Actualidad La primera cita que tendría con mi esposa sería el cimiento sobre el que construiría las nuevas bases de mi amor. Estaba completamente seguro del amor que ambos sentíamos. Ese tiempo nos serviría para afianzar nuestro matrimonio, aun cuando le mentí. No merecía una mujer como Winter. No cualquiera en su lugar me habría dado una segunda oportunidad. Mi esposa era mágica, era mi propia deidad, cuando entre lágrimas admitió que confiaba en mí. Esa firma era el ticket para mi segunda vida, sin embargo, debía usarlo con moderación o mi esposa volaría tan lejos como sus alas le permitieran. Le supliqué a Winter que me permitiera ser el primero en elegir el lugar de la cita. Al principio se rehusó, quizá pensó que sería algo romántico que terminaría mal. Cuando le aseguré que no llev