La mañana era bastante soleada y sobre todo agradable, Cecilia estaba emocionada porque quedó en encontrarse con Gustavo para ir del día de campo, ella ni corta ni perezosa, se preparó. Le encantaba pasar todo el tiempo con él, le gusta su aroma, su presencia, el cómo camina, sus finos ademanes, sus grandes manos, en fin a ella le gustaba todo de él. Quedaron en encontrarse el sábado, ella llevaría unas cuantas cervezas y él la cesta con el almuerzo. ¡Sólo faltaba dos días! ¡Qué emoción! Todo iba bien, hasta en ese momento, y ella no caminaba, flotaba de la emoción que tenía por estar a solas con ese hombre que poco a poco se adueñó de su corazón, no le importaba el compromiso matrimonial que tenía, ni la responsabilidad que este le acarreaba ella ya su madre, solo quería que él la mi