A la mañana siguiente Natalia se levantó tarde, a pesar de que tenía que estudiar por la mañana, su cuerpo se negó a obedecer a su mente y se recreó entre las sábanas consciente de que había sucumbido al deseo de este de perrear. Se levantó con su camisón y fue a la cocina a prepararse un tazón de leche con cereales. Volvió al salón y puso la tele sentándose espatarrada obscenamente en el sofá, mostrando sus bragas y el par de botones desabrochados de su camisón que hacían que este se abriese y sus tetas fuesen visibles casi hasta sus pezones. ¡Qué guarra! –pensó para sí misma. Y estos pensamientos volvieron a calentar su cuerpo mientras se terminaba los cereales viendo distraída cómo un reportero parecía mirar lo obsceno de la escena a través de la pantalla. Se levantó y fue al cuarto