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2171 Words
Darién Muevo mi cabeza un par de veces e intento cerrar mi boca—Hay moscas Darién—Me avisa mi subconsciente. Ella, solo lo alejó, así de simple hizo algo que jamás nadie se atrevió a hacer y me gustó. Con orgullo alejó a Nick dejándolo anonado pero no más que yo. Y puedo parecer un completo inútil sin dirigirle la palabra intentando evitarla por todo motivo porque sé que he metido la pata y no sé cómo remediar el error que he cometido. Pasé toda la noche pensando en cómo podría disculparme, jamás lo he hecho, solo algunas veces con mis padres, pero ese recuerdo se desvanece con el tiempo, y menos con una mujer, sin contar a Erin claro está, ella merece todo respeto ante todo, quién más me aguanta. No me motivé ni un solo segundo a hablar con ella, y ahora menos por cómo me ha dejado. Se veía realmente tranquila ante todos, y pensé que nos delataría pero solo se acercó con una sonrisa, ¿cómo hace eso? Puedo jurar que se podría mantener segura todo el tiempo sin importar qué pase. -Sin duda alguna, ella es—Mi amigo queda algo pensativo pensando en qué decir pero lo comprendo completamente. —Me ha ignorado—Pasa su mano por la nuca—Así de fácil… -Siempre hay una primera vez—Golpeo su espalda tomando mi mochila ya que tengo práctica y es mejor ponerse en acción. ** El sudor se hace presente en mi frente y un gran calor es el que se apodera de mí gracias al largo ejercicio físico que hemos hecho, pero me encanta, sentir ese dolor físico después de un buen entrenamiento es lo mejor que me puede ocurrir, me despeja de todo, dejándome sin aliento, pero haciéndome olvidar tantas veces de todo, y supongo que cada uno de nosotros cuenta con algo que nos ayuda a despojar nuestras mentes de aquello que nos agobia. -Parece que ha quedado con ganas—Nick me da unos golpes con el codo—Está loquita por mí, se nota enseguida—Ríe mientras mi mirada viaja a las bancas frente al campo donde estamos por hacer un partido improvisado. Y la veo, lleva puesto un jean n***o ajustado con su tenis blancos y una camisa de tiras del mismo color junto su cabello suelto. Y  me gusta, me distrae, me deja perdido por unos segundos hasta que recibo un grito del coach. -Deja de estar viendo falditas Miller, será mejor que te concentres antes que te patee el trasero ¿oíste?—Asiento enseguida volviendo a enfocarme. ** Desorganizo un poco mi cabello antes de entrar a la casa. Llevo días sin verla, desde que la vi en el campus nos hemos evitado. Ella no me busca ni con la mirada y así ha sido por un tiempo y yo lo he permitido, pero tampoco me digno a acercarme, solo lo ha hecho Nick quien parece hacerse cercano cada vez más a ella ¿es tan evidente el odio quizás? No estoy listo para esto, pero supongo que debo remediarlo. No puedo ser tan insensible, parezco serlo e intento convencerme a mí mismo que lo soy, pero en el fondo no sé que eso no es cierto. ¿Cómo pude tratarla así? Después de todo ésta también es su casa. La busco con la mirada pero no hay ni un solo rastro de ella, supuse que vendría a casa después de haber desaparecido de la universidad y la vi corriendo hacia su camioneta, pero no hay señales de vida aquí. A lo lejos de los jardines logro admirar una silueta, y es ella, pero no me atrevo a dar un paso más, me encuentro a punto de abrir la cerca blanca de madera pero paro ¿qué estoy haciendo? Y sin duda me siento cobarde por no hablarle, por no decirle nada. Así que me dirijo a mi cuarto, porque necesito una ducha con urgencia. -Apesta aquí—La voz de una pequeña se hace presente. En efecto, mi hermana, con la pequeña rata en sus manos me mira tapando su nariz y en el intento de hacerlo con el gato—Y no ha sido Toulouse, huele peor que un basurero—Instantáneamente me