Capítulo 10. Debe saber que su novia necesita descansar.
Habían pasado algunos días y Vicenzo no tenía ninguna respuesta de Vaiolet, todos los días observaba su teléfono y en las noches recordaba la noche especial que pasó con ella, desesperado decidió utilizar todos sus recursos para encontrarla, teniendo empresas de asesoría en línea, sabía mucho sobre sistemas, así que comenzó su trabajo.
El hombre intento meterse en cada registro de cada universidad que existía en la enorme ciudad, ellos no hablaron mucho, pues se dedicaron a disfrutar, pero él recuerda muy bien que ella le dijo lo que estudiaba, así que iba directo al grano.
Después de varias horas con la cabeza pegada al monitor, Vicenzo por fin descubrió que Vaiolet estaba inscrita en una universidad local, muy buena por cierto y que vivía en un pequeño apartamento cerca del campus. Así que él se presentó en la universidad, esa misma tarde llegó con un hermoso ramo de flores, esperando encontrarla entre clases.
Mientras tanto, Vaiolet había estado sintiéndose fatigada y cansada durante los últimos días. Los exámenes la exigían demasiado, pero ella no daba marcha atrás, sabía que sus estudios eran su único boleto para forjar su propio camino y el de su bebé. Sin embargo, ese día en particular, se sentía peor que nunca, tuvo dos exámenes exigentes y la noche anterior se la pasó estudiando. El estrés y la fatiga estarían por cobrar un precio alto.
Ella salió de clases, necesitaba ir al baño. Refrescarse un poco, Vaiolet esperaba que un poco de agua fría en el rostro la regresen a la normalidad, cuando estuvo adentro se miró en el espejo, había perdido un par de kilos esos días debido al estrés y sus ojeras eran demasiado visibles ahora, sumado a la palidez normal de su piel, Vaiolet daba la impresión de estar enferma.
Tomó un poco de agua del grifo y se mojó la cara, pero el mareo persistía. Sintió que el mundo giraba a su alrededor y se apoyó contra el lavabo, tratando de estabilizarse, algunos minutos después y luego de sentirse mejor ella salió para volver al salón de clases.
Vicenzo la vio a lo lejos cuando salía del baño y caminó acelerando el pasó para darle el encuentro, por alguna extraña razón que no podía explicar él sentía que su corazón se aceleraba conforme se acercaba a ella, él se sentía nervioso, pero estaba decidido,
Llevaba el ramo de flores como una ofrenda de paz, esperando que ella lo aceptara y que pudieran hablar. Justo cuando estaba a punto de llegar a su lado, vio que Vaiolet se tambaleaba, sus ojos se cerraron y su cuerpo se desplomó.
-- ¡Vaiolet! – gritó Vicenzo desde lo más profundo de su corazón, sintió una opresión en el pecho mientras corría hacia ella, con la flores todavía en sus manos, Vicenzo llegó a tiempo para sujetarla en sus brazos, evitando caer en mitad de la vereda.
-- ¿Vaiolet? – la volvió a llamar, pero la muchacha tenia los ojos cerrados, el corazón de Vicenzo latía con fuerza, lleno de miedo y preocupación, él la levantó con cuidado, pudo sentir lo ligera y frágil que era. Sin perder un segundo, caminó con ella en brazos hasta llevarla rápidamente al lugar donde dejo estacionado su auto, nunca supo cómo lo hizo, pero logro desactivar su alarma y con sumo cuidado la metió en el asiento del copiloto, estaba seguro que si la dejaba sola en la parte de atrás, conduciendo como loco como lo haría, lo más seguro seria que ella se haga más daño del que podría tener, así que luego de acomodarla, recostó por completo el asiento y condujo hacia la clínica más cercana, su mente iba llena de pensamientos caóticos, se arrepintió de dejar que pasen los días, debió insistir con sus mensajes, debió pensar que quizás ella era demasiado tímida para responder.
-- Aguanta un poco más, pronto llegaremos – le decía en voz alta, sin embargo, esas palabras eran más para él que para ella, y Vicenzo lo sabía bien.
Cuando llegaron él se estacionó en la zona de emergencia, y bajo tan rápido que dejo las llaves y el auto encendido, la volvió a tomar en sus brazos y corrió con ella por el ingreso de la clínica, una enfermera al verlo corrió con una camilla, Vicenzo la coloco en ella y luego la siguió, él no se separo de ella en ningún momento.
