Miré a mi alrededor, no del todo sorprendida de que la habitación de Belle estuviera cubierta en diferentes tonos de púrpura y rosa. Un papel tapiz de princesa en una pared y una linda foto de ella y Harry junto a su pequeña cama de princesa. En el medio de la habitación tenía una mesa rosa claro con sillas pequeñas alrededor. Algunas ocupadas por peluches y cuatro vacías. Tomé una nota mental de no sentarme sobre Kitty Nemo, su amiga imaginaria sirena.
Las enormes ventanas que permitían que la luz del sol iluminara la habitación tenían enormes cortinas rosas colgando de ellas. Belle tenía tres años y yo diecisiete. Lo siento, tres y dos cuartos. Pero, sin embargo, tiene una habitación más grande que la mía y probablemente una vida más interesante.
"¿Te gusta mi habitación?" Me preguntó,
