La pareja come y mientras lo hacen charla de manera distendida de todo tema, pero sobre todo lo personal —Entonces te gusta el buen vino— comentó la joven que tiene las mejillas sonrojadas por el efecto del vino que ha ingerido— yo hasta ahora le encuentro un gusto especial. Los ojos de la joven miran aquel rostro estructurad y bien definido. Se pierde en aquellos labios que están húmedos e impregnados de vino. —«¿A qué sabrán?»— se imaginó su sabor— «a vino, tonta» —Sí, es una buena bebida—le dijo él que la miraba a los ojos. Esta brillaba de manera que lo tiene atrapado como si fuera un animalito perdido en la carretera encandilado con las farolas de un auto— Me gustas mucho, jefa— le dijo con una sonrisa. —«Maldita sonrisa— piensa la joven— siento que me mojo mis bragas»