MADRE SUSTITUTA

1925 Words
Liceth se ríe de Salomé y se pone de pie, y le dice: — Tú crees que con este cuerpazo yo voy a tener que trabajar, no, no, no, lo que tengo que buscar es un hombre que me mantenga. Juliana le dice a Liceth: — Oye, Salomé tiene razón, hoy estamos de celebración, pero mañana tenemos que estudiar. Liceth les dice: — Pensé que ustedes eran de mente abierta, pero me equivoqué… El día siguiente, Liceth y Juliana se van para sus casas. Cuando Liliana ve el gran desorden en la sala, y le dice a Salomé: — Sinceramente, no me gustan esas amigas de tu colegio. En especial Liceth, me parece que es una mala influencia para ti. — Tía, ¿estuviste escuchando nuestras conversaciones? — Sin querer, ustedes hablaban muy fuerte y no me dejaron dormir. En todo caso, aléjate un poco de Liceth. — Tía, ya habíamos hablado antes de estas cosas, no me gusta que me digas a quien debo tratar o a quien no… yo sé que tú me quieres, pero hay veces te pones muy excesiva, déjame escoger con quien quiero hablar… Liliana se pone un poco triste y con una lágrima en su ojo derecho, dice: — Claro… tienes razón… yo solo soy tu tía. Liliana intenta irse para su habitación. Cuando Salomé alcanza a coger su mano derecha, diciéndole: — Perdona tía, tú eres madre y padre para mí, y siempre has está ahí conmigo cuando más lo he necesitado… como en la muerte de mis padres, cuando tuve mi primera caída en la bicicleta que me compraste, mi primer novio, el cual sacaste a escobazos. Liliana se pone a reír. Cuando Salomé le dice: — perdóname. Liliana abraza a Salomé, y le expresa: — Claro que te perdono, tú eres todo para mí. — Tía. — Si. — Siempre que veo la foto de tu matrimonio, me pregunto una y mil veces… ¿por qué nunca te volviste a casar? Liliana se sienta y recuerda su matrimonio con mucha alegría, y le dice a Salomé: — No ha visto otro hombre como el, además, cuando llegaste a mi vida. Fuera el motivo que fuera, llenaste el vacío de la soledad que tenía, primero con la muerte de Eduardo y luego la de tus padres… fue muy duro, pero tu hiciste que volviera a sonreír, eras tan pequeña y tan hermosa. De inmediato, Salomé le dice: — Ah, ¿es que ya no soy hermosa? — Ahora eres más hermosa. Salomé se sonríe un poco. Cuando Liliana se levanta del asiento, y le dice: — Bueno, limpia este desorden que hicieron anoche con tus amigas, y aprovecha que hoy es domingo. Para que me acompañes hacer ejercicio. — Es tentadora tu propuesta, pero cuando termine con todo esto voy a ponerme a estudiar para dos exámenes. — ¡Wau! Parece que la disciplina que te he enseñado ha surgido efecto, bueno, voy hacer ejercicio. Salomé se sonríe y se pone a recoger las bolsas de papas fritas, y le dice a su tía: — Te cuidas. Liliana se regresa y le dice a Salomé: — Ah, no te preocupes por comida, hoy salimos a comer afuera. — Bueno. En ese instante, Liliana sale de la casa hacer ejercicio, mientras Salomé terminade recoger la casa. Y luego se pone a ver todas las fotos de sus cumpleaños por el teléfono. Salomé deja de ver las fotos y pone su teléfono en la mesa. Cuando este comienza a vibrar. Salomé se devuelve y mira la foto de Liceth y le contesta, diciéndole: — ¿Se te quedo algo? — Si, esta es mi última invitación, vamos a ir al Salto de los Micos. — Que les vaya bien, pero yo tengo que estudiar. — Está bien, está bien, no vengas Salomé… quédate en tu casa volviéndote vieja. — ¡Liceth!, ¿estas borracha? Al ver que su amiga le colgó el teléfono, Salomé pone su teléfono en la mesa de centro de la sala. Y se va a su habitación en busca de sus cuadernos para estudiar. Cuando ve el teléfono de su tía en el mesón de la cocina. Tres horas después, Liliana llega agotada a la casa. Cuando Salomé le expresa: — Estaba preocupada por ti, dejaste tu teléfono tía. — Si, y yo como loca pensando que lo había votado. — Y así dices que yo soy despistada. — Bueno, voy a arreglarme. Para que salgamos a comer. — ¿A dónde piensas llevarme? Liliana se va a ducharse, y le grita a Salomé: — ¡ES UNA SORPRESA! — Bueno. Salomé mira una y otra vez la blusa rosada que se puso, y dice: — No me convence. Minutos más tarde, Liliana lleva a su sobrina al restaurante Capitalino. Muy contenta, Salomé le expresa a Liliana: — Es la primera vez que venimos a este restaurante, está muy bonito. — Qué bueno que te haya gustado, tenemos que hacer más salidas como esta. — ¿Y tu trabajo? — Para todo hay que sacar tiempo. En ese instante, el mesero les dice: — Muy buenas, ¿van a ordenar algo? Liliana y Salomé saludan al mesero y cogen la carta. En seguida, Salomé le dice al mesero: — Para mí, tráigame viste de carne. Liliana también le dice al mesero: — A mi… ajiaco, si, tráigame una sopa de ajiaco. El mesero toma el pedido y luego les dice: — ¿Algo de tomar? Liliana le contesta al mesero: — Jugo de maracuyá. Salomé mira la carta, y dice también: — Jugo de maracuyá. En ese instante, el mesero se va a traer el pedido. Cuando Liliana le dice a Salomé: — Hace días que no te pregunto nada del colegio, ¿cómo va eso? — Bien, como te dije en la