El día siguiente para Isabella fue… Peculiar. ¿El por qué? Porque un chófer fue el encargado de llevarla a su trabajo habitual. Ella se arrepintió de no haber escogido un mejor atuendo, en cambio usó su viejo y desgastado jean alto, un suéter color lavanda manga larga para ocultar sus heridas y sus mocasines negros de siempre. Su cabello estaba suelto y sus mejillas sonrosadas debido a la incomodidad de un hombre uniformado callado y manejando un coche que le exigía montarse por orden del Señor S. hacía más que un rubor de marca. Cumplió las horas sin mirar alrededor, sabiendo que su compañero la miraba con intensidad y esperaba cualquier momento por hablarle, razón por la cual contestó sin pensar su celular al minuto en el que se vio libre y observó al chico dirigirse a ella. -¿Bueno?