Una vecina me pide ayuda, sabiendo que trabajo en casa, y me pide que cuide a sus hijas. Sonó el timbre muy temprano, apenas me acababa de encender el cigarro, y aun no sabía ni quien soy. Abrí, y era Carmen, mi vecina. Madre soltera, con dos hijas adolescentes, y sin vida de tanto trabajar. Me la intente tirar en su día, pero era verdad que no tenía tiempo. Con dos trabajos, le era imposible. —Hola Hakim, perdona que te moleste tan temprano. Necesito tu ayuda— me dijo. Me aparte la polla aun morcillona, le mire de arriba abajo y me dijo: —No, eso no.—me dijo sonriendo avergonzada. —Me ha fallado la canguro, ¿te las dejo hasta las 3 que vengo a comer? Por favor, no sé a quién más pedirle. Ya me las había dejado, pero hacía años que no me lo pedía, y me pilló por sorpresa. —Carmen t