–Todo esto es un desastre todo esto se fue al demonio muy rápido y ya no sé qué hacer. Siento que debo cumplir con mi madre y conseguir a alguien quien sea, su único requisito debe ser tener dinero y quererme como esposa, pero no es lo que quiero, lo único que yo quiero es ser yo, ser libre, pero sobre todo destruir la vida del hombre que me abandonó, a mi madre ya lo que se supone que hubiésemos sido una familia.
Sé que es probable que él jamás haya amado en verdad a mi madre y eso lo entiendo entiendo, cuando te equivocas y no quieres a una persona, pero como él lo hizo, con su mejor amiga y dejándome a mí como si yo no valiera nada, eso, eso es lo que yo lo perdono, jamás podré perdonar al hombre que abandonó a una bebé que no tenía culpa alguna, y a mi madre con la promesa de un amor, todo por su mejor amiga, una mentirosa y traidora mujer que fingió ser su amiga. –suspiro cansada sentada junto a una anciana. ·y sé que ahora se supone que debería ir al trabajo, pero antes quería verte un momento hace días que no he venido por aquí, pensé que a lo mejor me extrañaba así quería asegurarme de que supieras que estoy bien, amá también no está y te extraño mucho envío muchos saludos y abrazos. –dijo sintiendo como su corazón se encogió.
–la venganza nunca ha sido buena para nadie, si tienes el corazón roto no romper aún más, no importa si es justo o no la venganza siempre traerá dolor. –dejo la anciana junto a ella palmeando sutilmente su mano.
–supongo que eso es lo más cercano un consejo que tendré –sonrió. –a veces no entiendo a mamá, sé que todo lo que haces por mi bien y que me ama, pero ahí están todos desde mi corazón que siento que en cualquier momento voy a estallar. –dejo sintiendo como su cuerpo emanaba enojo, ira, resentimiento.
–ella cómo está?, ella sabe que viniste a verme?, ella sí quiere sabe que sigo con vida? preguntó dijo conmovida casi hasta las lágrimas. –ella jamás va a perdonarme por no haberla visitado en prisión. –negó con la cabeza y se secó con sus manitas temblorosas las lágrimas que emanaron de sus ojos.
–abuela. –sacó sus lágrimas enseguida. –ella está bien, es feliz y vendrá a verte cuando pueda. –arreglo su cabello con delicadeza, el viento lo estaba alborotando e Isabella le quería ayudarla, sabía que su abuela odiaba que estuviese despeinada.
Isabella no tardó mucho en arreglar el cabello de su abuela, y pensé que solo se tardó un par de segundos distraída al ver una hermosa ave caminar cerca de ellas, cuándo volvió a mirar a su abuela la mirada había cambiado.
–¿dónde estoy? –preguntó Isabela enseguida se dio cuenta que su abuela ya no estaba. –¿quién eres tú?. –preguntó con el señor fruncido como si estuviera enojada y a su vez confundida.
–Las visitas terminaron. –pasó una enfermera junto a ella revisando visualmente a todos, y se detuvo con una sonrisa junto a Isabella. –tus visitas la han animado, mucho realmente estás cambiando la vida de Alba.
–me preocupaba que el no haber venido no habría hecho empeorar o dejar de comer. –dijo miranda que ya decía una mujer.
–es muy poco lo que ella puede decidir estos últimos días, gran parte del día duerme o incluso llego a olvidar lo básico, así que puede estar tranquila ella ha estado bien... –asintió mirándola
–regresaré la próxima semana a visitarte. –se dirigió a la mujer que aún le daba sutiles palmadas en su mano constantemente. –recuerda que te extraño mucho y debes comer, no discutas con José en la cafetería, sabes que él no te dará más de una dona, el azúcar es malo para ti –dijo acariciando su mejilla con ternura.
–El azúcar ¿Qué hay de malo con el azúcar? –preguntó con la mirada perdida como si el tema no le importara.
