Ambas chicas se rieron a carcajadas, tanto que llamaron la atención de otros comensales en el restaurante de pastas en el que estaban.
— Me gusta el sentido del humor de este tipo. ¿Debes cumplir con todas estas estupideces estipuladas en este contrato, amiga mía? Si es así, no tiene ningún sentido que hagamos este trabajo. Ni te estás muriendo de hambre, ni eres tan irresponsable para dejar tirado un trabajo que ya hemos empezado, Thia. — Impuso Renata mirando al señor Porter con desprecio.
— Disculpa, niña, pero la persona con la que necesito establecer el contrato es con la señorita Sparks no contigo. — Se molestó Porter con Renata.
— Creo que ya todo está dicho, señor Porter. Además, la forma en la que ha estado maltratando a mi amiga, es más que un indicio para negarme a trabajar con usted, es demasiado descortés de su parte tratarla así cuando ni siquiera la conoce, y encima porque ella es mi asistente financiera, creo que ya se lo hicimos saber.
— Perdonen ambas, no es que quiera ser descortés, es que fueron puntos muy específicos de mi jefe. — Se sinceró Josh Porter.
— Pues dígale a su querido jefe que ese contrato ¡No va! — Fueron las últimas palabras de Thianya antes de levantarse de la mesa y salir de gancho con su amiga para salir del restaurante donde estaban.
A Porter no le gustó para nada que la señorita Sparks se negara a firmar aquel contrato, aunque considerando las partes que allí se estipulaban, era más que lógico que lo rechazaría, pero aquel hombre estaba consciente que su jefe a veces se sobrepasaba en las peticiones que hacía.
Minutos después de las mujeres dejar el establecimiento, el teléfono de Porter sonó.
— ¿Ya firmó el contrato la señorita Sparks? — Preguntó muy interesado el hombre que estaba conectando la llamada.
— N-no, señor Strong. Ella y su amiga se negaron tajantemente. — Contestó Porter con temor, esperando que se lo quisieran tragar por el teléfono a pesar de estar a larga distancia.
— Tal como me lo supuse, el carácter de esa mujer es indomable. Vuelve a hablar con ella, esta vez para que sepamos qué cosas le gustaría que establezcamos en nuestro contrato de intercambio de esfuerzos.
Con todo y que el señor Strong, como se llamaba el jefe de Josh Porter, le colgó la llamada abruptamente, él respiró aliviado, ya que pensaba que su jefe tomaría la negativa de Thianya de muy mala manera, pero no fue el caso. Como quiera, aquel joven no tenía intenciones de volver a fallar en su encargo, ya que corría los rumores de que ese hombre tenía mal genio.
Las chicas todavía estaban riéndose al recordar las estipulaciones de aquel contrato. Cosas tales como que ella no podía trabajar con nadie mientras estuviera haciéndolo para ese hombre y estuviera al servicio de la decoración de un tal centro comercial que ni siquiera se estaba construyendo, o que no saliera con nadie más que con él, y que encima estuviera disponible para él cuando asó se lo requiriera, eran de las tantas insensateces que figuraban en aquellas hojas de papel.
— Definitivamente, amiga, nos hemos visto con cada cosa, pero este la sacó del campo.
— Tremendo average… Debería conocerlo, tú sabes Renata…
— Tú no estarás hablando en serio, Thianya… ¿No viste lo posesivo que es ese tipo en el plano laboral? Imaginarte en la intimidad, querida, te pondrá de sirvienta mientras observas.
— O puede que sea lo contrario. Hombres que en lo laboral son así de “posesivos”, terminan del lado contrario de la moneda en otras áreas de su día a día, mi socia.
Thianya había encerrado aquella palabra entre comillas mientas estaba estacionada esperando el cambio de un semáforo. Y justamente al lado de ella se había estacionado un auto deportivo rojo que estaba desafiándola con arranques de ligeros de motor, como quien la incitaba a correr.
— No caigas en su juego, Thia. Cuando venimos a ver, sólo es el carro lo único interesante ahí.
Dicho eso, Thianya instó al conductor del auto a que bajara los vidrios, siendo que la primera en quedarse boquiabierta fuera Renata, la que había rechazado al tipo, y que al lado tenía a otro amigo.
— No estamos interesadas en correr, amigo.
— Qué mal, muñeca… Aunque eso significa para mí que son malas corredoras.
— Quizás, amigo. Pero también tanto palabrerío viene de alguien de mal funcionamiento en su sistema combustión y engranaje.
Esas palabras venían de Renata, que al parecer estaba más mordaz que de costumbre, algo que al conductor y a su amigo lo pusieron a pensar en esas dos chicas más allá de una pequeña carrera por el simple hecho de verles las caras.
— Te voy a esperar en el próximo semáforo, niña, al menos tienes que darme tu teléfono para demostrarte qué tanto tengo en mi motor. — Eso fue de conductor a copilota.
— No creo, no salgo con tarados de Carcomel, así que, paso… — De copilota a conductor.
Mientras tanto Thianya y el amigo del conductor estaban riendo por lo bajo entre tanto que se lanzaban miraditas, esto hasta que cambió el semáforo a verde y Thianya arrancó como si la estuvieran persiguiendo, excediendo la velocidad límite.
— ¡Tarada! ¡Controla tu pie! — Se escandalizó Renata.
— ¡Perdón, nena! — Se disculpó Thianya entre risas, pero ya era tarde.
Un policía de tránsito llegó al lugar cuando las cámaras captaron a la señorita Sparks cruzando el semáforo de manera impertinente, por lo que la hicieron detenerse antes de que pudiera llegar al punto de encuentro donde se suponía la estarían esperando los nuevos amigos que habían hecho las damas, poniendo esto de mal humor a la fémina de pelo castaño lacio.
— Señorita, necesito que salga del auto y que me presente sus documentos, por favor. — Requirió el oficial que la detuvo.
— ¿De veras, señor oficial? No me había dado cuenta que había arrancado de manera impertinente.
en ese mismo instante, el auto rojo deportivo de los dos tipos a bordo se detuvo delante del de las chicas.