Marcelo Prado, el mismo que había estado con Thianya previo a que el enmascarado estuviera con ella, trabajaba para Jake Masters en Carcomel, ya que aquella familia estaba vetada de aparecerse por esa ciudad.
El señor Prado, quien también estuvo monitoreando los movimientos de la señorita Sparks, esto a petición de su jefe inmediato, fue quien llamó a Jake cuando él supuestamente no encontraba rumbo para avisarle que ya todo estaba listo.
Había llegado a la mansión de los Sparks con un contingente de hombres lobo, todos dispuestos a transformarse si fuere necesario. Aquello parecía un retén militar, pero tenía un motivo en particular.
En eso, entró Gina Prado, la esposa de Marcelo, quien también era la asistente personal de Jake Masters, acompañada de la familia del joven licán; Jossie, su prima, que desde que vio a Gilbert Sparks se sintió tentada a irle encima, pero al darse cuenta que era parte de aquella gente, se cohibió del deseo, mientras tanto él se sintió atraído también, pero las circunstancias lo sometieron al temor inevitable.
Por otro lado, a Falcone Sparks casi le daba un infarto cuando vio entrar a su mansión a Arlan Masters, el padre de Jake, quien estaba en una silla de ruedas especial, puesto que había sufrido de una enfermedad que lo tuvo postrado por varios meses y lo que hizo que se retirara antes de tiempo del frente de los negocios familiares. La otra persona en adentrarse a aquella sala fue la señora Nora Masters, la madre del joven empresario, quien levantó su barbilla con garbo y soberbia ante los presentes.
— ¡Esto es una falta de respeto! Estábamos en medio de una celebración de una reunión familiar, y usted, Jake Liam no sé qué, viene a interrumpir con el pretexto de que es el compañero de vida de esta ridícula hija mía. Bonita forma la tuya de huir de tus responsabilidades, Thianya Isobel Sparks Jensen. Ahora vienes con el cuentazo de que tuenes compañero de vida, cuando todo el tiempo has estado huyendo de ese tema. Hazme el favor… — Remilgaba a voz en cuello Kirah Sparks.
— No es ningún cuento, señora Sparks. Es la absoluta verdad, pero si no quiere creer en mi palabra, ¡Perfecto! Está en su legítimo derecho personal, aunque sabe que hay algo más en juego en todo esto. — Vaticinó Jake, dirigiendo su mirada hacia Benjamin Conroid y su familia. — Señor Benjamin Conroid, ingeniero informático de alto calibre, al grado de haber entrado a mis sistemas de seguridad y borrar los archivos que, con gran velocidad mi esquipo logró salvara, de lo que había pasado la noche en la que se supone usted salvó a mi hembra, ¿De su propio ataque, y del cual quería inculpar a alguien más? — Decía el empresario hotelero mientras se sobaba una mano con la otra tratando de retener el deseo de irle encima al aludido y degollarlo inmisericordemente.
Ya Falcone no sabía cómo reaccionar esta vez, tampoco sus propios hijos. Ellos de manera particular estaban contentos porque saldrían de la que consideraban el oprobio de la familia, pero ahora parecía que había una amenaza de mayor peso aun y que tenía que ver directamente con sus progenitores. En el caso del padre de la familia Sparks, era reconocer que su hija parecía que estaba buscándose problemas en los viajes que hacía, algo de lo que estaba totalmente ajeno.
— ¡Se me van de mi casa ahora mismo, familia Masters! Recuerden que ustedes están vetados de pisar esta ciudad, por no decir que todo el país de Kindra. Venir a aferrarse a la mentira que su hijo y la mía están destinados a ser compañeros de vida… ¡Ja! Si Thianya no es nada más que una meretriz que encanta a los hombres con una simple sonrisa. — Se refirió la Kirah a su hija de manera peyorativa.
— Aunque no quieras creerlo, ma-dre, lo que dice Jake Masters es verdad, sólo que no es sino hasta ahora que decide admitirlo. Sin embargo, no veo en que eso te pueda molestar, que a mí me agarren y me ultraje una manada completa de hombres lobo es algo que a ti poco te hubiera importado. — Declaró por fin la señorita Sparks su opinión delante de todo el que estaba en aquella habitación.
Kirah levantó la mano con todo el ímpetu que tenía guardado en ese momento para abofetear a su hija, pero su intención fue detenida en el aire.
— Que sea la última vez, señora Sparks, que usted levanta su mano en contra de mi hembra. Ya es más que suficiente que la esté maltratando a su antojo. — Aconsejó Jake con cara de pocos amigos.
La señora se soltó rápidamente del agarre de Jake, sobándose la zona afectada, ya que había sentido la fuerza de él en una sola de sus manos, aunque también creyó que pudieron haberla estrangulado. No obstante, era tanta la ira que emanaba de su cuerpo, que ella misma no sentía ser Kirah Sparks. La familia Masters había venido a su vida en el momento que ella menos los esperaba; no creía que el destino le jugaría tan mala partida.
.— A todo esto, mamá, yo quiero saber, ¿Por qué esta familia, que al parecer está emparentada con la nuestra gracias a Thianya, está vetada de Carcomel? ? — Pregunto Kiara con fingida inocencia.
Arlan se carcajeó ante la pregunta de aquella chica, que no sabía descifrar si fue por ignorancia o por inocencia genuina, pero él estaba dispuesto a dar la respuesta, aunque fue interrumpido por los demás miembros del clan Pieles de Plata que estaban allí para defender a su alfa líder.
— Lo que usted diga que hagamos, mi alfa líder, lo haremos sin pensar. — Propuso el beta líder de Carcomel.
— ¡Nadie dará un paso, Pierce! Ya es hora que esto caiga por su propio peso, hermano… Esto se ha salido de nuestras manos.
La respuesta de Falcone dejó a Kirah sin palabras, pero por primera vez aquel hombre fue capaz de ver a su mujer con una furia indescriptible que sus hijos nunca habían sentido emanar de su mirada, una que ni a Thianya le pareció agradable en contra de su madre.