Aquella fiesta estaba resultando de lo más aburrida, al menos yo no estaba en mi salsa, soy un poco soso, hay que reconocerlo, porque lo de bailar nunca se me ha dado bien y menos meterme en la pista de esa discoteca a rebosar. Yo veía a Leidy, mi linda esposa, divertirse y luciendo palmito con ese pantalón ceñido que marca su perfecto y redondo culo, así como esa blusa negra en la que aparecen juguetones sus pechos y que hace que todos los hombres la rodeen. Está mal que yo lo diga, pero mi mujer es impresionante, una mujer que cualquier hombre desea... Nunca me he sentido celoso con Leidy y la verdad, aparte de su belleza y su juventud, ya que la saco diez años, nunca me ha dado motivos para sentirlos y eso que pretendientes no le faltan, desde algún vecino, al que ya le he visto lanzad