Narra Gael
—Mmm… —Valeska se aclara la garganta y sus ojos, ya de por sí grandes, se abren como faros de un auto—. Quizá podría llamar a tu cita. A la que te canceló la cita y convencerla de que no cancele la cita.
Por millonésima vez hoy, resisto la tentación de decirle a Valeska Miller en términos inequívocos que esto no va a funcionar. Recuerdo que Valeska era una chica tímida con un tinte horrible. Llevaba su pelo rojo falso en una especie de bob encrespado, además de que su falta de altura y sus enormes ojos color avellana siempre me recordaban a la historia de un huérfana.
Esa no es la persona que se presentó en mi oficina esta mañana.
Ahora ha vuelto a su color castaño natural y lo lleva más largo, por lo que le cae sedoso y espeso, rozando la parte superior de sus pechos con ese vestido de verano tan inapropiado que lleva. Las margaritas y la falda amplia estilo años 50 serían bastante malas (este es un lugar de trabajo serio, para gente seria), pero estoy bastante seguro de que lleva el sujetador equivocado para ese escote cuadrado. Sigo viendo destellos de encaje color piel cerca de los tirantes del vestido.
No puedo creer que haya tenido el valor de responderme mal delante de los demás empleados y de alardear de haber llegado tarde. Y ahora se enoja por algo tan simple y corriente como asistir a un evento de networking en nombre de la empresa.
Si no le debiera tanto a Tomas..
—No necesito que convenzas a alguien más para que vaya a este evento. Necesito que vayas tú —le digo con firmeza.
Parece tan alarmada como si le hubiera pedido que besara un sapo.
Entiendo y me doy cuenta de por qué debe estar tan preocupada. Tomas mencionó que Valeska está escasa de fondos en este momento.
—Para que quede claro, yo pagaré todos los costos asociados con este evento, si esa es tu preocupación.
—No —dice ella, con la voz entrecortada—. En realidad, no es eso lo que me preocupa.
Toda la paciencia que me queda se evapora.
—Pues ponte el maldito vestido. Tu asistencia a este evento es obligatoria. Salimos en... —Consulto mi reloj—. Trece minutos en punto.
Durante un tenso segundo, nos miramos fijamente. Luego ella se sonroja, agarra el vestido y sale de la habitación.
Por fin, jodida paz.
* * *
Diez minutos después de que comenzara la subasta silenciosa, empiezo a desear no haber exigido la presencia de Valeska en el evento. Estamos en el hermoso salón de baile de un hotel, charlando un rato con algunas personas que conozco. Tener a Valeska del brazo, con ese vestido, ha hecho maravillas para disuadir a esas aburridas damas de la alta sociedad que se creen casamenteras.
Por desgracia, también me está volviendo loco. Ese vestido se adhiere a cada una de las hermosas curvas de su cuerpo y las resalta: pechos, caderas, trasero, muslos. Si a eso le sumamos el intenso y vívido lápiz labial que se puso en el auto camino hacia aquí, es suficiente para hacerme sentir como una adolescente viendo su primera película para adultos.
Me muevo incómodo, tratando de concentrarme en el comerciante de Wall Street que está conversando conmigo.
No sé por qué la presencia de Valeska me afecta tanto.
Mi cita original, Mandy, usa cosas como estas todo el tiempo. Y ciertamente la encuentro atractiva: pasamos unos meses en un acuerdo mutuamente beneficioso de amigos con beneficios el año pasado antes de que ella se enamorara de otra persona. Seguimos siendo amigos, nada más, y ahora el beneficio es que ella es mi acompañante en eventos como estos. A ella le gusta estar elegante por una noche y a mí me gusta la compañía.
La cuestión es que no soy ajeno a las mujeres hermosas.
Pero cuando Valeska se viste así es... diferente.
Tal vez sea porque estoy acostumbrado a pensar en Valeska sólo como la hermana pequeña de Tomas.
Sí, debe ser eso.
No tiene nada que ver con el perfume suave que lleva Valeska, que me hace pensar en besos suaves y primavera. Definitivamente no tiene nada que ver con esa sonrisa de cien vatios que tiene.