–Señora alba debemos volver adentro ya casi empieza a llover... –dijo la enfermera ayudando a levantarse y caminando de regreso a su habitación.
después de que Tina había enfermado y había sido internada en el hospital por su tratamiento con el cáncer y su enfermedad, ella se había tomado el tiempo de buscar a su abuela, la madre de Tina, ya que hace muchos años ella la había cuidado, y aunque ciertamente poco nada conocía de ella le conmovió mucho descubrir que su abuela no solo estaba viva sino que además deambulaba por las calles mendigando por comida, ya que no tenía dinero ni un lugar a dónde ir.
Desde entonces Isabel ha dedicado su vida a cuidar a ambas, a su madre en el hospital y a su abuela en el asilo, aunque es el único pequeño detalle es que su madre No sabe que la está cuidando, no se lo ha dicho porque conoce demasiado a su madre y sabe que de saberlo la obligaría a sacarla de allí.
Evelyn y Alejandro no son las únicas personas a las que tiene odio y culpa por la vida que le tocó llevar, y por ser su madre la aisló de su vida más no prestó y preparó venganza, aunque aún si su madre lo hubiera pedido Isabela era incapaz de dañarla, porque pensé que su abuela había sido algo déspota, cruel y nada afectiva con ella, al verla de indigente y tan vulnerable, no tuvo corazón para dejarla a su suerte.
Regresó a su auto después de un largo suspiro tras cruzar la puerta del asilo y se dirigió al bar tenía que reportarse primero con su jefe.
Al llegar al lugar fue un poco extraño, todo estaba en silencio lo cual no era usual ya que acostumbraban a tener siempre con música el lugar, ella no le dio mucha importancia y como de costumbre entró por la puerta trasera del bar, no había nadie todavía, lo cual tampoco era normal, aún pese al silencio un poco escalofriante dejó su bolso con sus cosas en la silla en el puesto que siempre ocupaba y luego salió al escenario donde daban los shows, siempre coloridos, siempre todo listo, limpio e impecable para los clientes, pero grande fue la sorpresa para ella que en cuanto abrió la puerta y vio todo tirado, sucio, y era casi como si hubiera habido una pelea o algún tipo de confrontación, miró al suelo y había un rastro de sangre. No sabria decir si fue miedo, shock o simplemente poca importancia que le dio, pero siguió el rastro como si ese fuera lo único que importara en ese momento.
Empezó a asustarse cuando este rastro la llevó hasta la oficina de su jefe, el único hombre que era capaz de darle el trabajo que tenía sin pagar un precio más alto, al abrir la puerta Román estaba en el suelo y Mauricio intentaba cubrir una herida en su brazo, aunque su pierna también se vea igual o más lastimada.
–¡¿Tú qué haces aquí?! –dio un brinco en cuanto la vio en la puerta, no fue sorpresa fue susto estaba aterrado. –¡no deberías estar aquí!, ¡largo de aquí! –gritó Román, pero no se veía enojado, se veía asustado aunque sus gritos fingieron demostrar enojo.
–¿Qué fue lo que pasó aquí?, ¿ya viste ese desastre? –señaló fuera sin notar que Román y Mauricio se miraron entre ellos y negaron con la cabeza.
–tú no deberías estar aquí, tú tienes un trabajo que hacer, ahora sal de aquí y ve a hacer el trabajo que te ordené, y no te atrevas a decir que no, ni a regresar. Hoy no abriremos el bar así que ve y es lo que tengas que hacer, nadie está en el bar, ni lo habrá. –dijo entre gemidos, quejidos y alaridos por las dos heridas que tenía, además de los golpes en el rostro.
–Sí, como sea... ¿pero qué fue lo que pasó? –continuó preguntando sin dejar de ver las heridas Román.
Román no dijo nada, seguía echando alaridos y gritos de dolor poco varoniles y muy cobardes a decir verdad, pero Mauricio la conocía y sabía que ella sería incapaz de dejar el lugar si él no le daba explicación.