Hasta que tu muerte nos aleje

Dolorosa verdad

Ambos ingresaron a la camioneta, el señor Ignacio miraba a Esmeralda con mucho disimulo por medio de los espejos delanteros, al mismo tiempo conducía con mucha prisa, no veía la hora de ver la cara de su jefe cuando se enterara de la verdad. Además, por ser él quien había descubierto todo acerca de la conformación de la verdadera familia, era muy posible que el jefe lo tuviera en cuenta para una muy buena retribución monetaria. La joven iba muy callada, Ángel le remendó no cuestionar a Ignacio, pues era un hombre necio y no la sacaría de dudas hasta llegar al lugar de destino que le tenía pronosticado. Estaban ingresado a uno de los barrios más caros de Bogotá llamado “Los Rosales”, ella nunca había estado allí, ni siquiera por accidente, pues era algo realmente imposible, los arriendos por mes podían costar alrededor de doce millones de pesos, ni en sus sueños podría pagar esa cantidad. Se fueran alejando de los edificios llegando hasta una zona con mucha calma, todas las casas de ese sector gozaban de la paz que brindaba la naturaleza, tenía un aspecto naturalmente urbano gracias a los árboles que rodeaban toda la zona. El carro se parqueó afuera de la casa más grande y bonita, su tamaño era como de 2 de las comúnmente llamadas “manzanas” de su barrio, no podía creer que una persona utilizara todo ese espacio y pudiera pagar por vivir en esas condiciones. Afuera había algunos hombres cuidando la casa, lucían muy elegantes, todos tenían trajes oscuros, lentes negros y unos audífonos con micrófono por medio de los cuales se comunicaban con las personas de adentro por si llegaba a acercarse el peligro. Cuando vieron que el de la camioneta era Ignacio, lo dejaron pasar de inmediato, ni siquiera tuvo que ser anunciado. Lo primero que llamó la atención de Esmeralda ya estando adentro, fue una gran fuente en la que reposaban muchos pájaros, había unas plantas muy exóticas y perros de r**a cuidando otras de las entradas alternas, a veces el jefe confiaba más su seguridad en los caninos que en sus mismos guardaespaldas, pues gracias a su instinto los animales podían presentir cosas que los humanos no. Había una piscina muy grande, mesas de billas, sala de ping pong, juegos para niños y un salón para hacer eventos. La joven empezó a sospechar que se trataba de alguien muy importante, lo que no sabía era qué tenía que ver ella en todo ese asunto. Pero muy pronto todas sus dudas serían despejadas, pues ya el jefe también estaba muy inquieto por la visita de bella joven, solo se preguntaba para qué la había traído Ignacio, pues no recordaba haber pedido algún servicio.

Al llegar al centro de la casa todos estaban a la espera de saber qué era eso tan importante que tenía Ignacio para decirles, pero este simplificó todo, con ironía en su rostro le presentó a Esmeralda al jefe como su “nueva hija”. El jefe empezó a mirar extrañado, pues siempre había sido muy responsable con lo que respectaba a sus hijos y a ella no recordaba conocerla de ningún lado. Ignacio decidió nombrar a doña Blanca, para ver si por medio de esa referencia podía recordar de quien se trataba. Apenas escuchó ese nombre el jefe se puso un poco nostálgico, les confesó que ella era la mujer que él había amado con su vida, era alegre, tierna, responsable y muy comprensiva, pero desde hace muchos años no tenía contacto con ella, un día cualquiera desapareció sin dejar rastro, llegó a pensar que alguien la había matado por cobrarle alguna deuda a él. Esmeralda ya estaba comprendiendo la situación y para lograr que el jefe lo hiciera también, mencionó que Blanca era su mamá y siempre se la había ocultado quién era su papá por cuestiones personales. Ignacio reiteraba en su discurso que ella era su hija y hermana de Lucas, todos eran una familia ahora y tenían que empezar a portarse como tal. Les contó la historia de cómo había descubierto la verdad mientras observaba la reacción de todos los rostros, era muy curiosa la manera en que todos miraban con asombro. El jefe se mostró muy feliz, pues nunca se imaginó que con Blanca hubiera tenido una hija, pero la niña estaba muy enfadada, viendo el modo en el que su padre vivía, lo justo era que su madre le hubiera dicho la verdad desde el principio para buscar en él algún tipo de apoyo y no pasar tantas necesidades. El hombre no se aguantó las ganas de darle un fuerte abrazo, siempre había deseado tener una niña para cuidarla, su ex novia Blanca le había negado la oportunidad de conocerla, pero ahora que estaban juntos no tenía planeado desperdiciar un solo segundo a su lado, además, se parecían bastante en el rostro. Por un momento se imaginó como hubiera sido su vida con su hija a su lado, incluso decía que matar a Blanca era la mejor forma de vengarse por guardar durante tantos años ese secreto. Obviamente Esmeralda frenó sus pensamientos, le suplicó que jamás le hiciera nada malo a su madre, pues era una buena mujer a pesar de haber mentido por tanto tiempo. 

