Jetro estaba asustado por lo que había hecho, asustado consigo mismo por lo que se había considerado capaz de hacer ebrio, después de tener un mal día, se consideró un idiota y un patán por haber hecho lo que hizo, sobre todo porque aunque no recordaba mucho, pero sabía que había llegado al hotel sólo y al ver el desorden de su cama, sabiendo que iba a una despedida de solteros donde las bailarinas exóticas son parte del show, no era tan difícil para él llegar a la conclusión de que se había acostado con una bailarina exótica y su culpa no era con ella, sino con Mackenzie y con su madre, pues sentía que de alguna manera les había fallado a las dos.
Tomó sus cosas y se prepara mentalmente para salir y disculparse con la chica, e irse a su departamento, pero al abrir la puerta con sumo pesar nota que no había absolutamente nadie en la habitación. La chica se había ido sin decir o hacer nada.
Miró todos alrededor y no había ningún rastro de ella, nada, solo una cama extendida con una ligera mancha de sangre, ¿se había lastimado?, no lo recordaba, así que empezó a revisarse inmediatamente todo el cuerpo, pero al no descubrir nada se asustó aún más, ya que ahora había la posibilidad de que él hubiera lastimado a la chica con la que estuvo esa noche, y eso para él fue aun peor.
Se llevó las manos a la cabeza y caminaba de un lado a otro negando sin poder entender lo que había pasado, lo último que podía recordar era estar conduciendo algo ebrio y parcialmente haber llegado al hotel, y hasta pequeños fragmentos de lo que fue el baile, pero no recordaba bien qué había pasado en esa habitación.
Aunque por alguna extraña razón no podía dejar de ver la mancha de sangre sobre la cama, era absurdo la sola idea que le pasó por su cabeza, él solo hecho de que siquiera lo pensara le parecía tan tonto e ilógico.
Él no recordaba muchas cosas y fragmento de muy pocas, pero tenía claro de que si había pasado la noche con alguien había sido con una baila en exótica, no hubo una chica en realidad sino con alguien que trabajaba en el mundo era espectáculo nocturno, así que era imposible que el pensamiento de que la persona con la que pasó la noche era virgen, parecía una estupidez.
Sacó su teléfono y llamó a Enzo, tal vez él podría decirle algo, a lo mejor él lo vio salir con la chica, tal vez él tenía algo que decir, pero para su sorpresa mala suerte Enzo no contestó.
Se vistió tan rápido como pudo, tomó todas sus cosas y salió de la habitación mirando una vez más esa mancha de sangre sobre la cama antes de dejar la habitación, al cerrar la puerta se encontró a Baram.
–¿Qué haces aquí?, ¿a dónde vas? –preguntó un poco tambaleante, se podía notar y oler que estaba ebrio. –creí que pasarías la noche en el hotel, esa era la idea. ¿sabes...? –señaló de manera muy graciosa.
–sí lo sé... ¿tienes algún contacto sobre las bailarinas de la despedida de solteros? –preguntó y Baram se echó a reír a carcajadas hasta no poder respirar, lo que avergonzó un poco a Jetro.
–Yo sabía que te gustaría alguna. –dijo buscando en sus bolsillos. –aunque yo ya he pensado en llamar a la bailarina principal. –enarcó una ceja, tambaleante, incluso tuvo que apoyarse en la pared para dejar de tambalear tanto, y entonces encontró la tarjeta en su bolsillo, y se le entregó a Jetro. –puedes llamar a cualquier hora y solicitar a las dos chicas si te gustaron las dos que estaban en el baile. –añade. –puedes preguntar por Kitty y Lizzy. –dijo aún entre risas.
–no, eso no eso es lo que quiero... –enmudeció al no saber qué más decir, no quería decirle lo que había pasado, aunque sabía que muy probablemente tampoco lo recordaría por la mañana por el estado en el que estaba.
–No te preocupes, yo te entiendo... estaban preciosas, por eso las escogí. –sonrió palmeando el hombro de Jetro, mientras se abriría paso en el pasillo para continuar hasta llegar a su habitación.
–¿pasarás la noche aquí? –pregunto viendolo intentar pasar una tarjeta en una puerta.
–sí, no tengo opción. –río sin más. –si llego así a casa Jenko se olvidará que soy su hermano y empezar a hablarme como si fuera mi padre, así que para que esta noche sea perfecta, debo dormir aquí así que... vete, vete, vete, y llama a ese par de preciosuras –dijo y cuando por fin consiguió abrir la puerta, cayó con todo su peso en la entrada. Jetro iba a dar un paso para asegurarse de que estuviera bien, pero fue la escandalosa, graciosa y contagiosa carcajada de él, lo que le aseguró que estaba bien, sobre todo porque si él estuviera inconsciente era incapaz de cerrar la puerta y Baram lo hizo.
Con la tarjeta en mano camina por el pasillo hasta llegar al ascensor y al llegar a su auto la guardó en su billetera, y solo entonces notó que no tenía ni un solo centavo, esto sí lo tomó por sorpresa, ahora no solo tenía que ver de nuevo a la chica con la que pasó la noche porque tuviera curiosidad de saber qué fue lo que pasó, sino que ahora cree también que le había robado.
Mientras tanto Isabella en el hospital...
Han pasado horas, yo no sé qué ha pasado con mi madre, nadie me da razones y todos me dicen que va a estar bien, que va a estar bien, que el tratamiento funcionará, pero eso no es una razón para mí, no cuando la última vez que la vi y hablé con ella estaba muy animada, creí que fingía cuando tosía en exceso, respiraba con dificultad, pero tal vez no lo hacía y ahora me siento un idiota por haber creído que... soy una idiota, soy una mala hija, si la pierdo a ella perderé toda en mi vida, no tengo a nadie más.
Isabella estaba sentada sobre un filo de la cama esperando algún tipo de razón de los médicos, ya que no le permitían vagar por los pasillos, porque cada vez que lo hacía empezaba a preguntar a la enfermera y acosarla con preguntas de las cuales ella no tenía respuesta, o era mejor no contestar.
La situación empeora tanto como avanza el día, y se empieza a sentir mal, culpable y un odio inmensurables por Jetro y su familia.