Donde Isabella menos pensó que la llevarían era a una galería de arte, y era en una que aparentaba ser muy costosa que el auto se detenía. -Ehhh… ¿Disculpe?¿Qué hacemos aquí?- preguntó al chofer que no volteó a verla, pero la miró a través del espejo retrovisor. -El señor ordenó que la trajera hasta acá. -¿Él está dentro?- preguntó ella mirando la elegante entrada y los hombres de seguridad. -Sólo puedo decirle que mi trabajo era traerla y aquí está. Por favor, bájese del auto ahora- Isabella quiso insultarlo pero estaba muy nerviosa pa hacerlo, abrió la puerta y bajó, cerrándola con tal vez demasiada fuerza al salir, se acomodó el vestido que parecía empeñado a enrollarse bajo su trasero y caminó con calma y precaución s obre los peligrosos zapatos. Llegó al portero que sostení