Capítulo 3: Una mujer insegura no debería contratar prostitución

1289 Words
Después de esa propuesta descabellada que Alba me había hecho, hice lo que toda mujer sensata debía hacer, la ignoré. Por lo que cambie la conversación hacia otro tema menos controversial y hablamos de temas normales y que pudiesen ser oídos sin escandalizar a nadie. La charla siguió en mi auto, hasta que llegamos a mi casa y yo le di un par de pantalones a Alba que tenia de repuesto en el auto. Entre regañadientes se los puso, y mientras me daba un sermón acerca de que podía colocarse lo que quisiera, que ya era una nueva mujer, caminamos a la puerta. Al abrirla el motivo de que le diese pantalones se hizo evidente para ella. Adentro estaba mamá y Tata con una decoración de bienvenida entre globos y fotos de las cuatro. Lo seguido fue de acuerdo a lo planeado, lágrimas, abrazos y besos. Cenamos las cuatro como en los viejos tiempos y charlamos de todo lo que habíamos hecho este año en ausencia de Alba. Para mi tranquilidad, no solo hubo desenfreno s****l para mi hermana, sino que fue a sitios de ensueño natural en Tailandia, Vietnam y parte de la India. También aprendió algo de tailandés pero sobre todo inglés, que fue lo que más uso. Y lo más importante, recupero su confianza. Agotadas entre tantos chismes y anécdotas, todas nos fuimos a la cama. Las tres se quedarían esta noche en mi casa porque ya era muy tarde, y estábamos muy cansadas para que alguna condujera. Ya yo estaba secando mi corto cabello después de la ducha, y lista para dormir cuando tal cual niña pequeña Alba entro a hurtadillas a mi habitación. También se había retirado el maquillaje, y con una simple pijama, a pesar del cabello y los piercing, se veía más como mi hermana tranquila y risueña. Tenía en su mano su celular. ─   Te lo tengo Olivia. ─   ¿Qué me tienes Alba? ¿Sabes qué? Mejor no me digas nada y vete a tu habitación. ─   Ay que odiosa. Solo escúchame. No te lo esperas – asegura emocionada. Pero sí lo hago. ─   Déjame adivinar, tienes en tu celular el contacto de un hombre que quieres me desvirgue – comento aburrida secando mi cabello. ─   Sí y no. Es un contacto adivina. ─   Lo que me faltaba. Adivinanzas con 30. ─   Y virgen con 30… – me lanza viendo sus uñas. Inhalo aire. ─   Si quieres que me meta en esas aplicaciones de sexo, no lo haré. Quiero garantías del primer hombre con el que me acueste. ─   Y las tendrás si contratas a un profesional – me ofrece agitando el celular. ─   ¿Eres mi hermana o mi enemiga? No quiero estar por primera vez con un prostituto Alba. Mi hermana parece tomar paciencia y se enseria, como hizo en el restaurante me hace sentarme con ella. Esta vez en la cama. ─   ¿Olivia no entiendes que si no disfrutas de las maravillas del sexo estarás dejando que ellos ganen? Que tus acosadores ganen. No tienes que prohibirte de nada. Lo que me acaba de decir Alba me ha dejado fuera de mis bases porque tiene razón. No es que no quiera sexo por voluntad propia, es que todas esas heridas a mi ego por una infancia llena de ofensas hacia mi físico me dañaron. Era momento de avanzar, yo lo sabía, pero… ¿con un prostituto? ─   Alba mi escenario ideal sería conocer a un hombre bueno, tener una relación y sexo. Es el deber ser – trago porque sé que su respuesta me ganará. ─   ¿Y por qué una mujer tan bonita como tú, con esos ojos, esos senos… – lo dice apretando… apretando mis dos senos – naturales, desgraciada… ─   ¿Era necesario lo de que me apretases los senos? ─   No pero quería hacerlo – alza las manos rindiéndose y yo miro al cielo conteniéndome – seguía, con ese puesto de trabajo, con esta casa… ─   No te olvides de la Gata. ─   Exacto la Gata. ¿Por qué no has salido con un hombre decente? No digas nada, yo lo diré por ti. Porque tienes un bloqueo mental con lo de que eres virgen. Pero si te quitas ese bloqueo ¿no crees que habrá paso para que conozcas a alguien bueno para ti? Quisiera decirle que no pero la terapia no me ha ayudado con esto de abrirme a los hombres. A este paso le pagaré la jubilación completa a mi psicóloga. ─   Está bien. Pero por qué con un prostituto. ─   Porque estos hombres están entrenados para ello Olivia. Saben dónde tocar, cómo tocar, cómo hacerlo con placer y lo más esencial, no te van a juzgar, no te harán preguntas. Si es incómodo, morirán callados, porque es su trabajo. ¿O quieres que te ayude con eso con un dildo… puede ser doble si a esas va- Le jalo con fuerza el cabello para que deje de decir estupideces, ella se ríe soltándose y yo suspiro. ─   La prostitución es mala Alba. Seguro en esos barrios rojos había mujeres y hombres explotados y tú solo viste lo que te convino – me defiendo en un sermón. ─   Olvidémonos de eso, concentrémonos en mi contacto. Esta es una agencia de scorts muy respetada. Míralo en sus precios – ella me ofrece el celular y ciertamente que son desmesurados – ¿Crees que gente que gane por unas cuantas horas lo mismo que tú siendo gerente con tu nivel académico, en unos cuantos días… son explotados? Esto es lo mejor de lo mejor. Son atractivos, bien proporcionados, expertos, sanos obviamente y… confidenciales… Nadie tiene que saberlo. No tienes que explicarles nada. Y son hombres, por favor hermana. Les fascina el sexo, más con mujeres como tú. Trato de decirle que no a Alba, pero aparentemente ha aprendido en ese año sabático cómo ser persuasiva porque estoy a punto de ceder. ─   Puedo… puedo intentarlo… pero déjame ver– intento tomar el celular pero lo aleja de mí. ─   Nada de eso, si lo ves, eres capaz de decir que no. Haremos esto. Yo haré el p**o, el contacto, concluiremos un sitio, y tú solo debes ir arrasadora para esa noche. Él se acercará a ti y hará lo suyo. Subirán a una habitación. Tiene que ser en un hotel estándar. Y el bloqueo mental se irá de tu mente para siempre. ─   ¿Y cómo lo reconoceré yo? – interrogo insegura. ─   Estúpida. Evidente. Será el hombre más atractivo del sitio que se te acercará diciendo tu nombre. Uno más uno – ahora está viendo la página de esa fulana agencia en el celular con una expresión lujuriosa – si estos hombres no tienen perdición. No se encuentran en la calle así como así. Uff. Alba hace un gesto de semi desmayo, al supongo ver al que cree el correcto y me mira con emoción. Se levanta y se coloca frente a mí, leyendo como si se tratase de una promoción de domingo. ─   Te lo tengo Olivia. Imagínatelo. Alto, cuerpo suculento, cabello n***o, ojos color marrón chocolate – de pronto cierra las piernas con exageración – un gran pene juguetón. ─   ¿Estás viendo una foto de su maldito pene? – grito consternada. ─   Ay no seas mojigata. Está en su perfil, la medida que tiene. Me lo imagino y uff hermana. Ya me lo agradecerás, ya verás. Yo, no estaba muy segura de eso. ..... Por aquí les habla su autora, jaja. ¿A ustedes que les parece este disparatado plan? Solo diré que las jugarretas del destino son las típicas de una novela romántica ;) 
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