Montse dormía sobre la mesa babeando como un bebe. Pensé en despertarla y follarle la boca al menos, pero estaba al caer su madre, y me fui a fumarme un cigarro con un café, tranquilamente, antes de que empezara el gallinero. —Carmen llego al poco rato, con su nuevo uniforme de oficinista cañón, que habría provocado más de una mirada. Despertó a Montse y vino a la cocina sonriente. —Hola guapetón ¿Qué tal la mañana?.— me pregunto viendo que su hija fue al baño, y dándome un largo beso de deseo. —¿Y esa sonrisa? La has liado con este modelito, seguro.— le dije amasando su culo con ganas. —¡No, tonto! ¡jajaja! por nada, muy bien en la gestoría. Muy buen rollo, y una jefa loca porque quedéis, pillín.— me dijo algo celosa. —¡Buff! Pobrecita, no me acordaba que le debo un almuerzo. Pero es