lanzo a darle un par de besos que trata de invadir al igual que el gato quien salta enseguida dándome un rasguño. - ¡Gato del demonio! –Grito enseguida soltando a Megan. Es peor que la dueña. Megan suelta una risa satisfactoria dándole un toque al gato que ha desaparecido, y decido hacer lo mismo. No puedo estar oliendo tan mal. Después de una larga ducha me recuesto en mi cama mirando el blanco techo, y me es extraño no poder dejar de pensar en ella. ¿Qué ha causado en mí? Es simple, no es tan linda como muchas chicas con las que he estado, viste raro, y tiene un raro gusto por algunas cosas, suele reírse al ver a mi hermana y hacer caras raras, y cuando está nerviosa muerde la parte interior de su mejilla pero cuando sonríe un hoyuelo de hace presente en su mejilla derecha que es tan… ¡Alto! ¿Qué dices Darién? Apenas la conoces. Además llevo mucho tiempo pensando en cómo disculparme, ella no tiene padres, no tiene a nadie ya hora siento ¿lastima? Doy unas vueltas en la cama, pero por primera vez en mucho tiempo no logro dormir ya que me cuido bastante y trato en semana dormir por los menos mis 8 horas ya que debo estar compuesto en la mañana para mi entrenamiento en el campus. Me pongo de pie de repente y visualizo el reloj, son las diez, y mientras pienso en cómo estará el clima—qué rayos me sucede, debo estar sonámbulo—No me doy cuenta pero me encuentro frente a la habitación de la que fui echado hace unos días. No sé ni lo que estoy haciendo hasta que tomo el pomo de la habitación y logro escuchar lo baja que está la música y ella se encuentra en un  rincón de la cama leyendo un libro ¿acaso no puede dormir? Me toma unos segundos aclarar mi garganta llamando su atención y al verme enseguida se ve confundida, si, hasta yo lo estoy. –Darién ¿qué haces?... No dejo que termine—Elaine yo… -¿Qué quieres?—Suena fría, al igual que ese día en el que me echó, pero lo entiendo, apenas nos conocemos hace unas dos semanas, y cuando nos hemos dirigido la palabra ha sido para acusarnos y en acciones solo tensión y algunas bromas, no somos normales, enserio. -Yo quería disculparme…nunca—tarto de aclarar de nuevo mi voz—Sobre tus…—Agacha su cabeza dejando a la vista parte de su cuello y se ve una pequeña marca que no logro diferenciar. Niega un par de veces dejando a un lado su libro—No, por favor—Hace una seña con sus manos—No tu…--¿Lo entiende? Sabe lo que quiero decir—No lo digas—Niega de nuevo permitiendo que nuestras miradas se conecten y veo la sinceridad en sus ojos, pero muy adentro veo el dolor y la decepción, el reflejo de la soledad acumulada que parece haberse arrinconado. –Lo último que quiero es lastima—Suelta un suspiro—Ya tengo suficiente de eso, por lo menos tú me tratabas…normal—Si no creo que lo haga. -Yo…digo, te entiendo—No, en realidad nunca entiendo a las mujeres—Yo…--Ahora soy tartamudo. Veo como en su rostro se refleja la tristeza y sus ojos comienzan a humedecerse--¡Ay no, enana no llores! Así no te ves para nada linda, la nariz se te vuelve un asco y ni pienses que te abrazaré para que dejes esa sustancia compleja, viscosa y adherente de origen biológico producida por las células caliciformes del epitelio cilíndrico que cubre la superficie de los órganos expuestos al ambiente externo como método de protección. —Su mirada se distorsiona completamente a la confusión, y he aquí ha salido mi lado nerd. --¿No querías lastima?