Nadie sonríe así en eventos como éste.
Todo son asentimientos educados, labios apretados y sonrisas falsas.
Pero la sonrisa de Valeska es real. Es un rayo de sol que distrae y se pierde en esta habitación fría e invernal.
Hank, el comerciante de Wall Street, concluye su aburrido monólogo sobre el comercio de divisas mientras nos dirigimos a las mesas del comedor.
—Entonces, Valeska —dice Katarina, la esposa de Hank, claramente aburrida de las conversaciones de trabajo—¿Cuánto tiempo llevan juntos Gael y tú? Hacen una pareja encantadora.
Reprimo un suspiro de frustración. Al parecer, incluso cuando llevo a una cita, sigo estancado respondiendo preguntas invasivas sobre mi vida personal. Intento pensar en la forma menos incómoda de corregirla, pero entonces interviene Valeska.
—En realidad es bastante reciente, pero nos conocemos desde hace años–espera. ¿Qué?
Valeska se inclina hacia delante con aire conspirador—.En realidad, yo solía pensar que era un poco idiota. Pero luego nos volvimos a encontrar hace unos meses y él simplemente… me enamoró.
Ella me sonríe como si fuera su maldito príncipe azul y mi cerebro simplemente se paraliza ante el brillo de su sonrisa.
Entonces mi cerebro vuelve a funcionar con fuerza. Antes de que Valeska pueda añadir más a nuestra historia ficticia, pretendo ver a alguien que conozco al otro lado de la habitación.
—Oh, lo siento, hay alguien a quien tenemos que saludar. Nos pondremos al día en la cena —les doy la mano cordialmente a Hank y a Katarina, luego agarro el codo de Valeska y la llevo a través de la habitación hasta el pasillo.
La miro con el ceño fruncido.
—¿Qué diablos fue eso?
Su sonrisa confiada se marchita. Por un segundo parece una flor aplastada. Y luego endereza la columna y pone las manos en las caderas.
—Bueno, lamento no ser una mejor novia falsa. Te dije que era una mala idea, pero insististe, así que hice lo mejor que pude…
—¿De qué estás hablando? —pregunto, manteniendo la voz baja para que nadie nos escuche—. Nunca te pedí que fingieras ser mi novia. Todo lo que te pedí fue que fueras mi maldita cita.
—Pero dijiste… —hace una pausa, obviamente repitiendo en su cabeza las palabras que dije antes—. Oh. Mierda—sus ojos se abren de par en par—.Lo siento mucho, Gael. Iré a decirles la verdad...
—No. Tengo demasiados contactos comerciales importantes en este evento. Lo último que necesito es que se enteren de esta farsa por Hank o Katarina.
A nuestro alrededor, el personal del evento intenta conducir suavemente a la gente de regreso al salón de baile y hacia sus mesas para que pueda comenzar la cena.
Me pellizco el puente de la nariz, intentando contener el dolor de cabeza.
—Lo siento mucho —dice Valeska —. Pero en mi defensa, si hubieras usado un lenguaje un poco más claro...
Levanto la cabeza de golpe y la miro fijamente.
Ella cierra la boca y parece escarmentada.
Podría castigar su boca deliciosa y mentirosa por los problemas que me ha causado. Podría simplemente inclinarme y morderla hasta que aprenda a comportarse ...
Arranco mis pensamientos del canal al que se dirigen.
—Este es el plan. Haremos lo mínimo para fingir que somos una pareja durante el resto de la velada. Y luego nunca volveremos a hablar de esto, y tú nunca, nunca, nunca volverás a hacer algo así. ¿Entendido?
—Sí, Gael —baja la mirada, como una colegiala traviesa a la que han regañado.
Y ahora estoy teniendo fantasías de tomarla sobre mis rodillas y azotarla.
Joderme.
Sacudo los hombros.
—Bien. Hagámoslo —le ofrezco el brazo y ella lo toma mientras volvemos a entrar al salón de baile.
Nunca más volveré a hacerle un maldito favor a un amigo.