Elías habló con las autoridades y la embajada de España ubicada allí, lo único que tenían que conseguir era llegar hasta allí y los devolverían a su país, parecía algo fácil. Según subieron al coche, ellos y un policía que los acompañaría hasta su destino. Al poco de avanzar dos todoterrenos negros los siguieron, pensaron que se quedarían una distancia prudencial, se equivocaban, intentaron hacerlos chocar o sacarlos de la carretera a cómo diese lugar. Valentina gritaba mientras Marina le tapaba la cabecita por si disparaban, Raúl desde el asiento delantero intentaba atinar a las llantas para hacerlos volcar, a ratos miraba a las chicas maldiciendo por haberlas metido en semejante lío, consiguió parar a uno de los vehículos, pero el otro se mantuvo firme. —¿Por qué quieren matarnos?— p