Ahora eres de la familia

1382 Words
Marina miraba el reloj nerviosa, los minutos pasaban lentos, Raúl había dicho que iría esa mañana. —¡Buenos días!, ¿cómo te encuentras? —le preguntó el médico mientras entraba a la habitación. —Mucho mejor, el dolor de cabeza está desapareciendo .—respondió Marina sonriendo, la habían tratado muy bien en su estancia allí. —¡Genial!, entonces no veo ninguna razón para que sigas aquí, hoy mismo podrás irte a tu casa y descansar, eso sí, ¡Unos días de reposo eh! —le ordenó sonriendo. —Gracias doctor. En ese instante llegó Raúl. —¡Buenos días!, ¿cómo está? —preguntó al médico señalando a Marina. —Recuperándose muy rapido, justo ahora le estaba dando el alta. —le informó—. De todas maneras ya le he dicho que tiene que descansar unos días, el golpe que se dió fue muy fuerte —repitió el doctor. —Descuida, yo me encargaré de que así sea, ¿Debe tomar alguna medicación? —preguntó también. Marina se sintió entre ofendida y asombrada por su preocupación. —Perdona pero estoy aquí y soy lo bastante grandecita para cuidarme yo sola. —Marina ya no estás sola y no pasará nada porque te dejes ayudar un poco, ¿no crees? —le contestó Raúl pensando que debería empezar a acostumbrarse a su presencia en la vida de ella y la niña. —Está bien, no quiero discutir esto ahora .—respondió resignada, de momento... Cuando el médico se marchó y se quedaron solos Raúl la ayudó a levantarse y recoger las pocas cosas que tenía, su madre le había llevado una muda el día anterior para cuando saliera del hospital, se metió en el baño, se puso la ropa interior y el vestido, se peinó un poco y se lavó, todavía no había contado a su familia que el papá de Valentina había aparecido, en un rato aparecería con él en su casa, desde luego, menuda sorpresa se iban a llevar, salió del baño y lo miró, estaba sentado en un sillón. —Estoy lista. Raúl la observó de arriba abajo estudiándola con la mirada, su examen corporal la puso nerviosa y se abrazó a si misma con timidez. —No has cambiado nada. Marina no estaba segura de si lo decía a modo de cumplido o insulto, teniendo en cuenta como acabaron esa breve relación, levantó la cabeza orgullosa, cometió un error pero no iba a castigarse por eso toda su vida, si su ex la había perdonado era suficiente para ella. —Tu si has cambiado. —opinó con sinceridad, tenía la expresión más fría y dura, su cuerpo era más imponente y fuerte, una pequeña cicatriz que asomaba por su cuello tampoco estaba antes. —Bueno, los años no pasan en vano, vámonos ya. —le ordenó tomándose su respuesta como una crítica, no lo era, Marina admiro su nuevo físico, antes le gustaba pero ahora, se sentía pequeña a su lado, a la vez que pensó que mientras él estuviera ahí, estarían seguras. Lo siguió por el largo pasillo en silencio, bajaron al parking donde estaba su coche, n***o y elegante dejaba adivinar su pasión por los coches caros, se sentó y se puso el cinturón, cuando salieron a la luz del sol le dio de golpe dejándola ciega, con la circulación de la calle se puso nerviosa recordando el accidente. —Tranquila soy buen conductor, no te va a pasar nada. —quiso calmarla él al darse cuenta de cómo apretaba el asiento con las manos. Ella lo miró fingiendo una sonrisa, podía decir lo que quisiera no estaba preparada para subir a un coche tan rápido, pero lo disimuló bien o eso creyó ella. Llegaron a la casa de sus padres para recoger a la pequeña, Marina tenía su propia llave y entró sin llamar indicándole a Raúl que pasara también, su madre estaba en la cocina preparando el almuerzo y Valentina sentada se tomaba un zumo de naranja, al verlos entrar se le iluminó la carita. —¡Mami, ya estás casa! —gritó bajándose de la silla y corriendo hacía ella, la abrazó con fuerza y Marina la lleno de besos. —¡Como te he hechado de menos bichito! —exclamó cariñosa. Raúl observaba la escena con ternura y envidia, él también quería eso de su hija, en vez de eso tenía que ganársela despacio, ¿Quién iba a decirle que había estado comiendo con su hija el día anterior?, también reconoció que Marina parecía buena madre y tenía un bonito vínculo con su hija. —Hola pequeña.