-- Lo siento señor, debe llenar la información de su novia – le dice un personal antes de que Vaiolet ingrese con ellos por un corredor, Vicenzo la mira y asiente, él tenia el bolso en el auto, así que volvió por él.
Luego de llenar sus datos él se percató de que la jovencita era de su país, y sonrío ante tal coincidencia, pensó que quizás su padre no lo molestaría más al enterarse de que se terminó casando con alguien de su propio país y por la universidad donde estudiaba y la ropa que llevaba Vicenzo podría pensar que Vaiolet Montes provenía de una buena familia.
Vicenzo esperó nervioso en la sala de espera, su mente estaba llena de preocupaciones, no podía dejar de pensar en ella y en lo que podría estar causándole este malestar. Cuando finalmente le permitieron entrar, el médico tenía una expresión grave en el rostro, algo que asustó demasiado a Vicenzo, quien se acercó a él para preguntar.
-- ¿Doctor ella está bien? – su preocupación era genuina, todos ahí podían darse cuenta,
-- ¿Usted es el novio? – le pregunta el galeno con el ceño fruncido, sin dejar de mirar a Vicenzo con seriedad. Vaiolet parecía menor de lo que era, estaba tan delgada y débil que aparentaba ser menor de edad, Vicenzo en cambio estaba vestido de una manera formal, no llevaba traje, pero estaba vestido como todo un hombre de negocios, y con sus veinticinco años bien vividos podría aparentar un poco más.
-- ¿Ocurre algo malo? – vuelve a preguntar preocupado, al sentir y ver la forma como el doctor lo miraba.
-- ¿Es usted el novio? – volvió a preguntar el doctor,
-- Si señor, si lo soy – le respondió Vicenzo sin dudar, lo único que quería asegurarse era de que Vaiolet recibiera toda la atención necesaria, y sí para eso él debía mentir, lo haría sin problemas.
El médico asintió al oírlo, luego le indico que lo siguiera hasta una sala privada, ellos pasaron cerca de la habitación donde estaba recostada Vaiolet, Vicenzo logró echar una mirada y ver el rostro todavía pálido de ella, se detuvo preocupado, era cierto que quería saber que pasaba con ella, pero también necesitaba asegurarse de que este bien, así que camino hasta la puerta y se acercó a ella, Vaiolet seguía en la camilla, sus ojos estaban cerrados, pero su respiración parecía estar regular.
Vicenzo se acercó y le tomó la mano, su corazón apretándose al verla tan vulnerable, el doctor que estaba detrás de él observo la escena, no espero tal grado de familiaridad, había pensado que ella era demasiado joven para él, pero sonrío satisfecho al ver la actuación de Vicenzo.
El doctor se acerco y coloco una mano sobre el hombre de él,
-- Su novia está bien, pero está embarazada – le dijo de pronto, el médico no dejaba de mirar a Vicenzo y cuando este escucho el diagnostico sus ojos se abrieron demasiado, la sorpresa no se hizo esperar, el galeno miraba a Vicenzo a los ojos mientras decidió continuar.
-- Debe saber que su novia necesita descansar y evitar el estrés, ya pasó los tres primeros meses, pero eso no quita que se encuentre bajo riesgo de un aborto espontaneo, esta fue una llamada de atención, pero no queremos que esto se repita – le explica el doctor, Vicenzo se había quedado atónito por la noticia, lo último que escucho fue que Vaiolet estaba embarazada, todo lo demás que decía el doctor él no lo escuchaba, o mejor dicho lo oía, pero no prestaba atención.
Luego de terminar de hablar el doctor lo volvió a mirar,
-- ¿Qué piensa hacer? – le pregunta y Vicenzo no tiene idea sobre que le esta preguntando, dejo de oírlo hace mucho.
-- Yo… ¿Qué debería hacer? – le hace la misma pregunta él, una manera casi inteligente de salirse del paso,
-- Debería encargarse de ella y del bebé. Su novia no puede seguir con este cuadro de estrés – le menciona el doctor, y Vicenzo frunce el ceño, acaba de oír estrés, no tiene idea por lo que pueda estar pasando ella, pero rápidamente se recompuso. Esta era la oportunidad que estaba esperando, él podía proteger a Vaiolet y a su bebé, con eso evitaría el matrimonio arreglado con la nieta hueva de los Doménico, pensaba él y Además, recordó que había sentido algo especial por Vaiolet desde la noche que pasaron juntos, no podía sacársela de la cabeza, y la idea de vivir con ella lo excitaba mas que preocuparlo.