Rogelio sacó su pene y comenzó a frotar los labios vaginales usando su glande. Sara recordó que algunos de sus amantes habían hecho algo parecido y quizás esas veces le había dolido menos. Aunque no podía asegurarlo. Cerró los ojos, tomó aire e intentó calmarse. Por un momento no le importó estar siendo sometida por Rogelio. Solo quería poner en prueba lo que él le había dicho. —Ahora sí, metela… pero de a poco. Al verla tan entregada, el tipo la volvió a penetrar con más suavidad. Dejando tiempo para que su glande dilate la concha. Quería demostrarle a esa puta que él le podía dar una buena cogida, que la podía hacer disfrutar de verdad. Sara se sorprendió con el resultado. —Ya no me duele tanto. Entrá un poco más… —Con mucho gusto. Ella sonrió. Estaba sorprendida. Le estaban metien