Cuando cayó la noche, las luces suaves y exóticas del pasillo se encendieron, iluminando tenuemente el lugar. El aire estaba impregnado de un sutil aroma a flores, envolviendo el ambiente con una atmósfera cautivadora. Jack avanzaba lentamente, observando a su alrededor con atención, hasta llegar a la puerta que coincidía con la dirección que le habían dado. Se detuvo frente a ella, levantando la mano para llamar, pero en el último instante dudó y la dejó caer. —Esto tiene que ser otra de las bromas de Tessa —se dijo en voz baja, girándose con la intención de marcharse. Sin embargo, tras dar unos cuantos pasos, se detuvo. Algo dentro de él lo empujó a regresar. Volvió a la puerta y, esta vez, sin pensarlo dos veces, golpeó con firmeza. Apenas unos segundos después, la puerta se a