–Buenas tardes, ¿lo puedo ayudar en algo? –preguntó la enfermera al verlo algo desconcertado al salir del ascensor y caminar hacia el pasillo. –disculpe, ¿lo puedo ayudar en algo? –volvió a preguntar cómo un tono suave y sutil, casi condescendiente, pero sumamente educada.
–vine a ver a la señora en esa habitación. –señaló la puerta de la habitación de la madre de Isabella.
–¿s usted familiar de la paciente? –preguntó él, mientras ella suplicaba para sus adentros esperando que él no notará que estaba a punto de llorar
–Soy... –por unos segundos sabiendo que si decía que solo era un amigo de la familia no le iban a dar información, lo harían fácilmente si él lo sabe el apellido de su padre y no quería hacerlo. –olvídelo. –dejo sin saber qué más decir de regreso de nuevo al ascensor en el cual se cerraron las puertas enseguida sin darle más tiempo de arrepentirse y salir.
—¿qué demonios pasa contigo? –se reprendió a sí mismo por lo que había hecho, ya qué le pareció un acto estúpidamente impulsivo. incluso mientras regresaba su auto me paraba de pensar en que debería regresar al respecto y preguntar por la madre de Isabella y por ella. pero al mismo tiempo se debatieron que no lo quería hacer, en dónde vas a enferma muy extenso a cada paso que daba afuera del hospital.
Esa parte suya en la que pelearía por volver a ser parte de su familia y ver nuevamente a todos sonreír a su alrededor, ganó. Así que decidió que no haría nada, no sería él le dijera a Isabella que estaba embarazada, simplemente fue a su casa tal y como eran sus planes en un principio.
Al llegar fue una sorpresa para todos incluso para los de seguridad de la entrada, que realmente se sorprendieron al verlo y fue bueno decir que se sorprendieron de manera grata.
–Bienvenido a casa señor. –dijeron al unísono el personal de la seguridad en la entrada principal.
–Gracias, ¿mis padres están en casa, verdad? –preguntó, y por un segundo muy rápidamente todos se miraron entre sí.
–el señor y la señora Jerome fueron a ultimar detalles sobre la boda de la señorita Alaia, en la casa solo se encuentran sus hermanos al mando. –dijo el jefe de seguridad. –Aunque tienen algunos invitados. —añadió.
–ah sí, por supuesto. Lo olvidé. –dijo. –debí haberlo sabido... –mintió ante todos para no quedar mal, o general chismes entre ellos.
–Entonces... asumo que está por demás decirle que sus padres llegarán en cualquier momento, porque claramente usted debe saber que partieron hace dos días –dijo el jefe de seguridad, quien ya había notado que él no tenía ni idea, pero no quizo dejarlo al descubierto. Jetro asintió como si lo hubiera sabido todo el tiempo.
–Qué bueno que llegue a tiempo para recibirlos. –dijo con una sonrisa, pero se voltea enseguida antes de subir a su auto. –si no les importa, me gustaría que fuese una sorpresa, sobre todo para mi madre –dijo y el jefe de seguridad asintió.
–En lo que a nosotros concierne, usted no está en casa. –dijo y Jetro sonrío complacido.
Al entrar en casa sabía que vería su hermana, lo cual era bueno, quería hablar con ella, quería disculparse por haber estado ausente en toda la planeación, ya que sabía lo importante que era para ella la compañía de sus hermanos en la planeación en todo lo referente a su boda.
Tan pronto como entró en la casa lo recibió Miriam. Su sonrisa era enorme, realmente ella se alegraba de verlo, ya que ella quería a los hijos de Evelyn como suyos.
–Bienvenido joven Jetro. –dijo Miriam con una voz muy cálida.
–Miriam. —se acercó y besó su mejilla. –me da mucho gusto verlo de nuevo por aquí, su madre se va a poner muy feliz de verlo. —añadió, pero el no estaba listo para ver aún a su madre, tenía que hablar con su hermano. Parte de lo que había recordado de la despedida de solteros era lo que había dicho James, y había nota que el se sentía con Jetro, como él se sentía con su padre, y quería disculparse, hablar con su hermano y arreglar las cosas.
–Hablando de eso... —suspiró. —Regresaré en la noche para la preboda, y me gustaría darles la sorpresa a mis padres, ¿Te podrías encargar de guardar el secreto hasta que yo los vea? —preguntó y Miriam asintió sonriente.
—Debes estar muy cansado por el hospital y el vuelo, prepararé tu habitación. —dijo, pero Jetro se adelantó tomándola del brazo con sutileza.