Luego del abrazó se presentó ante ella con su verdadero nombre, Norman. Muy pocas veces lo llamaban así, todos sus trabajadores siempre se referían a él como “el jefe”. Casi no salía, vivía muy resguardado a causa del peligro que corría en las calles, gracias a su trabajo se había ganado muchos enemigos y por más seguridad que tuviera no era suficiente cuando afuera había alguien con deseos imperiosos de matarlo. Le contó la verdad sobre su trabajo, desde que era muy joven empezó con el negocio de la droga, gracias a su buena gestión fue creciendo hasta convertirse en el jefe de todos los que tenían cultivos en Colombia para la distribución. En el tiempo que estaba empezando a crecer fue cuando conoció a su madre, una mujer muy trabajadora y bonita. Ambos ya eran maduros y tenían muchas diferencias en cuanto a la manera en que querían progresar, lo que la enamoró de ella fue precisamente su humildad, se conformaba con pocas cosas materiales, en cambio, exigía todo el amor y la atención posible. En muchas ocasiones se arrepentía de haberla perdido, aunque nunca supo el motivo de su desaparición, pero ahora que veía a la joven, había descubierto que se fue de su vida por su embarazo. Se puso muy nostálgico, le hubiera gustado ver a la niña dar sus primeros pasos, llevarla a su primer día de escuela, jugar los domingos en los parques, llevarla a conocer lugares fantásticos, estar en la fiesta de sus 15 años, presenciar su grado de la escuela y aconsejarla en su época de adolescencia. Blanca le había quitado todas esas posibilidades por estar metido en el negocio, pero ella no entendía que con ese dinero su hija hubiera podido tener una mejor vida. Llamó a Lucas para que lo conociera, ella era un poco mayor que él, su hijo nació de una mujer que conoció después de Blanca, aunque esta era muy atractiva nunca pudo igualar el amor que tenía por su primera mujer, los momentos a su lado habían sido los más maravillosos. Como la mayoría de las mujeres, y en su instinto por proteger a su hijo, decidió arrebatárselo y sacarlo del país para que no tuviera nada que ver con él, pero tenía la teoría de que nadie de la familia podía escapar al negocio, y Esmeralda era la nueva prueba de eso. Por más que su madre trató de mantenerla al margen, ahí estaba en frente de su figura paterna con un destino marcado.

