Dormí de corrido hasta el otro día pasado el mediodía. Nos quedaba una semana en el congreso y ansiaba usar la piscina aunque el jodido clima no dejara de ser lluvioso. Aslan no estaba en la habitación cuando desperté y aunque no le di mucha importancia, me pregunté dónde estaría metido. Me di una ducha mientras cepillaba mis dientes, mi cabello estaba del asco y lo lavé rápidamente. Salí rejuvenecida, y con hambre, y tomé una de las camisetas que recién había comprado lanzándola a la cama junto con mi ropa interior. Envuelta en la mullida toalla del hotel, tomé el frasco de vaselina y con cuidado empecé a cubrir mi nueva joya. Escuché un golpe en la puerta y bufé exasperada, apenas había cubierto la mitad del dibujo, carajo. -No sé dónde dejaste la tarjeta pero es mejor que la busque