Ira

1526 Words
–Jetro, no te irás hasta que hablemos –dijo su madre esperando que esta vez todos sea como lo había sido mucho tiempo, él se enoja lo piensa mejor y rectifica, pero eso no pasó él sí se detuvo en la puerta, pero solamente fue para voltear un minuto a ver a su madre él luego salió. Todos estupefactos sus padres y sus hermanos no sabían exactamente qué era lo que había pasado, pero Alejandro no lo dejaría así. Jetro se encontró con Enzo y Maddie en el camino, ambos intentaron obtener algo de información por lo que había pasado, pero éste los ignoró por completo pasando a paso firme y apresurado hasta llegar a su auto. –¿Quién te crees para hablarle de esa manera a tu madre? –lo alcanzó Alejandro y lo obligó al voltear al empujarlo del hombro contra el auto –¿ahora que?, ¿me vas a golpear? –le preguntó molesto, pero por dentro estaba aterrado de que su padre lo hiciera y sabía que podía hacerlo sin ningún problema. –Vas a regresar de nuevo a esa habitación, vas a hablar con tu madre y si es necesario te vas a arrodillar a sus pies y suplicará su perdón, porque ella pasó por mucho para que tú y tus hermanos estén aquí, como para que ahora vengas y le hables de esa manera, o te creas con el derecho de dejarla allí de esa manera.–dijo Alejandro furioso intentaba contenerse, claro que quería golpear a su hijo, pero sabía que eso solo empeoraría las cosas. –Soy un adulto, padre, puedo tomar mis propias decisiones te gustan o no puedes aceptarlo te guste o no y no me voy a disculpar porque no la he ofendido, cuando me case ella está invitada a mi boda, tú no, aún si ella lo estás, porque no la ofendí muy contrario a lo que creo que pasó con Isabella, porque ella sí se fue de aquí llorando por solo que hablar un par de minutos con mi madre. –insistió pensé aún no entender o creer lo que había pasado. –Sin importar la furioso que puedas estar conmigo... Tú sabes que tu madre jamás diría o haría nada para dañar a nadie, mucho menos a una chica que acabas de conocer. –intentó una vez más ser ese padre razonable que tanto necesitaba su hijo, pero él se empeña en mandar todo el demonio. –Esa chica que acabó de conocer va a ser mi esposa... –¿Y qué crees que con eso ganas que un premio Nobel? el premio de la vida? qué? –reclamó furioso. –crees que tienes algún premio por casarte con una chica a la que claramente no tienes ningún sentimiento, pero estás ahí por capricho?, porque crees que no la queremos en nuestras vidas, ni siquiera sabes quién es ella, solo estás con ella porque crees que que yo La detesto, y es absurdo porque ni siquiera la conozco, pero a ti sí porque eres mi hijo. –¿y no es así? –le preguntó con una sonrisa sarcástica –me vas a negar que lo detestas por el simple hecho de que no sabes nada de ella, y yo le quiero hacer mi esposa? –preguntó de nuevo y esto empezaba a hacer que su padre perdiera la paciencia, no importa cuanto él intentaba contenerse. –¿qué diablos pasa contigo? –espetó ahora confundido, su hijo estaba siendo irracional. –Jetro, qué crees que haces? –intentando acercarse a él, realmente quería entenderlo, saber de dónde venía todo ese odio que parecía sentir hacia él cuando lo único que había hecho era educarlo de la manera que él consideraba correcta. –Padre, sé que no lo entiendes y no espero que lo hagas, y no intento ganar nada, no lo hago, no gano nada, me interesó esa chica y haré lo que sea para evitar que lo que sea que acaba de pasar esta tarde, eso de que ella salga llorando a mares, no vuelva a pasar –se cruzó de brazos, porque esta vez realmente aunque su padre no lo ve, a él en serio le había dolido ver a Isabella llorar de esa manera, se veía muy rota muy lastimada se veía tan mal que realmente lo conmovió y ya había tocado una fibra muy sensible dentro de él. –sabes que sin importar lo que haya pasado tu madre no fue la culpable de nada. Ella no es así y está siendo injusto con ella. –aún intenta aflorar esa parte protectora de hijo amoroso que siempre tuvo