Señora, venga, le prepararé un te para los nervios — dijo la mujer en voz baja tratando de convencer a Thalia. Ella sacó sus manos y repitió — Quiero divorciarme de ti. —¡Elena! — Máximo repitió esta vez con ferocidad. —¡Señora, por favor! — el ama de llaves le dijo casi suplicante — Salgamos. Ella conoce el temperamento de su jefe, aunque suele ser un hombre tranquilo. Cuando se enoja es difícil de controlar. Thalia permaneció de pie en medio del estudio. Hizo oídos sordos a las súplicas de la mujer. —¿Crees que quise casarme contigo? Usaron a mi tío para obligarme, no tuve más opción que ceder. Pero, no pienses que puedes pisotearme. No dejaré que me humilles y mucho menos que rompas mis cosas. En este maldito matrimonio, no solo sufriré yo. Si me atacas, no esperes que me quede de brazos cruzados. Después de decir esto, Thalia se dio la vuelta y salió del estudio. Elena la siguió de inmediato. Bruce y Piero, se quedaron de pie incómodo, sin poder irse, solo miraron en silencio. —Thalia… — Bruce miro a Máximo, que estaba tan frío como un pedazo de hielo, y rápidamente se dio la vuelta y salió a perseguirla. —¿A dónde supones que vas? — Bruce se dio la vuelta cuando Máximo gruño detrás de él. Piero se acercó unos pasos y le susurro a Máximo — Señor, ella es alguien elegida por su tío. Él debe haber tenido poderosas razones para hacerla parte de esta familia, no es conveniente, si el anciano se entera… Antes de que terminara de hablar, fue interrumpido por Máximo — ¡Lo sé, no necesito que me lo recuerdes! Regreso a su escritorio y les ordeno volver a la empresa. Los dos hombres abandonaron rápidamente la habitación. En el auto Bruce comento preocupado. —¿Qué crees que paso con Thalia? ¿Qué hizo el jefe para que llorara de esa manera? Piero mantuvo la mirada hacia delante. —No debes inmiscuirte, ella es la esposa del jefe. Además, no estaba muy feliz de ver tu confianza hacia ella. Pase lo que pase, nuestra lealtad está con Máximo D’Luca. —Pero sus manos estaban envueltas en gasa — continuó ignorando la advertencia de Piero. Cuando llegue Elena estaba tratando sus heridas. Piero le dio una mirada de reproche. —¿No escuchas lo que te digo? No preguntes, eso es un asunto entre ellos. —Estoy escuchando, pero no puedo evitar preocuparme. — su mirada mostraba complicación — Ella dijo que fue obligada a casarse con el jefe. ¿Como dos personas que se odian, pueden ser felices? —No solo Thalia fue coaccionada. No quise decir nada el día de la boda. Pero Máximo también fue obligado a este matrimonio, y su tío no le dio ninguna explicación. —Y si ayudamos al jefe a investigar, tal vez podamos encontrar algo — Bruce estaba ansioso por intentarlo. Piero no estuvo de acuerdo — Es mejor no hacerlo, todo es asunto de la familia D’Luca, es mejor que esperemos y veamos que sucede. Bruce asintió y suspiro —Solo espero que el jefe pueda enamorarse de ella. De lo contrario, sufrirá. Después de que Piero y Bruce se fueron, Máximo se sentó en soledad en su estudio durante largo rato. En los últimos días, había investigado a su nueva esposa y cómo su tío la obligó a que se casara con él. Solo había una pregunta sin respuesta. ¿Por qué su tío recurriría a medios tan bajos para obligarla? Era consciente de que no podría obtener información de él, por lo que fue directamente a hablar con el hombre en cuestión. Busco al tío de Thalia, pero el hombre tampoco le dio ninguna respuesta satisfactoria. Él, tampoco sabia lo que pasaba. Después de muchos días sin tener éxito, regreso a casa. Una hora después se levantó y salió del estudio. Elena estaba esperándolo en la sala principal y él preguntó sin rodeos. —¿Dónde está? —En el jardín señor — la mujer dudo en hablar. —Di lo que tengas que decir Elena, no lo pienses tanto — Máximo pensó en la expresión arrogante de su esposa cuando lo había enfrentado y la ira volvió a surgir en su corazón. El ama de llaves bajo la cabeza. —Señor, sé que la persona que realmente le gusta no es la señora, pero en estos días, pero ella es muy amable y también noble… Máximo levantó su mano para interrumpirla. —No me interesa — luego se fue directamente. La mujer miró su figura que se alejaba y sacudió la cabeza con impotencia. Thalia miraba las rosas en el jardín colgante, sus ojos escondían un profundo dolor y la gasa blanca en su mano se volvió del mismo color de las rosas que adornaban el jardín. Ella apretaba la mano con fuerza, la ira a un ardía en su sistema. ¿Cómo se atreve? ¿Qué derecho tiene? ¡Ellos no eran un matrimonio real! Máximo la vio en la distancia y camino hacia ella. —Acompáñame. —¿No tengo un nombre? — se quejó Thalia y sin intención de moverse. Máximo se masajeó las sienes y respiro profundo, esta mujer se proponía sacar lo peor de él. —Thalia, acompáñame. — dijo a regañadientes. Ella se dio la vuelta y clavos sus llorosos ojos verdes en él. En ese instante una sensación extraña se clavó en su pecho. Y no pudo apartar la mirada de sus ojos durante un buen tiempo. Thalia lo miro con indiferencia y frunció los labios en una mueca de desprecio. —¿Vas a quedarte ahí parado? Máximo reaccionó de inmediato y se dio la vuelta, esperaba que ella lo siguiera. —¿A dónde vamos? — lo siguió de mala gana — Máximo, hay algo que debes tener muy claro. No soy tu esclava ni tu subordinada. Soy tu esposa, nuestro estado es igual.
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