—No hace falta. Estoy bien. —miró a su alrededor esperando ver a alguno de sus hermanos. –¿Sabes donde están James o Alaia?
—Los dos están con sus primos en la habitación de su hermana, están recogiendo lo que llevara a su nuevo hogar de casada, y que donará a la fundación. —señaló el pasillo.
—¿Le podrías pedir a James que vaya a la oficina de papá?, quiero hablar con el primero, y después reunirme con los demás. –Dijo y pese a que tenía mucha curiosidad, solo se limitó a asentir.
Tal y cómo Jetro se lo había pedido, Miriam fue muy entusiasmada a la habitación de Alaia para ver a James, y pedirle que fuese a la oficina de Alejandro.
–¡¡Miriam!! –se entusiasmó con solo verla. –¡llegaste!, ven aquí –dijo Alaia muy entusiasmada, se lanzó y la abrazó con fuerza. –tú eres una de las personas, además de mis padres, que más voy a extrañar de esta casa –dijo casi rompiendo a llorar.
Alaia había estado demasiado sensible estos días, lloraba por nostalgia y alegría, era impredecible y emocional.
–mi niña, es parte de la vida crecer, alejarse un poco de los seres que amamos, pero no lo suficiente como para olvidar, solo un poco para tener tu propia vida, empezar tu propia familia y ser feliz, tanto como la vida te lo permita sé feliz. –dijo y esto la hizo llorar aún aferrada a ella.
—por favor Miriam, no queremos que nuestra preciosa novia se nos vaya a deshidratar, ¿sabes lo hermosa que es mi hermana? –se une al abrazo James.
–claro que sí mi niño, todos ustedes son hermosos, unos niños de un corazón de oro, pero ahora... dijo acariciando la mejilla de James. –me ayudaría mucho que fueras a la oficina de tu padre, ¿será eso posible? –preguntó. Él sonriente, y aún algo sorprendido por su propuesta asintió.
–¿necesitas que te traiga algo de allá, o solo tiempo a solas con mi hermana? –preguntó intentando bromear, no quería que su hermana llore.
–de hecho... hay alguien que quiere hablar contigo, pero está en la oficina de tu padre. Ve allí, será interesante –dijo con la esperanza puesta en que todo se arregle y sea perfecto para la Alaia el día de su boda.
Después de darle un beso en la mejilla a Miriam y uno en la frente a su hermana sale enseguida oficina de su padre. Tenía curiosidad.
Sorteó sus pasos alrededor y a los costados del personal que se encargaban de arreglar todo en la sala para la preboda, había mucha gente en casa caminando por los pasillos de la entrada principal.
Vio la puerta de la oficina de su padre entra abierta y entró algo intrigado, pero no asustado, ya que sabía que era imposible que alguien se infiltre en la casa, aunque tenía mucha curiosidad de saber quién era y por qué tanto misterio por parte de Miriam.
Fue algo decepcionante para él ver que la gran sorpresa en realidad era su hermano, quien últimamente no le caía del todo bien.
–¿Por qué querías verme aquí, en la oficina de papá? –pregunto mirando a su alrededor, esperando ver a alguien más. Asumió que se trataba de alguna reunión, pero no sé ello dos.
Jetro no sabía cómo empezar qué decir o qué hacer para que las palabras que él dijera, tuviera el efecto que él deseaba en su hermano. Se toma un par de segundos, tomó tanto aire como pudo y lo dejó salir lentamente esperando sentir algo de calma en sí mismo, pero era inútil, los nervios eran latentes.
Caminó hacia su hermano, que esperaba un golpe o algún reclamo, pero contrario a esto, Jetro lo abrazó.
James con los brazos abiertos sin saber si tocar o no a su hermano se quedó estático, espera alguna palabra de él para saber si estaba bien sí lo abrazaba, o si solamente necesitaba abrazar a alguien, y es que Jetro realmente era muy difícil de descifrar para sus hermanos.
–Lo lamento –dijo, y James lo abrazó, no importaba cuan peleados pudieran estar o cuánto enojo sintiera hacia él, si su hermano necesitaba un abrazo, un riñón o una pierna incluso se la daría, porque más allá del rencor era su hermano y lo amaba.
—¿Qué te paso? –preguntó asustado, no sabía que pasaba con él, y quería saberlo.
–Te escuché. —dijo y James aún estaba confundido. –Escuché lo que dijiste en la despedida de soltero de Enzo.
James había bebido, y no recordaba partes de esa noche, y tenía haber hablado demás. El que su hermano supiera que a los dos les gustaba la misma chica, no era agradable.