Estos días han sido extraños y agitados, pero los estoy disfrutando. Soy un hombre de veintiocho años, pero desde hace dos días siento que he regresado como diez años en el tiempo y puede que más. Me masturbo a escondidas en un baño, me cuelo en los vestidores de las tiendas, robo besos y estoy detrás de una mujer en busca de su afecto. Así de loco está todo. Puede que ella crea que soy un patán y tiene razón, pero no existe para mí otra forma de tratarla y mantener su respeto de paso. Hace un momento se ofendió por el pequeño juego de miradas con la chica de la tienda y realmente me sorprendió eso; se sintió como si de verdad le importara y me gustó esa sensación de ser cuidado. Su reacción ha sido algo infantil, pero eso no elimina lo bonito del gesto. Por eso, muy a mi manera, debí mos