Capítulo 2. Primer contacto entre los dos.
Ambos se citaron en un discreto café del centro de la ciudad, Vicenzo no vivía en el país desde hace muchos años, sin embargo, siempre estaba viajando cuando requería apoyo para esconderse como era el caso, o cuando su padre lo llamaba para saber de él y aunque rara vez lo veían en la ciudad, cuando estaba por ahí, solo buscaba a las mujeres fáciles, así que no conocía muy bien a las muchachitas de las familias adineradas, y menos a las hijas de las familias poderosas. Y Vaiolet por su parte no salía mucho, su abuelo la mantenía siempre en casa, escondida de todo ojo público.
Cuando Vaiolet estaba por salir su abuelo la detuvo,
-- ¿A dónde crees que vas señorita? – le preguntó con voz autoritaria, la jovencita no pudo siquiera llegar a la puerta principal de la mansión Montes, sin embargo, su fiel empleada Madeline quien siempre la acompañaba salió en su rescate,
-- Señor Maximiliano, la joven Vaiolet debe ir por material de estudio – le dijo la mujer, pero el abuelo sonrió sarcástico, él observó a su nieta y se dio cuenta de su arreglo personal. Su joven nieta nunca salía de casa a no ser que sea para estudiar y menos lo hacía de forma tan arreglada como estaba en esa ocasión, así que se negó a que lo hiciera y en su lugar envió en su nombre a la vieja empleada de la jovencita.
-- Si necesita comprar material, entonces ve tú y tráelo para ella – le dijo obligando a la empleada a tomar su lugar.
Así fue como Madeline la empleada de Vaiolet fue quien acudió a la cita en su nombre, la mujer llevando una nota a mano y los documentos personales de Vaiolet, sale para encontrarse con Vicenzo en el café, hacia el centro de la ciudad.
Ellos habían quedado que si todo salía como esperaban, debían entregar sus documentos en la oficina del registro civil, para esperar que los trámites comiencen y puedan casarse lo antes posible, tal y como siempre ocurre en aquella ciudad, así ambos se ayudarían y quedarían libres de sus futuros compromisos matrimoniales que sus propios padre y abuelo les estaban exigiendo.
Cuando Vicenzo llegó vio a una modesta mujer de edad mayor y de pocos atributos acercarse a él, no parecía ser una dama de sociedad en apuros como decía su mensaje y pensó que había caído en una trampa, sin embargo, la empleada de Vaiolet llegó a él y le entregó la nota tan rápido como pudo que no le dio tiempo a retirarse,
-- Lo siento mi señor, la señorita Via no pudo venir, su abuelo la encontró cuando estaba por salir y le prohibió hacerlo – le dijo Madeline poniendo la nota escrita por Vaiolet sobre la mesa junto a un documento viejo de identidad. Vicenzo la miró con recelo, pero al momento de abrir el documento pudo ver la fotografía de una jovencita en él, no era precisamente lo que esperaba, pero la fotografía de Vaiolet en su documento reflejaba a una jovencita no solo hermosa, sino también triste y demasiado infeliz, algo que nunca llegaría a entender el mismísimo Vicenzo, pues su corazón se estrujo al contemplarla.
Vicenzo se quedó mirando el documento, la imagen mostraba a una niña, más que a una mujer, Vaiolet salía mucho más joven de lo que en realidad era, incluso no tenía nada de gracia en ella, pues esa foto fue tomada cuando Vaiolet cumplió sus 16 años de edad, que fue hacía dos años atrás, sin embargo, en su mirada se podía notar una tristeza indescifrable, algo que llamó demasiado la atención del joven Farrell y que logró conseguir que acepte a la jovencita como su futura esposa sin necesidad de pensarlo más.
-- Siéntese por favor – le dijo de pronto a la empleada y apenas Madeline lo hizo él le entregó su teléfono personal, Madeline lo miró sin saber lo que debía hacer,
-- Ahora llámela usted, quiero hablar con Via. Yo mismo me encargaré de coordinar con ella todos los detalles de nuestra boda – le dice él y la empleada asiente asombrada, Madeline estaba feliz de que su propósito haya dado buenos resultados y de que su niña Vaiolet haya conseguido que alguien acepte ayudarla a liberarse por fin de su viejo abuelo que nunca la quiso, ni se preocupa por ella.
