Entre Otras Cosas

1447 Words
Thianya estaba un delicada por lo de su dolor de cabeza, pero nada que las manos del señor Liam Strong no resolviera con un buen masaje, uno que empezó en las sienes de aquella mujer, y su cuerpo fue recorrido hasta el punto de llegar a los pies de ella, cosa que cuando él llegó a esa última parte, ya la señorita Sparks estaba totalmente repuesta. Ella misma le pidió a él que subiera la apuesta, algo a lo que él accedió, pero lo hizo de una manera tan sutil que ella se sintió como si le estaban acariciando por dentro. Él tuvo que ser quien pautara el ritmo de los varios encuentros que tuvieron aquellos dos, puesto que para el caballero era importante que la dama se mantuviera tranquila, no obstante, él también quería embestirla, ya que ella estuvo provocándolo la mayoría de las veces. Después de un descanso de media hora, el señor Strong se acercó a Thianya para saber cómo se sentía luego de una mañana dándose placer mutuo. — ¿Cómo se siente, señorita Sparks? — Me siento como si me drenaron, aunque no me siento del todo tensa, señor Strong. — Necesita comer, señorita. Apenas si probó un café y dos rodajas de pan esta mañana. — Pero es que no tengo hambre, señor. — Pues yo sí, y como yo tengo hambre, entonces usted también la tiene. — Se impuso Liam Strong haciendo que Thianya aceptara comer después que vino el servicio a la habitación. Ambos comieron en silencio, pero de vez en cuando se lanzaban miraditas tímidas como si tuviera algo el uno que decirle a la otra y viceversa, pero nadie se atrevía a decir nada. Tenían frente a ellos un filete miñón a término medio con vegetales que degustaban como si fuera lo mejor que habían probado en sus vidas, algo que en algún momento había tenido el placer de ingerir cada uno, pero era todo con tal de no quedarse callados y una forma de esquivar una conversación seria. Durante esa tarde decidieron dormir juntos en la misma cama. No hicieron nada más que compartir aquel espacio acolchado para dormir, ya que estaban bastante cansados, ambos. Ella realmente necesitaba reponerse de la fatiga de la noche anterior, más que tuvo una jordana íntima, no agitada, pero aun agotadora durante la mañana; él en cambio tuvo su jornal en la mañana anterior para terminar de apuntar su actuación en la noche. Renata estaba exhausta de la noche anterior, ya que había pasado la noche con Josh Porter, un tipo que no ella no tenía una explicación acabada de por qué le caía tan pesado, pero que tampoco tenía una opinión de cómo era que se entendía tan bien con él en el plano íntimo, esto hasta que él intentó marcarla por varias ocasiones cuando se arrimaba al lado izquierdo de su cuello. — Por el hecho de que nos hayamos acostado, señor Porter, no significa que voy a dejar que me des de mordidas o que me ates a tu persona como si fuera tu compañerita de vida predilecta. Tú andas con cada loca que se te ocurre, y créeme que no quiero enterarme de tus amoríos de turno. No me gusta sentirme culpable de andar con a mí se me dé la gana. En la noche las chicas se prepararon para salir aquella noche, por supuesto era con los caballeros por los que estaban en Slandia, ya que tenían planeado ir a la discoteca a dar el todo por el todo. Sin embargo, ahí también estaban otras personas que habían compartido antes con ellas y con ellos, lo mismo que otros que querían hacerlo, como era el caso de Sven, el amigo de Clide, o Michelle, que al igual que había querido salir con Jake, era algo que deseaba hacer con Liam. Por otro lado estaba Benjamín Conroid y Edgar Birtove, que desde que vieron llegar a Thianya, la perseguían con la mirada a todos los lugares que ella se movía, cosa que puso celoso al señor Strong, quien intentó tener a la hembra sujeta de la cintura, pero ésta le quitó las manos de ahí bruscamente. — ¿Qué se supone que está haciendo, señor Strong? ¿Pretender marcar territorio? Usted no tiene el valor de pregonarle a todo el mundo que me