—¡Buff! Madre mía, pero que belleza por favor.— le dije con ella dándose la vuelta para que viera que era un tanga, mostrándome su culo y su perfil de vicio.
La atrape contra la pared mientras nos besábamos en la entrada, pero me paro las manos que le recorrían los costados, y me dijo:
—De eso nada, tomate el café y hoy en la cama de mi madre.— me dijo dejándome llevar de la mano a la cocina aún con los ojos muy abiertos de semejante conjuntito y su culo danzando ante mí.
Al rato fumaba con mi café, y ella se comia otro bol de cereales, quería energías, quería estar a la altura. Y se tapaba los pezones con los brazos, mirándome con su sonrisa de viciosa. Pero recordé algo.
—Antes de nada, déjame ver tus notas. Creo que te las debieron dar hace un par de días ¿verdad pajarilla?.— pero m
