Cuando Natalia llegó encontró a su hermano jugando a la consola y le saludó sin obtener respuesta de este. –¡Qué te pasa hermanito! –dijo esta, sentándose en a su lado. –¡Me pasa de todo Natalia! –dijo Hakim con cara visiblemente preocupada. –Pues cuéntamelo, ¿a lo mejor yo puedo ayudarte? –le dijo su hermana. Se llevaban a penas dos años aunque parecían tener la misma edad. Se habían criado juntos, habían jugado juntos y lo habían hecho casi todo en la vida juntos. Incluso cosas que no podían contar a nadie. Por eso Hakim confiaba en Natalia y Natalia confiaba en Hakim. De forma que el hermano abrió su corazón y contó todo, con pelos y señales a su hermana, la cual se sorprendió un poco por la actitud tan abierta al sexo de ella y tan cerrada en cuanto a su propia sexualidad. –¿Ent