(Willa) —Pero, espero que me permitas estar ahí para apoyarte —continuó. No retiró su mano de la mía—. No financieramente, sino emocionalmente. Somos amigos, ¿recuerdas? —levantó una ceja, desafiándome a estar en desacuerdo. —Así es —estuve de acuerdo, aunque definitivamente estábamos convirtiéndonos en algo más que eso. —¿Entonces me permitirás estar ahí para ti mientras lo descubres? —preguntó y parecía contener la respiración. —Sí —con esa palabra, supe que no había vuelta atrás. Lo que fuera que esto fuera, estaba sucediendo y ninguno de los dos podía o quería detenerlo—. Sí —repetí, y en ese momento sentí algo que nos unía. Hubo un golpe en su puerta antes de que se abriera de golpe. Retiré mi mano de la suya al instante. —La mayoría de las veces, es educado que las personas lla