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2267 Words
-Entonces lo enviaron por que provocó unos problemas—Comienzo a hablar mientras Erin corta un poco de fruta. -El general Arthur no deseaba que su hijo se metiera en más problemas, no es bien visto. Así que lo enviaron por un tiempo, pero debía regresar para continuar con su vida universitaria—Asiento entendiendo el caso del “chico problemático” que ni siquiera se presentó a la cena familiar que le tenían preparada. -Y ¿Está aquí?—Pregunto de repente curiosa tomando un pedazo de melocotón. Erin me da una mirada picara sosteniendo el cuchillo. -Está durmiendo, llegó tarde anoche, no sé ni dónde estuvo metido—Vuelve a cortar—Pero—Me apunta con el cuchillo—No causen problemas, ya tengo suficiente con Megan y estoy vieja para esas cosas. —Esbozo una sonrisa terminando mi desayuno. -Elaine, buenos días—Saluda el general con su uniforme puesto. Saludo con la cabeza ya que tengo la boca llena de comida--¿Ya se despertó?—Pregunta tomando su taza de café. -Duerme como un bebé—Habla Erin sacando otros platos. El hombre a mí lado bufa con una sonrisa ladina, porque en el fondo sé que aunque su semblante es duro y emite temor, le tiene un inmenso cariño a su familia y se encuentra feliz por el regreso de su hijo. -Bien, déjalo dormir, pero si en media hora no está despierto, tírale un balde de agua fría, esta no es una casa de flojos—Se levanta de repente tomando su sombrero—Adiós Elaine—Besa mi cabeza y se aleja mientras muero de la risa por dentro deseosa de alguna manera de ver cómo despiertan a Darién. Ya que si, ya sé bien quién es. Y al principio no puedo negar que me avergonzó saber que él era el que me había visto desnuda en la ducha de la universidad, pero saber las mentiras que ha creador y el hecho que voy a estar viviendo con él, me da gracia sin duda alguna. Hoy no tengo clases por lo que puedo relajarme, y el lugar brinda toda tranquilidad posible contando con unos jardines, lago, piscina y algunos prados que te permiten respirar el aire fresco. Mi lugar favorito es una pequeña cabaña en forma de cúpula alejada de todo, es un sitio que te deja sin suspiro y no por el terrible moho que hay en algunas partes sino por la belleza que transmite a pesar de tener pintura blanca desgastada y madera algo rota. Los últimos meses no han sido simples, y la confusión llega a ponerme nerviosa tantas veces que ni yo logro entenderme. No hablo mucho acerca de lo ocurrido, no me permito hacerlo, la particularidad de mi vida no creo que sea del interés de alguien más y menos si lo único que pronuncia es un “lo lamento tanto”. Por eso creo que los Miller son las únicas personas con las que cuento y confío, porque a pesar de que lo saben todo lo único que me han dado es una sonrisa y apoyo sin decir una sola palabra, y para mí eso vale mucho más que un pésame. ** DARIÉN. El aire fresco de Nebraska entra por mis fosas nasales y me es imposible no soltar un suspiro de alegría al saber que he regresado a casa. Mi tiempo fuera fue una tortura, aunque de vez en cuando lograba escaparme y hacer algunas locuras con mis amigos. Pero era hora de regresar, y no veía la hora de estar de nuevo en el campus con mis compañeros de juego. Mi casa sigue intacta, aunque vi unos zapatos extraños en la entrada, supongo que son de mi madre. Megan salta de un lado a otro y sé que ha empeorado su hiperactividad y que me encuentro en zona de peligro ya que lleva meses sin hacerme bromas y ha tenido el tiempo necesario para crear hasta la 3ra guerra mundial en casa. Mis padres me saludan con emoción en los ojos la mañana que llego pero no deseo permanecer por mucho tiempo ahí, por lo que salgo de casa un rato en mi Harley—regalo de mi abuelo—para dar un paseo y de paso ir a la universidad. -Vaya, vaya ahora te has vuelto europeo ¿no?