Él tenía un gran apego a su hijo y quería que al crecer se convirtiera en su mano derecha y heredero del negocio, así que por la fuerza se lo quitó, ni siquiera la dejaba visitarlo, pues en varias ocasiones ella trató de llevárselo sin avisar y por medio de engaños. Aquella mujer tenía mucho coraje y su gran error fue querer vengarse pensando que iba a poder recuperar a su hijo. Mantuvo diálogos con la policía para entregarlo, pero no contaba con que gran parte de las autoridades estaban compradas por la misma organización delictiva, de esa manera la información se filtró y su plan fracasó. El jefe le hubiera perdonado todo, menos la traición, por eso antes de que el problema fuera más grande decidió terminar con su vida. La invitó a su casa para hablar sobre su hijo y en medio de la conversación le ofreció un coctel que tenía un veneno mortal, su muerte fue muy rápida, incluso fue enterrada en el mismo patio de la casa, así su hijo podría visitarla muy frecuentemente sin estar exponiéndose en los cementerios públicos. No había sido algo fácil, se le hacía injusto dejar a su hijo sin madre, pero de no hacerlo seguirían en guerra toda la vida, pues ella nunca aceptó las consecuencias de haberle dado un hijo a un hombre con su tipo de trabajo. Cuando el niño se hizo mayor la verdad salió a flote, pues en la escuela veía que las madres de sus compañeros los recogían a la salida, mientras que a él lo esperaba un carro con cuatro o más guardaespaldas. Su padre le dijo la verdad y lo llevó al lugar de la casa donde estaba su tumba, ese lugar es visitado por Lucas a cada momento. Por varios meses estuvo enojado con su padre por lo que hizo, pero con el tiempo se acostumbró y empezó a trabajar tal y como él quería. Con esto Esmeralda comprobó que su madre no se equivocó al ocultar su embarazo, posiblemente también hubiera hecho todo lo posible por sacarla de la vida de su padre y estaría muerta. 

La niña había llegado a su vida en otras condiciones, ella ya tenía una vida realizada, así que no podía obligarla a entrar en el negocio familiar, aunque sí le hizo el ofrecimiento. A veces para concretar mejores negociaciones era necesaria una voz femenina, Esmeralda podía ser entrenada para trabajar de esa manera, así ganaría mucho dinero con pocos días de trabajo, en ese contexto su belleza y encanto podían ser sus mejores armas de convencimiento. Ignacio le contó todo al padre acerca de la manera en que concluyó que eran familia, pero nunca le dijo en qué lugar y en cuáles condiciones había conocido a la joven, temía que ella pudiera avergonzarse de eso. El padre no tardó en preguntar a qué se dedicaba la niña además de estudiar, también le inquietaba saber por qué tenía una amistad con Ángel, de hecho, en ese momento se percató de que la mujer que estaba en peligro cuando Ángel lo llamó desde México era posiblemente su hija. Esmeralda no tuvo problemas con decirle la verdad, le contó la difícil situación económica por la que atravesaban, así que sus decisiones fueron el efecto de esa vida de escases, el bar les había calmado el hambre. La mirada del padre reflejaba la tristeza y la humillación de saber que su propia hija era objeto de consumo en un bar exótico, pues él mismo muchas veces frecuentaba esos lugares y trapeaba el piso con esas mujeres. También las llamaba a hacer servicios en casa y entre todos los trabajadores las utilizaban por un fin de semana, nunca le dio mayor importancia al trato que ellas recibían por parte de todo aquel que se les aceraba, pero ahora, sabiendo que su hija estaba pasando por lo mismo, empezó a reconsiderar la manera en que se dirigiría a ellas. Por suerte no fue por esos días al bar, ya que posiblemente hubieran podido conocerse en otras circunstancias y eso hubiera sido muy penoso para ambos. Le volvió a proponer ser parte del negocio, y mas aun, teniendo en cuenta el tipo de vida que estaba llevando por dinero, no era digno para alguien que fuera de su familia y no estaba dispuesto a permitir que alguno de sus enemigos se enteran de su parentesco y la utilizaran para vengarse de él. Esmeralda lo estaba considerando, lo que la detenía un poco era lo que su madre pudiera pensar, ya que había pasado mucho tiempo tratando de alejarla de ese tipo de vida tan peligrosa, aunque todos sus esfuerzos fueron en vano. Ángel le recomendó trabajar con su padre, así estarían más cerca, e incluso si lo convencían, podía ser él quien le enseñara todo lo necesario para negociar con otros países.  Podían dedicarse a viajar mientras trabajaban, pues su padre estaba pensando en ampliar la línea de ventas en muchos países de Europa, eso les daría un margen de distribución más amplio y menos riesgoso, incluso podían salir del país por las vías legales para que ella no se sintiera asustada. Eran propuestas muy tentadoras y en la cabeza de Esmeralda ya pasaban miles de imágenes en otros países y con todas las cosas que siempre había soñado.