La tarde es calurosa y la cafetería Brisas de Salamina está atiborrada de turistas que aún no se marchan por la feria ganadera que se está llevando en la región. Por causa de esa feria, ella fue contratada para hacer una campaña publicitaria sobre maquinarias utilizada en el campo. Ahora, Elisa mira con melancolía al hombre con el que está hablando. —Lo siento mucho, Elisa— dijo el hombre alto con ojos fríos— pero tu porte no me satisface para lo que yo deseo. Te falta ese no sé qué, que tienen las mujeres de esta región. Esas palabras desanimaron a la mujer. Ella necesitaba la renovación del contrato de modelaje. Desde el momento que Marcus termino con ella, todo se le vino abajo. Él era como ese motor mágico que le atraía muchas cosas. —Por favor, señor Domínguez— comento ella