marcó, y yo no pienso comportarme porque lo haya hecho. Usted es un cobarde, y no voy a ser la hembra de un macho que sale con la perra que más le atrae. — ¿Podrías comportarte por una noche en público en tu vida, Thianya? Andas conmigo y todo el mundo lo sabe, al menos hazlo para guardar apariencias. El comentario del señor Strong le caló hondo a la señorita Sparks, ya que ella muy en el fondo anhelaba que al menos ese hombre tuviera la decencia de decir que estaba de acuerdo de dejarla ir, o de que sería lo suficientemente capaz de aceptarla ante la gente. Pero ni estaba dispuesto a anunciarle el deseo de cortejarla en público, ni tampoco de dejarla en paz. — ¿Sabe qué, señor Strong? Voy a salir de este antro, y me voy a ir con el macho que más me atraiga adonde mejor me parezca, por ejemplo, con el señor Clide Hams. Él y yo nos entendemos perfectamente, dentro y fuera de una cama… Al menos él me escucha… — Le susurró Thianya al oído a Liam Strong. Aquel hombre le tiró con sus grandes manos con la intención de agarrar a aquella mujer, pero ella fue lo suficientemente ágil para doblar su cuerpo en el ínterin, por lo que no tuvo que zafársele, caminando y bailando descaradamente en medio de la pista para ir detrás del tipo cuyo nombre había mencionado previamente. Clide había leído las intenciones de Thianya, y como la conocía un poco, sabía que esa noche ella no quería estar con él en la cama, sino que sólo buscaba un hombro para llorar, no obstante, le siguió la corriente. Él sanía lo importante que era para ella mostrarse como una mujer fuerte delante de los que la rodeaban, por lo que desde ese momento prefirió constituirse como su mejor amigo. — Thianya, sé que quieres provocar a celos a más de uno en esta pista, pero me elegiste a mí para que fuera tu chivo expiatorio. Hoy soy hombre muerto. — Se buscaba Clide con una sonrisilla cómplice en sus labios. — Sabes que no quiero nada más que desahogarme, pero no yéndome a la cama con nadie. Quiero llorar mucho, Clide, mucho. Y no lo hago con Renata porque, además de que conoce todo sobre mi vida, no quiero que me diga te lo dije o que pegue el grito al cielo cuando sepa por qué estoy apagada nuevamente, y para colmo tengo dos motivos para llorar ahora. Pero si no quieres, Clide, voy y me encierro en mi habitación, o me voy de Slandia con mi grupo selecto de juerga y no vuelvo a joderte. Clide y Thianya estaban bailando ante los ojos de los demás, pero ellos tenían la forma de comunicarse y de leerse los labios, aunque estaban tan cerca que lo que parecía era que estaban casi besándose. Más de uno estaba ardido en celos, sobre todo el señor Strong, pero nadie se atrevió a hacer un escándalo en medio de la pista, ya que todo aquello podría salir automáticamente en las r************* , puesto que aquella discoteca era una muy exclusiva en la ciudad costera de Slandia. La astucia de aquella mujer era tal que nadie se dio cuenta cuando ella salió, y como Clide se había ido al baño de hombres supuestamente, tampoco nadie se percató cuando éste abandonó el local donde todos sin proponérselo se habían reunido. Entre tanto, Benjamín buscó la forma de acercarse a Renata con la esperanza de encontrar respuesta de dónde podría estar Thianya, ya que a éste le urgía dar con ella. — Ahora que lo dices… — Miraba Renata a todos lados, — No sé adónde fue a parar Thianya. — No mientas, Renata… Debes saber dónde está tu amiga. Siempre andan juntas para arriba y para abajo, no quieras taparla ahora, mujer. A Renata le llenó de ira la arrogancia con la que aquel hombre le hablaba, se comportaba como si tenía derecho a agredirla verbalmente o de reclamarle algo acerca del comportamiento de la señorita Sparks. — Si la señorita Pierce le dice que no sabe nada sobre el paradero de la señorita Sparks, no tienes por qué coaccionarla para que te dé una respuesta que no tiene. — Intervino el señor Porter.
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