—Nick me da unos leves golpes en los hombros que correspondo como un abrazo. --¿Sabes cuánto tuve que pasar aquí? -Sé que no puedes vivir sin mí—Hablo con una carcajada mientras él empieza a guardar su camisa en la que resalta el número13 en su locker. –Y bien ¿qué haremos? -Tendrás que ponerte en forma hermano, mucho tiempo tomando el té—Suelta una carcajada rociándose al tiempo una especie de spray que me hace toser enseguida. Y soy un Miller, que se mantiene en forma y me he indignado con las palabras de mi amigo—suponiendo—por lo que el lado travieso sale y tomo rápidamente su ropa y jalándole la toalla dejándolo como su madre lo trajo al mundo. -¡Estás muerto Darién!—Grita corriendo detrás de mí pero corro cada vez más rápido tratando de idearme qué hacer con la ropa. Finalmente qué mejor que mojarla. Entro a las duchas donde una regadera suena al igual que un tarareo, pero el suelo está mojado y me resbalo cayendo sobre un cuerpo que enseguida percibo que no es masculino. Estatura medio alta, un cuerpo bellísimo a decir verdad que no logro admirar por mucho ya que la chica con ojos miel se cubre enseguida con la cortina que se encuentra a su lado. ¿De dónde ha salido esta chica? Poco después Nick aparece detrás de mí igual de sorprendido porque no logro quitarle la mirada de encima a aquella chica que sigue mirándome sorprendida y asustada, no la juzgo, que alguien te haga caer en la ducha dejando ver toda su anatomía no es nada lindo. Excepto para mí quien logró tener una vista espectacular de ella, ¡Vaya bienvenida! -¿Se les perdió algo? Por si no saben éste es el baño de mujeres—Sonrío ante su ocurrencia al oír por primera vez su voz. No es ni muy aguda ni grave, es perfecta para oírla gemir sin duda. Ella mantiene su mirada en nosotros y deduzco que está enojada. Mantengo mi mirada de la misma manera para intentar descifrarla y pensar cómo es que aún no la había visto. Pero ella no se queda atrás, me observa de pies a cabeza y por obviedad sé que le gusto.   -Nena, creo que tú eres la que estás perdida—Hablo dejándola perpleja ya que su cara cambia enseguida fijándose en el lugar. Si, se equivocó de lugar.. –A no ser que estés confundida con tu sexualidad—Impulsivamente  muerdo mi labio porque tener a aquella chica frente a mi semidesnuda me hace pensar varias cosas.—Cosa que dudo porque estás…--Buena, buenísima, es hermosa en todos los sentidos. Pero mi amigo habla antes que pueda pronunciar otra cosa y la cague. -Es el baño de hombres, debiste fijarte—Sonríe  como un tonto detrás de mí y finalmente se cubre porque no estaba dispuesto a seguir viendo su trasero. Nick me susurra avisando que su mejilla está algo roja por el golpe y su esponja está en el suelo, por lo cual se acerca cautelosamente y yo solo pronuncio lo estúpido que se ve en ésta situación. Cuando menos pienso mi amigo se encuentra cubriendo su nariz que ahora deja ver cómo un poco de sangre se desliza en su labio mientras la chica corre agarrando su toalla. ¡Qué mujer! Suelto una carcajada examinando a mi amigo quien se queja y esboza maldición tras maldición ya que su precioso rostro ha sido arruinado. -Necesitarás un cirujano plástico—Sonrío con las manos en mis caderas. -Yo solo quería darle la esponja y decirle que fuera a enfermería, ¿qué le pasa a las mujeres hoy en día? –Se queja tocándose su nariz. -Yo le hubiera dado otra cosa—Vuelvo a morder mi labio entre una sonrisa—Pero claro, ahora todos somos unos malpensados, ¿qué creías? Que se quedaría con nosotros e hiciera un estriptis en la ducha—O que buena idea Darién, ¿por qué no lo pensé antes? -Ya quisieras—Me da unos toques en el hombro para salir del lugar y dirigirse obviamente a la enfermería donde se ha quejado por más de diez minutos, su nariz no está rota, pero esa chica, sí que tiene fuerza. -¿Quién te ha golpeado hijo?