—, la saludó cuando se separó de su madre con una sonrisa. —¡Raúl! —gritó efusiva mientras lo abrazaba. —¡Vaya!, ¿te acuerdas de mí? —le preguntó feliz por eso. —Claro, eres el policía que nos rescató.—le contestó la niña con admiración, para ella era como un súper héroe. Lucrecia miraba a su hija esperando una presentación, —¡Oh!, si, perdona, mamá, él es Raúl y va a empezar a estar mucho tiempo con nosotras. —le informó poniendo una cara que le decía que delante de Valentina no podía contarlo, no querían que la niña se enterase así. —¡Ah!, ¡ ya!, ya se, Valentina, cariño, ¿le traes a la abuela una chaqueta que tengo en mi cama?, parece que hace frío. —le pidió con dulzura y disimulo, la niña obediente fue corriendo—, ¿eres su padre?— preguntó con su olfato de madre acertado. —Si, señora. —contestó Raúl educado. —Llámame Lucrecia por favor, me haces sentir mayor y ahora eres de la familia. —le reprendió la mujer con una sonrisa, llevaba mucho tiempo esperando ese momento. Raúl sintió algo desconocido para él, hasta ese momento su única familia había sido la policía, tenía a su padre pero no hablaban a menudo. Valentina volvió con la chaqueta y se la entregó a su abuela, después de invitarlos a almorzar y charlar, o más bien, interrogar a Raúl, las llevó al piso de Marina. —Gracias por traernos, mi coche creo que tardaré en poder usarlo,¿no? —le preguntó Marina mientras pensaba que con su sueldo y los gastos que tenía no podría arreglarlo y le tocaría buscar con calma uno de segunda mano. —Tu coche ya ha sido peritado y llevado al desguace, no tenía arreglo, hablé con el seguro y te darán lo tasado en efectivo.—le informó. Marina se sorprendió por que el se tomase tantas molestias. —Gracias. —le dijo como en nube en la que asimilaba todo lo que estaba pasando. —No las des, tengo que volver al trabajo y dejar todo en orden antes de irnos de vacaciones, os veré mañana por la mañana.— cogió un papel y apuntó un número—, Este es mi teléfono, si necesitas algo llámame. —¿Nos vamos de vacaciones? — preguntó entusiasmada la niña a Marina. —Si, mi amor, pero yo no sé dónde. —contestó a la pequeña mientras preguntaba con la mirada a Raúl. —Es una sorpresa princesa. —le respondió mientras se arrodillaba para estar a su altura—. Pero estoy seguro de que os va a gustar mucho —terminó dándole un beso en la mejilla. —¡Vale!—, dijo Valentina contenta mientras se iba al salón. Raúl se acercó a Marina y le dió un beso suave en los labios, ella no lo rechazó aunque tampoco lo esperaba, si era sincera no había pensado en otra cosa desde que había aparecido en su vida de nuevo. —Nos vemos mañana, intenta descansar. —se despidió muy serio. Mientras se marchaba se preguntó a si mismo porqué había echo eso, por qué la había besado, no era su intención, pero sintió que debía hacerlo y no lo pensó, simplemente obedeció a su corazón, sin darse cuenta se le escapó una sonrisa y eso le hizo enfadarse consigo mismo, no podía confiar en ella, no la conocía y sabía que la fidelidad no era su punto fuerte, cuando llegó a su trabajo pudo olvidar el tema centrándose como siempre hacía en el trabajo.
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