La Hija Rebelde de la Familia Sparks

Por Derecho Correspondido

Thianya y Renata se sentían obligadas a volver a una mansión de la cual sabían que debían huir hacía mucho tiempo, que aunque lo hicieron, apenas si duraron unos escasos meses fuera de ella cuando se mudaron en el apartamento que con tanto cariño habían escogido y decorado para tales fines.

Jake le estuvo exigiendo a Thianya que le dijera donde estaba metida, que necesitaba hablar con ella de manera urgente, pero ella una y otra vez le cerraba el teléfono. No se sentía a gusto con la idea de compartir su espacio con un hombre que fue lo suficientemente cobarde como para no admitir que era su compañero de vida, y para colmo quiso valerse de un contrato grosero para impedirle, tanto a ella como a su amiga, que tuvieran una vida personal a su gusto y gana.

— ¿Qué era lo que quería Jake? — Preguntó Clide un poco fastidiado porque no era la primera vez que intentaba hablar con Thianya.

— No lo sé ni me interesa, la verdad, Clide. Ese idiota seguramente terminó confesando que él era el responsable de nuestro dizque vínculo, porque vio que Benjamin Conroid quería írsele adelante, pero ese tipo no siente nada por mí ni le importa cómo pueda sentirme con toda esta situación. — Respondió la todavía señorita Sparks.

— No te creas que no estoy pendiente de ti, Reata Pierce, porque tanto a ti como a nuestra amiga les vi los ojos muy irritados. ¿Tan mal te ha ido con Josh Porter? — Se dirigió Clide hacia la otra chica.

— Realmente, Clide… — Comenzó a balbucear la aludida con voz ronca, — Yo no me siento nada cómoda con lo que nos está pasando. Que acusen a tu padre de perpetrar y usurpar un puesto de liderazgo es una acusación muy grave, y lo sabes. Sin importar el país en el que ocurra algo así, en el mejor de los casos podrían los acusados ser desterrados, si son hallados culpables. Y lo peor de todo esto es este chiste, sentirme atraída por mi verdugo.

Clide estuvo escuchando atentamente a ambas chicas. Se les notaba la frustración a ellas, no obstante, el trabajo no podía esperar, y como las señoritas lo sabían, hicieron a un lado sus sentimientos y se pusieron manos a la obra.

Era un poco más de la hora de almuerzo cuando Clide se disponía a preguntarles a las chicas si querían comer fuera, y como ellas se negaron, decidieron que pedirían comida a domicilio, pero la operación finalmente fue frustrada.

— ¿Se puede saber qué estás haciendo aquí, Masters? — Preguntó Thianya más que fastidiada.

— Vengo a buscar a mi hembra para que salir a comer en nuestra hora de almuerzo.

— ¿Nuestra hora de almuerzo, Masters? No me vengas con esas de ser un buen macho alfa cuando ni siquiera has sabido asumir tus responsabilidades de compañero de vida. La forma en la que manejaste nuestra situación podría hacerme creer que tú has estado posando tus fauces en cada perra de cada ciudad hasta que encontrabas hasta que dieras a la pendeja con la cual lograras lucrarte, o quizás vengarte, porque eso es lo que pareciera que quieres hacer con mi familia y la de Renata.

El parloteo de Thianya le había pegado fuertemente a Jake. Él tenía buenas intenciones de llevar a aquella mujer a almorzar, así trababan de conversar tranquilamente fuera de la mansión Sparks, o Masters, o de quien sea a quien le perteneciera, porque en honor a la verdad, él tampoco se sentía tan a gusto en aquellas condiciones en la que se estaba desarrollando la relación.

— Quieras o no, Sparks, tendrás que irte conmigo. ¿Te recuerdo quien soy y que eres mía? Tanto tú como tu amiga vendrán conmigo, y no creas que vas a cansarme con tu actitud de niña remilgosa vas a frustrarme, compañerita de vida. — Anunció Jake comenzando con un resoplido.

Viendo Clide que aquello se estaba tornando incómodo, y que para el colmo los empleados que estaban alrededor se estaban deteniendo a pendenciar la escena, aquel hombre inteligentemente le propuso a ambas chicas que se fueran a aunque fuera a cumplirle al caballero que las solicitaban, que luego terminarían lo que tenían pendiente ese día.

Sólo porque Clide les concedió el permiso que ellas no habían solicitado, se fueron con el hombre que las había ido a buscar, de lo contrario eran capaz de no volver a esa mansión nuevamente.

Cuando Renata abordó el vehículo en el que andaba Jake, se sobresaltó al ver que allí se encontraba su supuesto compañero de vida, Josh Porter, quien había sido rasguñado por la dama la noche anterior.

— Estoy mejor, Reni, gracias por preguntar.

— No pregunté y tampoco quiero saber sobre tu estado de salud, Porter… Thianya, ¿Qué vamos a comer, amiga? Tengo mucho que no como un almuerzo bien picante, acompañado de una bebida que haga botar fuego hasta por los oídos. — Evadía Renata a los dos hombres que estaban allí presentes.

— Si lo pienso, hasta podría ser divertido; comer comida picante hasta el punto de intoxicarnos y luego ser llevadas al hospital.

Aquellas mujeres solían hablar sandeces delante de los hombres con los que no querían estar a ver si ellos mismos tomaban la iniciativa de irse y dejarlas botadas, pero con estos dos no les valió la idea, al contrario, ellos iban concentrados en lo suyo sin prestarles la más mínima atención a ninguna de ellas.

El viaje había terminado, o al menos el motor se había detenido de trabajar. Cuando aquellas chicas dieron un vistazo afuera, quisieron morirse, ambas, ya que habían arribado a la misma mansión a la cual no querían volver.

— Camina, niña malcriada, no tengo toda la tarde para tus berrinches, — Exigió Jake a Thianya.

Ella no quería salir del auto en el que andaban aquellos cuatro, por lo que él la sacó por un brazo y se la subió a los hombros, y aunque ella no estaba muy contenta con la forma de él tratarla, dejó de luchar, así al menos él desistía, pensó.

Llegaron a la habitación de ella, pero se había percatado que habían ciertos cambios allí.

— ¿Qué fue lo que hiciste en mi habitación, estúpido? ¿Y qué estás haciendo entre mis piernas, Masters?

— Tú no lo dices con la boca, pero hace rato me estas pidiendo a gritos que te haga mía.