—Habla el entrenador hecho una furia, y en verdad nos trata como sus hijos, ya que dio brincos de alegría al verme y el que su corredor se esté quejando del dolor por un golpe que no fue provocado por él lo pone de muy mal humor. -Nadie importante entrenador—Dice aun con algunas gasas de la enfermera. Compartimos miradas entendiendo que no podemos decir que una chica lo golpeó, claro que no, sería el hazme reír entre los del equipo. -Fue uno de otra universidad supongo, alguna broma por mi regreso coach—Aviso llamando su atención, y mentirita tras mentirita nos cree dejándonos libres del interrogatorio. -Ese imbécil me las pagará, nadie toca a mi equipo—Grita saliendo agitado de la enfermería mientras yo suelto una carcajada porque todo esto lo ha provocado una chica. -No—alza su dedo índice—Digas nada, no te atrevas—Alzo las manos en defensa  y cubriendo mi boca esperando que la enfermera me dé una de esas paletas de colores. Después de escuchar los quejidos de Nick todo el camino hacía su casa me encuentro en problemas, es tarde, y se suponía que cenaría con mis padres y mi hermana por mi regreso. Pero ahora me doy cuenta que estoy frito y el regaño que recibiré de mí padre será peor del que me dio antes de irme. Indignante que su hijo el mismo día que llega desaparece. Estaciono mi transporte en la gran cochera de la casa soltando un suspiro. He llegado y la agonía me invade al igual que sentirme como un ladrón intentando entrar a casa sin ser escuchado.  Paso a la izquierda, esta tabla siempre suena, derecha, “Hay brownies en la cocina” Hago una pequeña parada tomando algunos y sacando la botella de leche pero una sombra aparece de repente dejándome espantado. Altura media con rulos en el cabello, una mascarilla verde en la cara, y pantuflas rosadas que parecen ser algún cachorrito muerto. –Erin, me asustaste—Pongo una mano en mi pecho dándome alivio a mí mismo. -Yo debería ser la espantada, no te he visto en todo el día y ahora te dignas a a****r mi cocina—Enciende la luz—Ven y dame un abrazo—Me acerco enseguida correspondiendo su abrazo pero en verdad es baja. La mujer que me cuidó y me ha aguantado por tanto tiempo. Luego de un caluroso abrazo toma asiento en una se las sillas altas de la isla. –Estas no son horas de llegar Darién, esta noche era importante para tu padre. –Regaña señalándome con uno de sus dedos. Asiento metiéndome otro brownie a la boca. -Tuve un inconveniente Erin, una chica golpeó a Nick—Me da una mirada de sorpresa mientras cubre su boca para evitar soltar una carcajada—No le digas que te dije, fue un accidente pero tuve que aguantármelo mientras lloraba.—Suelta un suspiro como si recordara algo. -Bien, será entonces mañana, tendrás que conocer a alguien—Sonríe de repente parándose de su sitio—No te sorprendas Darién, creo que verás de nuevo a esa chica--¿La de la ducha? Ja si lo hago, no perderé la oportunidad, tras de que en verdad me he sentido atraído, me encantaría darle una n*****a por haber hecho llorar a mi amigo y que se quejara conmigo, eso no es tener corazón. Niego enseguida con una cara de horror, si, en verdad no sería una buena idea. ** Desordeno mi cabello un par de veces esperando relajarme en la piscina, esto sí que lo extrañaba. Tomo una de las toallas del armario y me dirijo a la piscina cubierta con la que contamos en casa, aun así esta con un solo click de un control se puede abrir el techo dejando a la vista ya sea el sol o la luna. Un lugar de verdad hermoso. Mi ceño se frunce al ver que el agua está turbia dando señal que alguien se encuentra en la piscina. Y mi suposición es cierta, cabello largo cubriendo parte de su espalda y traje de baño n***o de dos piezas, madre mía. Lamo mis labios al ver sus características físicas y sin dudarlo admiro su buen trasero. ¿De dónde ha salido esta chica? No lo sé, pero espero que sea un buen regalo, porque sin duda se ve increíble. Soy un hombre que no es amigo de los compromisos, me gusta disfrutar de las mujeres por un rato y conseguir experiencia, no creo que alguien sea capaz de comprenderme y no me siento listo para una relación, porque ninguna chica me ha atraído de esa manera. De repente siente mi evidente mirada por lo cual gira su rostro dando a conocer su identidad. Qué rayos hace aquí.        
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