Aslan se marchó para asistir a tiempo a una charla que daría algún artista que él admiraba, rogó que lo acompañara pero no sirvió de nada y creo que desde el principio lo tenía muy claro. Yo francamente veía el agua como mi mejor amiga y en ese momento nada en el mundo me sacaría de la piscina donde estaba dejando cada una de mis preocupaciones sobre aquel colchón flotante. A excepción, claro, de mi vejiga. Fui al baño de damas y luego de utilizarlo y auto-felicitarme por mi sexy look al espejo, volví fuera sin querer tropezando con algún idiota que no me había visto, solté un gritito cuando el hombre y yo caímos al agua. Lo solté de inmediato y limpié mi rostro para poder ver e insultarlo a él y a su pobre e inocente madre. -¡¿De nuevo tú?! -¡Soy yo quien debería quejarse!- era aquel