CAPÍTULO SIETE
Tocándose la mandíbula donde el Winchester le había roto, Cole se inclinó hacia adelante, se subió la parte inferior de sus gruesos pantalones endurecidos por el sudor y tiró del Wells Fargo Colt enfundado en su tobillo. Comprobó la carga y se recostó contra la pared del establo. A su derecha, escuchó a Parrot arrastrarse en la paja, gimiendo mientras lo hacía. “Tienes una cruz de derecha malditamente buena”, dijo el joven soldado, “como si fueras un boxeador”.
“El único trabajo que tengo es trabajo para el ejército”, fue la respuesta neutral de Cole. “Estoy aquí para hacer ese trabajo y encontrar quién se fue con esos caballos. ¿Quién fue el responsable? Parece que he resuelto esa parte, ahora todo lo que tengo que hacer es averiguar adónde han llegado los caballos”.
“Bu
