Jack salió del baño envuelto en una toalla, su cabello aún goteando, y notó el profundo silencio que reinaba en la habitación. Mientras se acercaba a la cama, sus ojos se posaron en Tessa, quien dormía en el sofá. Parecía tan tranquila, ajena al torbellino de emociones que él llevaba dentro. Jack se agachó frente a ella, observándola en silencio, intentando contener el impulso de despertarla y decirle todo lo que sentía. —Tal vez sea lo mejor que me aleje... Debo convencerme de que nunca te fijarás en mí, de que jamás seré el hombre al que puedas amar —murmuró en voz baja, como si en lo más profundo deseara que ella lo escuchara mientras dormía. La mañana siguiente llegó acompañada de la suave luz que se filtraba por las cortinas, despertando a Tessa. Se había quedado dormida ves