Es el fin

1261 Words
Contrario a todo pronóstico de vida, aún respiro, aún camino y aún si lo hago por inercia, aún sigo aquí. Sé lo que quiero hacer, y no me detendré hasta hacer que l gran imperio Jerome se venga abajo, y prenderé fuego a sus cimientos, y haré que todos ellos lamente haber causado todo ese daño a mi madre. Decidí seguir mi vida, voy a estudiar, voy a seguir tan de cerca a todos y cada uno de ellos, y acabaré uno por uno, hasta que solo quede yo en pie. Isabella se había preparado para la universidad y conseguir un nuevo empleo, uno que le permite estar más cerca de la familia a la que planea, hasta que tocaron a su puerta. Isabella no dijo nada solo se acercó a la medida de su puerta con cierta incertidumbre, pero la misma fue mitigada en el momento en el que vio a Mauricio por ella. –¿Qué pasó?, ¿Qué quieres? –preguntó sin abrir la puerta y se te acercó y susurro. –al jefe me ha enviado por ti, quieres saber cómo estás y qué ha sucedido contigo –preguntó. –estoy bien –respondió a secas totalmente pagada y fría era como si todo lo bueno y dulce que alguna vez hubo en ella hubiese desaparecido, y era tan obvio porque incluso a Mauricio le sorprendió escucharla. –¿puedes abrir la puerta, por favor? –preguntó una vez más en susurro, era como si no quisiera que nadie más que Isabella lo escuchase. Puso los ojos en blanco con fastidio, pero al final excedió y abrió la puerta, aunque era bastante claro que lo hacía de mala gana. –Ahora dime, ¿qué es lo que quieres? –preguntó y entonces la vio. Isabella, físicamente era una persona totalmente diferente. No era ni la sombra de lo que había sido hace tan solo unas semanas atrás. Estaba demasiado delgada, tenía ojeras, el cabello despeinado y se veía bastante desaliñada, algo que jamás había visto ni esperaba ver en ella, pero lo que más le sorprendió fue ver toda esa tristeza en sus ojos, ese frialdad en su mirada. –dime de una vez, ¿qué es lo que quieres? –preguntó cruzándose de brazos con el ceño fruncido. –¿Por qué no has ido al bar? –preguntó para disimular, no podía decirle directamente que iba para saber cómo estaba, pero que no podría volver al bar. –no pienso volver a ese basurero –soltó –me merezco algo por mucho mejor que eso. –dijo tirándose en el sillón que estaba lleno de pañuelos, basura y una manta sucia. –¿qué es lo que pasó contigo?. ¿Por qué estás así? –pregunto desconcertado, porque a Mauricio realmente le preocupaba y quería saber en qué le puedo ayudar. –la verdad... –lo miró. –¿eso es lo que quieres saber?, ¿la verdad?, ¿qué fue lo que me pasó? –preguntó y vio con como Mauricio desconcertado asintió. –acaso tú... –bien... –suspiró poniendo sus manos entre sus piernas –veamos... ¿por dónde empezamos?, ah, si. Perdí el único regalo que mi madre me había dado y que tenía valor no solamente monetario, sino sentimental, perdí mi virginidad con un imbécil que no vale la pena, y... ah, si, mi madre murió. –dijo y enseguida secó la lágrima que salió en cuanto lo dijo. Así que no, no lo sé Mauricio, no sé qué fue lo que me pasó. –dijo y se levantó enseguida, camino hacia la puerta y la volví a abrir –ahora si no te importa... ¡Te agradecería que te largaras de éste departamento! –dijo señalando la puerta con la mirada déspota y cruel como nunca antes había sido. –¿no piensas volver al trabajo, entonces? –preguntó sólo para asegurarse de que ya no volvería al bar. –No volveré a ese maldito nido de ratas ni en un maldito millón de años. –espetó molesta Disimulando lo complacido que estaba Mauricio, ya que la finalidad era esa asegurarse de que estuviera bien, pero de que no quisiera volver al bar, y a pesar de su inquietud por su cambio tan drástico de actitud se quedaba tranquilo porque sabía que no iba a volver. –Bueno, creo que tienes razón, debería irme. –dijo y salió del departamento dejando a Isabella sola y no volteó a ver a su puerta hasta llegar al final del pasillo. Isabella tiene claro lo que quiere, quiere venganza, quiere vengar la muerte de su madre con los únicos culpables, quiere desaparecer a la familia que hizo sufrir a su madre y si antes no estaba convencida de ello ahora haría todo lo que pudiera y estuviera a su alcance, para conseguirlo aún a costa de su propio cuerpo, ya no le importaba. Tan pronto como Mauricio salió de su departamento recibió una llamada del hospital en el que estaba su madre y solicitaban que fuese para que firmara un documento que aparentemente había faltado de entregar. A Isabella a esto le pareció un poco extraño, pero aún así fue, ya que no quería tener ningún pendiente en ningún lado. Mira todo el lugar a su alrededor, era un auténtico basurero, era tan deprimente y triste con solo ver lo que necesitaba salir de ahí, necesitaba dejar en su lugar. Así que entró a la ducha y se tomó el tiempo necesario para prepararse para un mundo en el que no estaría su madre, pero que ella lo haría arder en su honor. Pensó todo el tiempo qué es lo que haría su madre, o qué le aconsejaría hacer, y basándose en eso peinó su cabello, se puso ropa limpia y bonita, resaltó sus mejores atributos de manera sutil y dejó el lugar. Entrar en el hospital era una de las cosas más difíciles que tendría que hacer en su vida, aún cuando trataba de prepararse mentalmente para que no doliera tanto, tan pronto llegó a la puerta de éste su corazón se volvió a encoger y a doler tanto que podía sentir como sangraba por dentro. Tomó aire con mucha dificultad porque desde que su madre no estaba, respirar se le hacía tan difícil, pero contuvo la respiración, porque sabía que al soltarla rompería en llanto y contuvo tanto tiempo la respiración, que incluso su pecho dolía menos, era como una especie de doble impacto de dolor para mitigar y hacerlo uno menos. –Buenos días, me han llamado para firmar un documento. –dijo y la recepcionista empezó a buscar algo que faltase por finiquitar, ya que no tenía sentido. Había pasado demasiado tiempo para que faltase algo. –Lo lamento, no creo que sea así... –negó con la cabeza, desconcertada. –no lo entiendo... –dijo déspota mirando a la persona que la atendió, como si fuera una basura. –¿para que demonios me hicieron venir entonces? –preguntó furiosa. –Señorita Laurent, venga conmigo por favor –dijo otra chica que usaba el mismo uniforme que la que la estaba atendiendo. Camino tras ellas por un par de minutos hasta llegar y detenerse en una puerta que la chica abrió para ella, era una especie de oficina en la que Isabella entró porque la chica se dio su paso, pero al darse la vuelta para salir vio Jetro de pie junto a la puerta. –Tenemos que hablar. —dijo levantando la mano con la pulsera.
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