con él, pero su hijo está tanto cerrado que al parecer ni siquiera escucha razones aún si estás muy lógicas y las suyas muy perversas. –iré a hablar con Isabella, y solo si ella acepta venir aquí de nuevo podremos arreglar las cosas, de lo contrario es claro que no soy su hijo favorito –bufó con sarcasmo. –sí?, ah, no lo olvidaba, lo siento. –soltó con sarcasmo y falsa lástima. –es que no soy una niña que estuvo pegada a tu pecho desde que nací o me equivoco? –preguntó subiendo su auto Jetro no era una mala persona, pero Alejandro había hecho una gran diferencia inconscientemente entre sus hijos, sobre todo entre los gemelos y Alaia y aunque James quién era de corazón noble y maleable, no le había importado mucho a lo largo de su vida hay otro sí y ahora él estaba resentido cada vez más, amaba a su hermana más que nada en el mundo, pero esa diferencia que había hecho su padre no hacía sentir mal. Jetro salió con su auto toda velocidad lo único que quería era encontrar rápidamente a Isabel y disculparse, quería hablar con ella porque aún se negaba a creer que su madre habría sido tan cruel como para hablarle de tal manera que la hiciera llorar, peor aún que la hiciera salir corriendo y llorando de su casa peor que un monstruo, eso no era la madre dulce y benévola que lo había educado, pero no encontraba más razones. Ciertamente la conocía hace muy poquito tiempo a Isabella, pero en ese poco tiempo que la había conocido ella había demostrado ser alguien muy fuerte directa y hasta un poco descarada en su actuar, pero nada justificaba que saliera de esa manera tan abrupta asustada y enojada al mismo tiempo nada de lo que pasaba por su mente le hacía algún tipo de referencia para lo que había pasado y por eso necesitaba desesperadamente hablar con ella y que sea ella que le dijera qué había pasado con su madre para que se comportara ella de esa manera. Esa parte en la que él es un buen hijo y tenía un buen corazón y le dolía haberle hablado de la manera en que lo hizo a su madre y a su padre muy pronto hizo su aparición llegando a hacer sentir culpable puesto que ciertamente tenía cierto rencor a su padre por las diferencias que hizo, pero tampoco podía negar que su padre había sido una gran persona y lo había educado de la manera correcta aún si sentía que algo de él le faltaba, mientras que su hermana le sobraba. Estaba enredado en sus pensamientos, pero frenó a raya al llegar al portón principal en cuanto a este se abrió pudo ver a lo lejos a Isabela caminando. –Acaso no dio una orden!! –Gritó Jetro furioso mandando al demonio su educación y su prudencia. –¿Por qué se está yendo sola? –reclamó mientras las puertas se abrían, dado que éstas tomaban un poco de tiempo. –señor, su invitada se ha negado rotundamente a que cualquiera de el personal de seguridad o servicio la acompañe y ha pedido tajantemente dejarla en paz –se acercó rápidamente el jefe de seguridad de la entrada. Jetro aprovechó el segundo en que las puertas Se abrieron por completo y aceleró lo más que pudo hasta alcanzar a Isabela lo que no le tomó más de un par de segundos, pero a ella definitivamente le hizo dar un brinco puesto que pensó sería atropellada. –¿qué diablos crees que haces? –se giró a él al dar un brinco incluso tanto fue el susto que al girar golpeó El capo del auto. –me quieres arrollar o qué –grito furiosa secando las lágrimas de su mejilla. –Isabela por favor tenemos que hablar. –se bajó enseguida en cuanto puso el auto bloqueando el paso de Isabela, para no tener que correr tras ella. –déjame en paz. Acaso no lo entiendes. No quiero saber nada de ti, no me interesa, se acabó, no hay matrimonio, no hay nada, solo aléjate de mí, por favor –insiste esta vez ya desesperada y furiosa. –¿Qué fue lo que dijo mi madre? ¿Qué fue eso que te dijo que te hizo ponerte así? –pregunta él realmente estaba desesperado, estaba intrigado, quería saberlo, más que querer, necesitaba saberlo.
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