CAPÍTULO OCHO Un camino sinuoso llegaba a la casa, un imponente edificio de dos pisos con tablas blancas y pilares ornamentales que sostenían el techo de la veranda. Amplios escalones, bordeados con balaustradas blancas, conducían a la puerta principal a la derecha, con amplias ventanas panorámicas al costado. En el techo de pizarra negra había tres buhardillas. Dos grandes graneros se encontraban junto al edificio principal, un área cercada en la que tres caballos miraban perezosamente a los visitantes que se acercaban. Aparte de los animales, el lugar parecía desierto. Cole frenó su caballo y miró de reojo a Parrot. Colgado detrás del joven soldado, con las manos fuertemente atadas, estaba Spelling, la herida en su hombro derecho rezumaba sangre. “Este es el lugar, ¿verdad?” Parrot s