Estaba a punto de finalizar el curso escolar, momento en el que más intensa era la relación que estaba manteniendo con Candelas y Verónica, cuándo entró en escena Iris, una cautivadora joven de nacionalidad islandesa que llevaba algo más de medio año formando parte del cuerpo técnico de mi empresa. La chica, de cabello rubio, alta y delgada, era tres años más joven que yo, se encontraba dotada de un escultural físico y solía cambiar de look con relativa frecuencia. Aunque me cautivó desde el día en que me la presentaron al comenzar a trabajar en la empresa y sabía que durante su aún breve andadura laboral se había abierto de piernas con tres compañeros, no había tenido éxito las veces en que había intentado acercarme a ella ya que, aunque se trataba de una muchacha muy abierta y liberal, d