—Hablo sacándola de su transe—Pues no la tendrás—Aseguro afirmando con mi cabeza Ella sonríe de repente y eso me llena, porque ahora me siento pleno, lo he logrado, con tonterías en medio, pero por lo menos supo que lo sentía. –No te disculpes…no debes –Habla ya más tranquila cruzando sus piernas. -Oh por favor, soy un imbécil  de alguna manera tengo que pagarte—Hago un ademan para poner mis manos en mi cadera. –Te prometo que… Su cara se distorsiona enseguida y su cabeza va de un lado a otro negando—No me gustan las promesas—Se explica—Solo te pido eso, nunca me prometas algo—Asiento enseguida, de alguna forma esto debía terminar bien. Salgo de la habitación con una sonrisa, que dura poco, claro está. Nuestra casa es grande, pero cuenta en ciertas épocas del año con una acústica mejor que el liceo de Barcelona. Parece un gato, o quizás una tortuga, niego enseguida caminando por el pasillo y sí, mi oído nunca falla, son gemidos, música para mis oídos. Esos gemidos tan “placenteros” que emiten las parejas son el resultado directo de su inigualable pericia s****l. Pero ¡Esta es mi casa! Quién más podría estar…niego varias veces dándome cuenta que los sonidos vienen de la habitación de mis padres. Bien hecho papá—niego de nuevo--¿Qué dices? Santo Dios, debo salir de aquí. Corro rápidamente en puntitas hacia la primera puerta que encuentro ya que el pomo de la puerta se está girando y eso suena a: Peligro, regaño, y una vista poco amigable. Oigo unas pisadas detrás de mí y eso me hace sentir que estoy a punto de un paro cardiaco, necesitaré algunas pastillas del abuelo. Siento como mí pecho sube y baja mientras me deslizo en la puerta, y me doy cuenta que estoy en el mismo lugar que antes. Veo a la chica deslizar sus piernas entre las sabanas medio dormida y me encantaría decir que parece la bella durmiente pero es todo lo contrario, no sé en qué momento se quedó dormida pero cayendo bajo su mejilla se encuentra el rastro de su saliva abundante que de forma involuntaria fluye de la boca y escurre por ella, sus brazos en una posición extraña y su trasero medio descubierto—no, espera, esta es la mejor vista que puedo tener—Stop it. . . Y sé que estoy loco o el sueño me está matando pero me estoy acercando como una clase de ladrón para tomar un poco de agua del vaso que está a su lado. Sus ojos se abren como los de Toulouse cuando intenté meterlo a la piscina. En menos de lo que pienso me está apuntando con un artefacto algo largo con una luz en la parte superior y de color rosa es un… ¿vibrador? ¿De dónde ha salido eso? No me imagino si fuera una situación real con un ladrón, pero moriría a carcajadas al igual de como estoy haciéndolo yo. Sus hombros caen al igual que el artefacto para placer s****l propio. -Así que piensas defenderte con tu juguetico—Digo tratando de contener la risa. -¿Cómo es que entraste de repente? Y es un… un…--Su tartamudeo se hace presente al igual que el color rojo en sus mejillas. -Ya te entiendo, necesidad s****l—Río de nuevo recibiendo un golpe en el hombro. Sí que tiene fuerza. –Déjame quedar por unos minutos, me encontré en una situación bastante…incomoda allá afuera. –Su mirada es de poco amigos, lo sé, la desperté y descubrí que en su almohada del lado izquierdo guarda su juguetito. ¡Oh Elaine! No sabes lo interesante que te estás convirtiendo. Pasamos algunos minutos en silencio, de esos momentos en los que no sabes qué decir que hasta la tensión se puede cortar con un vibrador, digo un cuchillo. La observo por el rabillo de mi ojo y noto que sigue en la misma posición que hace un rato, trato de sonreírle pero no veo respuesta alguna. Así que en mi instinto de chico y en verdad no quiero seguir en esta posición incómoda sentado en la madera, me levanto con la intención de acostarme a su lado mientras pasa el rato. -¿Qu..é qué estás haciendo?—Ella retrocede un poco cerca del borde a punto de caerse, pero la tomo del brazo en momento oportuno a una cercanía considerable entre ambos sintiendo el aroma tropical de su loción y su aliento a frutilla. -¿Dónde compraste ese chicle?              
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