mañana antes que fueras hacer ejercicio, iba a estudiar para dos exámenes… ahora que lleguemos a casa seguiré estudiando. — Eso está bien, y con la ayuda de Dios quiero que te vuelvas en una gran profesional. Salomé queda viendo a su tía, y luego le pregunta: — ¿Mi mamá era así como tú? — ¿De qué forma? — Así de especial y de cariñosa conmigo. Liliana se sonríe un poco, y le dice a Salomé: — Tus padres te amaban. En ese instante, el mesero les trae todo lo que pidieron. Cuando Liliana le sigue diciendo a Salomé: — No había visto a alguien consentir tanto aun bebe como lo hacían tus padres, ellos prácticamente se convertían en niños para jugar contigo. Con una lagrima en sus ojos, Salomé le dice a Liliana: — No recuerdo nada de eso. — No puedes porque estabas muy pequeña. — Gracias tía por contarme la verdad cuando tenía uso de razón, a estas fechas estaría pensando que mis padres me habían abandonado a mi suerte. — Esto para ti, debe ser un motivo de superación, tus padres te ven desde el cielo y quieren que tu salgas adelante… ahora come que se te enfría el viste de carne. Salomé prueba la comida y luego le dice a su tía: — Fue un verdadero milagro, que estando tan pequeña no me haya pasado nada en ese vehículo. Liliana disfruta de su ajiaco, y le responde a su sobrina: — Dios te quiere para grandes cosas. — Si. Una hora después, Liliana y Salomé llegan a casa. Como le había enseñado Liliana anteriormente, Salomé le da las gracias a Dios por el retorno con bien de su tía y de ella a su casa. En ese momento, Salomé entra en la habitación de su tía y la ve acostada en la cama, y le dice: — ¿En qué piensas? — En nuestro futuro, hay veces siento que en cualquier momento me echan del banco. Y pienso en tus estudios, y me da miedo. Salomé se sienta en la cama, y le dice a su tía: — No pienses así de negativo, tu llevas muchos años trabajando en ese banco, ¿por qué tendrían que echarte? Puede ser impresiones tuyas. — Bueno, gracias por tus palabras, ahora ve y sigue estudiando para esos exámenes. — Está bien. El día siguiente en el colegio Hispanoamericano, Salomé se encuentra haciendo el examen de matemática. Cuando Liceth mira de reojo la hoja de Salomé y trata de copiar, pero no puede ver bien, y le dice: — Oye Salomé, corre un poco tu mano izquierda, para poder ver. El profesor mira a Liceth tratando de copiarle a su compañera, y desde lejos le dice: — Señorita Muñoz, se le perdió algo en la hoja de su compañera. Todos miran de reojo a Liceth. Cuando esta le dice al profesor: — Es que se me había caído un lápiz y sin querer vi la hoja de Salomé. El profesor se acerca a Liceth, y le quita su examen, diciéndole: — Para la próxima vez estudie un poco. Salomé y Juliana quedan viendo a su amiga y luego se concentra de nuevo en sus hojas. Minutos después, Salomé resuelve todos sus problemas matemáticos y entrega el examen ya terminado. En las afueras del colegio, Salomé, Juliana y Liceth, se sientan en un pequeño parque que queda cerca del colegio. Cuando Salomé le dice a Liceth: — ¿Por qué te dejaste quitar el examen? Juliana también le dice a Liceth: — Uy si, desde hoy el profesor te la va a montar. En el medio de las dos, Liceth pone sus dos manos en sus mejillas, y dice: — Todo el día estuve de fiesta ayer en ese paseo y tengo la cabeza que me estalla, no tuve tiempo para estudiar… creo que esa materia la voy a perder. Salomé le dice a Liceth: — Todavía estas a tiempo de recuperarte. Liceth se sonríe y le contesta a Salomé: — Oh si, “la recuperaré” Juliana le dice a Liceth: — Y aún falta el examen de inglés… De inmediato, Liceth agacha su cabeza. Cuando Salomé y Juliana se miran y luego la consuelan. Poniendo sus manos en su espalda. Banco de Bogotá, Liliana se encuentra revisando unos documentos mercantiles de una joven que quiere sacar un crédito en ese banco. Para ampliar su restaurante. Cuando Liliana le dice: — No tienes mucha experiencia con negocios, y ni tienes prestamos con otros bancos… necesitas tener una crediticia bancaria Leidy, así es muy difícil. Leidy le expresa a Liliana: — Yo solo necesito una oportunidad para trabajar en mi propio negocio, yo soy joven, pero soy muy responsable… yo quiero salir adelante. Liliana ve en Leidy a Salomé, y le dice: — Bueno, voy a ver que se puede hacer contigo, pero recuerda que yo solo soy tu analista más no la dueña del banco, así que no te prometo nada. — Gracias Liliana. — No me agradezcas todavía, si el crédito sale, saldrá por menos de lo que pediste. — Entiendo… En la noche, Liliana llega a su casa con un fuerte dolor de cabeza, y encuentra a Salomé chateando por el teléfono. Cuando le dice: — ¿Estas tan concentrada en ese teléfono que no escuchaste cuando entre a la casa? — Tía, si te escuche, es que estoy chateando con mi amiga Emily desde España. — Ah, ¿y que dice? — Que ya extraña el barrio… En ese instante, Liliana se sonríe un poco, mientras se quita sus molestos zapatos. Cuando siente que todo le da vueltas y cae en un asiento de la sala…
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