Madeline tomó el teléfono del hombre y marcó rápidamente el número de Vaiolet, quien respondió al segundo timbrado, Vaiolet se imaginaba que debía ser él, ¿quién más podría llamarla luego de que su abuelo la encerró en su habitación?
-- ¡Hola! – respondió al segundo, Vicenzo logró escuchar su melodiosa y joven voz y le agrado bastante lo que escuchó, parecía como si se estuviera imaginando a la jovencita de la fotografía de pie frente a él.
-- ¿Hola tu debes ser Via? – le preguntó Vicenzo y Vaiolet sonrió agradecida al oír aquella profunda voz, saber que ese hombre era real, la llenaba de esperanzas.
-- Lo soy, ¿tu debes ser Vins? – le preguntó ella y él miró a la empleada al recordar que en el mensaje mintió sobre su nombre, pero luego asintió y simplemente continuó la conversación, pensó que todavía no era necesario decir del todo la verdad, incluso en el documento de identidad que Vaiolet le envío, el nombre que aparecía en él estaba en diminutivo, pues era el que utilizaba en la universidad, lo mandó ha hacer como un duplicado, algo que los chicos acostumbraban tener y nunca utilizaban sus datos completos, la tecnología lo hacía por ellos.
-- Así es, yo soy Vins – le dijo él. Vicenzo prefirió seguir manteniendo aquel nombre por el momento, era lo mejor para ambos, sabe lo importante que es para su padre todo ese tema de la boda arreglada y no se imagina lo que sería capaz de hacer si se entera de lo que él está tramando.
Ellos hablaron por un momento y compartieron la principal razón del porque respondió el anuncio, por su parte Vicenzo no quiso saber quien era el hombre con el cual habían decidido comprometerla en matrimonio, simplemente estaban convencidos de que ninguno debía dejar que los demás decidan su futuro y por eso mismo ambos aceptaron aquella cita con el destino.
-- Entonces, ¿estás dispuesta a casarte conmigo? – le preguntó de pronto él y Vaiolet moviendo la cabeza, hacia arriba y hacia abajo, aunque sabía que él no la podía ver, confirmaba su decisión,
-- Si señor, estoy dispuesta a casarme con usted. Pero debemos mantener esto en secreto hasta que todo esté listo – le pide ella a través de la línea, conoce a su abuelo y lo desalmado que puede ser, sabe que si se entera de sus planes es capaz de encerrarla hasta el mismo día de la boda con Víctor Black. Él sonríe al oírla, siente el temor en la voz de la jovencita y un sentimiento de lástima se apodera de él.
-- Así será Via, pero debes comenzar a aprender a llamarme por mi nombre – le pidió de pronto, consiguiendo asombrarse de tremendo error y con esas palabras ambos cortaron la comunicación. La empleada de Vaiolet ya había salido de regreso a la mansión de los Montes, no quería que el abuelo de Vaiolet se diera cuenta de que ella no volvió con ningún material de estudio luego de que encerraron a la muchacha en la mansión.
La vida de Vicenzo había sido una serie de expectativas y responsabilidades impuestas por su padre desde pequeño, su madre falleció cuando el nació y Reinaldo Farrell con su avanzada edad lo crio como su gran heredero.
Reinaldo un viejo magnate empresarial, acostumbrado a tener mucho poder y ambición, parecía no tener límites ante nadie, se casó con la madre de su hijo por el poder y cuando ella falleció se quedó dueño y señor de todo el imperio de los Vermut, la familia materna de Vicenzo. Ahora con su hijo en edad apropiada, había decidido que era el momento de tener un nieto, no permitiría que la historia se repita, su hijo debía casarse con Brunela Doménico, una heredera rica cuyo matrimonio significaría una fusión de fortunas y empresas. Pero para Vicenzo, el matrimonio no podía ser una simple transacción comercial y menos cuando solo tiene 25 años y solo piensa en diversión.